miércoles, diciembre 27, 2006

Conversaciones

Si por mí fuera, conservaría buena parte de las conversaciones (conversar-conservar, hasta parece que tengan relación) que mantengo. Sobre todo esas que tienen miga. Lo malo de las conversaciones es aquello de que "verba volant", se te escapa lo que dices y lo que te dicen. Al final te quedas con poco, unas ligeras sensaciones de lo que ha acontecido.
He participado y disfrutado de conversaciones muy interesantes estos días. La Navidad es un tiempo propicio para estos intercambios. Ha habido conversaciones jocosas, esas que incluyen chistes o anécdotas (mi cuñada contando los intentos de algunas de las viudas de su grupo por entrar en una ONG pero sin deseo alguno de hacer nada); otras han sido mucho más serias (la insistencia de mi hija en las donaciones y la necesidad de ofrecer lo que quede de nosotros utilizable, cosa a la que algunos del grupo no estaban dispuestos); algunas, con más morbo, sobre las relaciones interpersonales (mi sobrina hablando de su hermano que lleva trabajando 6 meses en una ONG de Nicaragüa y que tiene miedo a regresar porque piensa que se va a sentir desplazado). Alguna de esas conversaciones me ha afectado muy personalmente (la necesidad de revisar mis prioridades para el año que entra de forma que salga del círculo vicioso en el que estoy instalado, saliendo constántemente y, a la vez, quejándome de que no puedo atender mis compromisos primarios).

Me encanta ver a los jóvenes conversar y exponer sus ideas y contraponerlas con las nuestras. Los que hasta hace unos días eran los niños de la familia poseen una madurez y una perspectiva de las cosas que no deja de asombrarme. Incluso, la forma elegante y criteriosa de enfocar los problemas. Nuestros argumentos adultos parecen un poco más desgastados, más vistos. Y el juego dialéctico entre ambas perspectivas, la nuestra y la suya, es intelectualmente subyugante. Hasta que entran en juego las descalificaciones ("tu eres demasiado joven para entenderlo", "es que ya te has hecho demasiado mayor para aceptar estas cosas, tú estás en otro modelo"). Entonces, se acabó.

lunes, diciembre 25, 2006

La Navidad

Ya ha pasado. Al final, todo se reduce a una cena y una comida. Y como cada vez vamos simplificando más las cosas, incluso los eventos gastronómicos están dejando de ser lo que eran. Lo hemos pasado muy bien, pero me gustaba más antes. Quizás porque todos éramos más jóvenes y, curiosamente, más apegados a las tradiciones (o más dispuestos a soportar sus exigencias). Se han mantenido los mariscos y el cordero. Pero echo de menos la coliflor con bacalao, los capones y aquellos surtidos de turrones y polvorones llenos de colores y sabores.

También se echa de menos, y mucho, a los abuelos. Una navidad sin abuelos es otra cosa. Como mis padres están lejos en Navarra tampoco he podido disfrutarlos en esta fiesta. Y aquí nos hemos quedado sin esa generación. Claro que dentro de poco ocuparemos nosotros ese puesto. Afortunadamente, los comensales se achican por arriba pero van aumentando por abajo. También es bonito tener niños en las navidades. Ellos son los que más disfrutan de estas fiestas y hacen que recuperes parte de esa inocencia olvidada. Acabo de escuchar en la tele a una niña que explicaba que Papá Nöel le había traído todo lo que le había pedido menos el hamster. Y añadía toda sería que la carta de Papá Nöel explicaba que no se lo había podido traer porque los hamster ponían nerviosos a los renos.

En fin, ya han pasado. Al menos, la primera parte. Y aunque las coreografías navideñas vayan siendo cada vez más minimalistas (excepto en el Corte Inglés), siguen manteniendo ese halo de ternura y complicidad familiar que las hace insustituibles. No acabo de entender a los que rechazan la navidad. Se ponen excesivamente serios.

sábado, diciembre 23, 2006

La sonrisa

Lo oí en el autobús que me traía a Pamplona. Alguien comentaba a su vecino de asiento lo que echaba de menos su sonrisa. La sonrisa de alguien a quien había querido, supongo. Lo decía con ese tono vacilante de las emociones profundas.
Yo también me emocioné al escucharla. De lo que recuerdas de una persona nada tiene comparación con su sonrisa. La sonrisa y lo que va asociado a ella:una mirada brillante, un gesto distendido, quizás palabras en tono jocoso. Pero es la sonrisa lo que te penetra, lo que te absuelve, lo que pone en marcha tus propios motores afectivos. Es como un chute de energía que te despierta de inmediato; como un rayo de luz que levanta esas nieblas pesadas que a veces se apoderan del espíritu. Adoro las sonrisas y las risas y todo lo que suelen llevar consigo.
A lo largo de la vida uno se va cruzando con muchas personas. Algunas pasan desapercibidas. Pero casi nunca pasa eso con aquellas que sonríen. Esas se te cuelan dentro. Acabas necesitándolas o, cuando menos, deseas volver a verlas porque su presencia alegre forma parte de tu alimentación básica.
En lo que a mí se refiere, tengo que confesar que soy afortunado. Mi vida ha estado llena de gente así. Gente que no sólo sonríe, sino que te mete en su sonrisa, la comparte contigo. Yo mismo creo que he sido sonriente y reidor siempre. Aunque últimamente me dicen que soy una persona muy seria. Eso me está agobiando un poco. Quizás por eso necesito cada vez más de personas sonrientes. Para contagiarme de ellas.

El frío

Dice el dicho andaluz que existen, con sentido bien diferente, "el calor", "la caló" y "los calores". El primero es esa sensación agradable que te hace sentir bien. Lo que es “la caló” lo saben sólo quienes hayan paseado por Sevilla en Agosto, algo que te hace hervir la sangre y calcina las ideas. Los otros pertenecen al mundo de las sensaciones que se acumulan con la edad.
Pero quizás se podría decir algo parecido del frío. Existe el frío normal (ése que los bilbaínos llaman fresco) o el frío-frío como el que hacía ayer en Logroño y hoy en Pamplona. Y luego esta ese otro frío menos visible pero mucho más penetrante, que te cruza las vísceras y te deja, literalmente, helado. A veces, ni siquiera tiene que ver con la temperatura. Puede ser una noticia, una mirada, un enfado, la pérdida de algo que considerabas valioso para ti.
Al primer frío, el que viene de fuera, es fácil hacerle frente. Te abrigas o te echas dos copas y la cosa puede ir aliviándose. El segundo es más difícil de neutralizar porque actúa sobre los propios mecanismos de recuperación que podrías utilizar. Es un frío que, por un lado, duele (un dolor intenso como cuando uno juega con la nieve) y por el otro te deja frío, apático, incapaz de reaccionar. Eso es lo que cuentan los alpinistas que sucede cuando se te hiela el cuerpo. Es un frío que mata si no le buscas una solución rápida. Pero cómo hacerlo.
¿Quién sabe como se puede afrontar ese frío interior? ¿Bastará con tener paciencia y esperar que se pase solo? ¿Será peor si lo dejas estar porque al final perderás cualquier posibilidad e recuperarte?
Hace unos días me sentí así. El frío exterior se coaligó con el interior. Fue una sensación terrible donde todo parece fuera de control. Afortunadamente las cosas han ido mejorando mucho. Por dentro. Por fuera no, estamos ahora a menos 3 grados.
¡Señor, señor! ¡Qué comedura de coco! Y al final, a lo mejor es sólo una gripe que estoy incubando.

martes, diciembre 12, 2006

Sustitutos.

Este fin de semana vi una película atractiva. No ganará un Oscar pero se deja ver. Es original. Y, en ciertas cosas, te hace pensar. "Elisabethtown" es el título y no es otra cosa que una comedia romántica en la que un creativo fracasado se encuentra con una chica totalmente asertiva que le hace salir de su deseo de suicidio. Pero entremedias de la historia aparecen de esas ideas que te hacen pensar.
Empieza el film con una muy sugerente distinción entre fracaso (cualquier idiota puede tener un fracaso) y fiasco (un desastre descomunal que hace que todos te miren sonriendo porque al menos esa vez no les ha pasado a ellos). Gracioso pero verdad.
Me gustó especialmente su idea de los sustitutos. Ella tiene un novio al que casi no ve. Él tiene una novia que casi le ha dejado. Ella verbaliza su situación diciendo que ya tiene asumido que en el fondo, para su novio, es una sustituta. Aparece cuando otras cosas más importantes dejan espacio. A veces es el trabajo, otras las tareas diarias, otras ciertas emociones pasajeras. Pero ya se había acostumbrado a ser la sustituta.
Ese sentimiento lo he vivido también yo muchas veces en relación a las personas con las que mantienes relaciones más estrechas. En realidad no pasas de ser un sustituto. Cuesta muchísimo llegar a titular, a estar en esa primera posición que hace que sean las otras cosas-personas las que jueguen el papel de sustitutos. Y, desde luego, resulta casi imposible mantenerse ahí. Hay temporadas enteras que te toca chupar banquillo. Y otras en la que tu posición se parece a la bolsa, tus acciones suben o bajan con pasmosa facilidad. Y a veces no sabes por qué. Sólo que sientes que ese día estás bastante atrás en el escalafón porque han aparecido otros protagonistas que captan más la atención y los afectos de tu partenaire.
Y, sin embargo, ¡qué gusto da cuando sientes la sensación de estar ahí, en la primera fila! Sentir que la otra persona está contigo, que por alguna razón mágica en ese momento captas casi toda su atención (captarla toda queda reservado para momentos íntimos) por encima de otras personas, de otras preocupaciones, de la televisión, del ordenador, del móvil, de la conversación, de las tareas en marcha. Segundos, minutos, horas... ¡Qué placer inmenso!
Claro que eso es fácil de pedirlo desde la posición de quien desea recibir esa atención. Pero, seguramente, eso no se consigue si la otra o las otras partes de la relación no conceden el mismo privilegio. Y ahí aparece el problema. Yo sé que deseo recibir esa atención porque es lo que más feliz me hace. Pero no estoy tan seguro de que sepa ofrecerla a quien está conmigo. Así que esa sensación de sustituto que yo tengo debe estar bastante extendida entre mis amigos y amigas. También se deben sentir "sustitutos" en relación a mi. Algunos me dicen que, a veces, llega un momento en que desconecto y mi cabeza se va. Yo creo que exageran.

domingo, diciembre 10, 2006

Magnífico puente.

Y fué que sí, que resultó ser arco iris. Y no precisamente un arco iris metereológico. Hizo un tiempo horrible de lluvia, granizo, frío y nieve. A rachas y con saña. Pero resultaron unos días magníficos. De esos en los que disfrutas de las zapatillas y de toda la calma hogareña. Uno se puede enamorar también de esa simplicidad de lo cotidiano. Sobre todo si acostumbras a andar como un zascandil de hotel en hotel y de aeropuerto en aeropuerto. Hasta eso tan cursi y tan inglés de "hogar, dulce hogar" se convierte en algo muy prometedor.
Bueno, pues eso. Un magnífico puente. Hice los deberes que tenía pendientes (vamos, alguno; no consigo ni imaginar qué sería eso de acabarlos todos), fuimos al teatro (Retorno ao deserto, una obra excesivamente pretenciosa del Centro Dramático Galego), al concierto (qué placer para los sentidos la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvorak), paseamos cuando dejaba de llover y vimos mucho cine. ¿Qué más se le puede pedir a un puente?
De sobresaliente.

miércoles, diciembre 06, 2006

¿Puente o arcoiris?

He tenido mucha suerte en que esta semana nos venga el regalo de un puente enorme. El más largo que puede haber, de miércoles a domingo. Una maravilla. A mí especialmente me viene de perlas. Tanto que no sé si tomarlo como un puente o como el arcoiris que aparece después de una fuerte tormenta.
Han sido días muy duros estos últimos. De esos en que sientes que se te rompen todos tus puntos de apoyo. Todo se te hace pesado, imposible. Al agotamiento de Chile se unió un viaje de regreso fatal, a eso la angustia de la muerte inesperada de una de mis mejores amigas y para acabar de arreglarlo un día de trabajo poco satisfactorio con la guinda final de una clase llena de protestas de mis estudiantes. Si jugáramos al estúpido juego ése de quién se siente más desgraciado, creo que ayer no me hubiera ganado nadie.
Hubo un tiempo en que me gustaban las peleas con los estudiantes. Más o menos, me sabía el guión. Ellos no quieren hacer exámenes y tratan de argumentar que, estando en Pedagogía, parece absurdo que aún sigamos con la vieja historia de los exámenes. Este podía ser un tema no de discusión con ellos, sino un tema del programa pues la materia que les doy es la de Avaliación das aprendizaxes. Pero tenían razón en muchas de sus críticas: que los dos profesores que impartimos esa asignatura a los dos grupos no nos coordinamos y que planteamos exigencias distintas (los del otro grupo no han de hacer examen, les basta con un trabajo); que, a veces, se les acumulan muchos trabajos que han de entregar casi a la vez; que deberían tener por adelantado las guías de la materia, etc. etc. Y en definitiva, que tienen excesivas materias para poder atenderlas todas con el nivel de exigencia que les pedimos.
En sí, sus protestas, salvo la primera que me parece muy justa, repiten el guión habitual. Pero hacía años que no pasaba en mis clases. Y como me cogieron en un día bajo me sentí realmente culpable de muchas de las cosas que decían, sobre todo las que afectan a la coordinación. Es bien contradictorio que yo ande predicando por el mundo adelante la necesidad de configurar proyectos conjuntos entre varios profesores (eso de "clusters de materias impartidas por clusters de profesores") y yo mismo no esté bien coordinado con el otro profesore que da mi misma asignatura a otro grupo. Decir como disculpa que se trata de la materia de otro compañero al que sustituimos por este año que está él de sabático, ayuda a entenderlo pero no lo justifica en absoluto. En fin, uno siempre espera que sus alumnos estén a gusto con él, que deseen aprender y que sean benevolentes con tu esfuerzo por atenderlos. La sensación ayer fue muy diferente a eso. Y encima me cogieron en un día bajo. Así que salí de puente como quien escapa de un zulo en el que lo tuvieran encerrado.
No sé lo que dará de sí este puente. Ha comenzado bien. Espero que vaya mejorando. O tendré que darme al alcohol y al sexo.

martes, diciembre 05, 2006

Adiós María.

Querida María Ros, acabo de enterarme que nos has dejado. Ha podido más que tú una artera enfermedad que ha llegado de forma sorpresiva y a traición. Ahora que estabas en lo mejor de tu vida. Ahora que habías reajustado tus prioridades y te habías prometido que merecía la pena vivir y vivir de otra manera, sin estar tan entregada al trabajo y la producción científica. Casa importantes en tu vida pero que así vistas en perspectiva desde la madurez que dan los años te acabaron apareciendo como cosas menores.

No me lo puedo creer, pero es verdad. Al final no importa mucho si nos lo creemos o no. Quizás ésa es la peor consecuencia de la muerte de los amigos. Te dejan sin fuerzas, se pierde la lógica. Cualquier cosa puede ser, aunque resulte imposible creérsela. ¿Por qué tú? ¿Por qué ahora? ¿Por qué de una forma tan repentina?

Algo muy profundo dentro de mí se rompió esta mañana cuando me enteré. Como en una náusea irreprimible me vinieron a la cabeza todos los momentos que hemos pasado juntos, todas las emociones que hemos compartido, todo el cariño que nos hemos profesado. Por eso me parecía imposible que fuera verdad lo que me decía el email de Valverde: “ha muerto María Ros, siento tener que decírtelo”.

Aún recuerdo nuestras largas e intensas conversaciones de estudiantes de Psicología contándonos cosas que no era fácil contar; nuestra complicidad y apoyo en el trabajo académico asentada en una mutua admiración intelectual. Tengo un recuerdo especialmente vívido de la muerte de tu padre. De cómo eso rompió todas tus lógicas y desestructuró todas tus seguridades. Poco pude hacer en aquellos terribles momentos pero me gustó mucho estar a tu lado y compartir tu desesperación.

Los amores nos llevaron por derroteros distintos, pero así y todo seguimos congeniando igual de bien ya de casados. Y nuestra amistad continuó. Fueron hermosos aquellos encuentros entre los 4, conversábamos sobre todo, discutíamos , nos apreciábamos. Juan y Elvira parecían estar siempre de acuerdo y opuestos a lo que tú y yo pensábamos. Y eso hacía intensas nuestras discusiones y eternas nuestras sobremesas. Cuántas veces fui a vuestra casa a dormir cuando debía quedarme en Madrid. Cuántas veces fui a buscarte a la Facultad para charlar un rato contigo. Me encantaba. Ambos hemos vivido muy intensamente la universidad y hemos peleado mucho nuestra carrera académica. Teníamos mucho en común.

Las últimas veces que nos hemos visto (cuando la Univ. Europea de Madrid me dejaba perdido en su residencia de Villaviciosa y yo os llamaba desesperado y salíamos a cenar) han sido igualmente interesantes. Tú eras mujer que siempre estaba buscando algo. Sólo que ahora querías cerrar el ciclo de la dedicación obsesiva a la universidad y al trabajo intelectual. Una de las veces me contaste que estabas en un curso de danza del vientre, lo que me hizo mucha gracia porque nunca me lo hubiera imaginado en ti. Otra vez te encontré bastante desanimada con la universidad y deseosa de mandarlo todo al carajo. En nuestro último encuentro, Elvira, tú y yo habamos mucho de eso. Ya no eras la María dispuesta a cualquier sacrificio por el éxito académico. Ahora querías vivir, vivir de otra manera. Comenzar a disfrutar de las pequeñas y grandes cosas de la vida. ¡Qué cruel es el destino! ¡Qué inoportuno!

Querida María, mucha gente se cruzó en tu camino. Tuve la fortuna de ser uno de ellos. Todos te estamos llorando ahora. Seguro que cada uno de nosotros, los que te conocimos y te quisimos mucho, tenemos de ti recuerdos intensos que estos días habrán revivido teñidos del dulzor del recuerdo y de la amargura de la pérdida. Cuesta hacerse a la idea de que ya no te tendremos más, de que no podremos hablar más contigo. Cuesta creer que te has muerto, así de sopetón.

Ya sé que este escrito es más para mí que para ti. Necesitaba decirte y decirme todas estas cosas que salen así a borbotones como las lágrimas. He llamado a Juan pero no he sabido qué decirle. ¡Qué se puede decir a alguien en un momento así! Sólo eso, que supiera que estamos cerca de él. Que sentimos con él nuestra propia amargura y que puede contar con nosotros para lo que sea.

Querida María, que seas feliz en esa nueva vida. Ojalá puedas sentir lo mucho que hemos sentido tu muerte y el vacío que nos dejas. Ojalá puedas sentir nuestros sentimientos. Ese beso que no te pude dar de despedida, esas lágrimas que no pude llorar en tu funeral te las ofrezco ahora en la manera en que yo sé. Recordándote.

lunes, diciembre 04, 2006

Lección matutina

El XL Semanal que acompaña a la Voz de Galicia trae hoy lunes una hermosa carta al director a la que han premiado como "la carta de la semana". Se lo merece. Se titulaba "Tiempo de agobios". Osea, que hablaba de mí. Decía:
Los tiempos que corren son para muchos tiempos de agobios. No sólo se agobian quienes ostentan altas responsabilidades en los destinos de los países o en la compleja gestión de las fusiones empresariales, sino que se agobia el tendero de la esquina, el chófer del autobús o la madre que acompaña a sus hijos al colegio. Si se observa con detenimiento, se descubre fácilmente que quienes se lamentan de estar agobiados es, de ordinario, porque tienen su atención desparramada en varias actividades simultáneas, en lugar de concentrarse en una sola. Si nuestra atención se dispersa en diversas tareas, incluso aunque sean placenteras o atractivas, los resultados son muchísimo más pobres que si atendemos una actividad detrás de otra tratando de poner en ella toda nuestra atención. Los seres humanos no somos máquinas multitarea, sino que alcanzamos nuestra plenitud cuando atendemos a una sola persona o una sola actividad que ocupa por completo nuestro horizonte vital en ese determinado momento. Muchos de nuestros conciudadanos viven agobiados y no saben por qué. Creen que es por el exceso de obligaciones o por los atascos, pero la causa de su estrés no está en el exterior, sino en el interior: están agobiados porque les falta tiempo por dentro para vivir el presente y así poder disfrutarlo, haciendo una cosa detrás de otra, con paz y una sonrisa.

No creo en esas cosas, pero de hacerlo pensaría que alguien había preparado ese texto para que yo me encontrara con él en el desayuno. Pero así ha sido. Ya tengo en qué pensar para todo el día.

domingo, diciembre 03, 2006

Agotador Chile

Ya estoy de regreso en España. En el aeropuerto, por supuesto. He perdido la conexión, como era de esperar. He corrido como un desesperado desde la T4S, salvando los miles de obstáculos que ahora existen (inmigración, control de entrada, paisanos de excursión por la terminal sin enterarse de nada) para llegar a la puerta de salida cinco minutos después de que cerraran el vuelo. En fin, yo no soy de jurar, pero unos cuantos juramentos me hubieran relajado bastante.
La experiencia chilena ha estado bien pero ha sido agotadora. Hasta qué punto de agotadora que hasta soñé que estaba en la cama con una amante encantadora que me daba un masaje y yo me quedaba dormido...y ella se iba. Ahí empecé a preocuparme. No se puede caer tan bajo ni en sueños. Pero la verdad fue ésa: llegaba al hotel a las 8 de la noche (desde las 7,30 de la mañana que salíamos para la universidad) y lo único que quería era tumbarme en la cama y dormir. Ni el milagroso piscosauer era capaz de mejorar las cosas.
Pero, en lo académico, la experiencia fué muy interesante. Creo que hemos logrado construir un verdadero modelo de formación de profesores basado en competencias. Casi nadie lo creía. La semana de trabajo de Agosto sirvió, sobre todo, para aclarar conceptos. Pero a medida que hemos ido avanzando yo mismo lo he tenido más claro y, al final, creo que también ellos se han convencido. Quién me diera poder ponerlo en marcha también en España.
Bueno, y ahora a esperar que pasen estas 4 interminables horas hasta el próximo avión.

martes, noviembre 28, 2006

Acogedor Chile

Podría decir, como el protagonista de aquella película, que “si hoy es jueves, esto es París”. Y no solamente porque hoy sea lunes y, efectivamente, mi agenda dice eso: Valparaíso. Uno sabe bien que está en Chile. No solamente por la inmensa cordillera que te recibe cuando el avión comienza el descenso hacia el aeropuerto de Santiago (maravilloso el Aconcagüa, la mayor montaña de toda Iberoamérica), sino por todo lo que te rodea. Desde las inmensas viñas hasta las chocantes llanuras rodeadas de montañas, incluyendo la indescriptible combinación de mar y cerros de Valparaíso y las hermosas playas de Viña del Mar. Y, sobre todo, por la gran categoría humana de sus gentes. Conozco Chile desde hace bastantes años. Pero fue en Agosto cuando conocí al grupo de profesores implicados en el Proyecto MECESUP en el cual participo como asesor internacional. Estuve una semana con ellos en Agosto y vuelvo ahora por segunda vez. Y es como si nos conociéramos de toda la vida. Se empatiza muy bien con ellos y ellas. Te sientes como en casa porque se ha ido generando entre nosotros una relación muy cordial e intensa. Yo creo que ésa es la característica común de todos los países sudamericanos. Es lo que he sentido este fin de semana en Méjico, lo que siempre he sentido en Brasil y Colombia, lo que acabo de sentir hoy día entre estos grandes y recientes amigos/as chilenos. Tengo que reconocer que esto crea una fuerte adición. Y te impulsa a volver.

domingo, noviembre 26, 2006

Decir "te quiero"

Sucedió. Si tuviera que decir algo después de la boda de ayer, diría que comprobé una vez más el encanto de la gente mejicana. Gente que te dice lo que siente sin necesidad de tapujos, sin cortarse. Uno (yo al menos) no está acostumbrado a ese tipo de mensajes directos que desbordan emociones. Claro que en una boda se crea un clima propicio para que eso suceda, pero no había experimentado eso en bodas españolas. Mucha gente se acercó a decirme lo mucho que querían a mi hermano, lo que lo valoraban, que lo sentían como parte de su familia, que harían cualquier cosa por él. Lo mismo con respecto a mis padres. Cada conversación se desarrollaba entre abrazos y en cada abrazo se me llenaban de lágrimas los ojos. Y así hasta las 5 de la mañana. Ni en aquellos grupos de encuentro de los años 80 había vivido yo tanta carga emotiva.
Se lo comenté a mi hermano y me dió una buena lección. Le decía yo que quizás era que habíamos bebido mucho y que eso disminuía nuestros controles y represiones. Me riñó: "Nada que ver con los tragos, hermano. Lo que sucede es que a tí te cuesta mucho decir 'te quiero'. Quieres a la gente pero no se lo dices. ¿Desde cuando no se lo has dicho a nuestros padres? ¿Desde cuándo no me lo has dicho a mí?" Y el abrazo que vino después fué el más emotivo de la noche. Un tercer grado emocional.

sábado, noviembre 25, 2006

De brindis y amores

Ya estoy en Méjico. Y hoy es el gran día de la boda. Ya llegó la familia y empiezan a aparecer los invitados. Todo tiene ese áura especial de los días hermosos. Tal como son los mejicanos, estoy seguro de que abundarán las expresiones cargadas de sentimientos y emociones.
Como hermano mayor y en ausencia de nuestros padres, me toca hacer de representante familiar.Entraré en el cortejo con la madre de la novia y bailaré con ella tras sus primeros pasos con el novio-marido. Pero lo que más me preocupa es que me han encomendado que haga el brindis oficial antes del inicio del banquete.
No es la primera vez que lo hago, pero no es tarea simple. La gente ha visto muchas películas de Hugh Grant, con su gracejo para los brindis y luego quieren que uno cuente chistes y diga alguna gracia con respecto a los presentes. A mí así no me sale.
¿Qué se le puede decir a un hermano que se casa? Si me pongo sentimental y aludo a la ausencia de nuestros padres, capaz que me eche a llorar. Si aludo a hechos de su pasado es probable que me digan como a la María del cuento "cállate, cállate, hablador". Si hablo de la belleza del amor y el compromiso, me quedará un discurso cursi. De psicólogo no puedo hacer para no resultar pedante. Yo les cantaría la canción de la Chavela Vargas (esa de que todas las noches sean noches de boda y todas las lunas sean lunas de miel) pero no me va a ser fácil con mi oido. En fin, un lío.
Al final creo que simplemente los felicitaré y les desearé en nombre de todos los presentes (y de muchos ausentes) la mejor suerte del mundo para esa aventura que se disponen a confirmar oficialmente. Y quizás hasta me permita algún consejo personal. De algo me tiene qe servir mi larguísima experiencia de casado. En todo caso me encantan las bodas. Me traen añoranzas.

viernes, noviembre 24, 2006

Las despedidas

Me pasa con mucha frecuencia que, a la hora de salir de viaje, daría cualquier cosa por echarme atrás y suspenderlo. Soy alérgico a las despedidas y empiezo a sentirme mal bastante antes de que se inicie el viaje. Sobre todo cuando viajo sólo. Se mezclan un cierto sentimiento de culpabilidad (por separarte de tus seres queridos y por dejar tus tareas a otras personas trasladándoles tus agobios) y una cierta angustia por lo que pueda pasar a los largo de los días que estarás fuera. Así que, por lo menos al principio, disfruto poco de los viajes.
Este viaje que hoy comienzo está resultando especialmente duro por muy diversas razones. Ni se produce en el mejor momento ni ha estado exento de tensiones y lágrimas. Me voy dolorido y eso que, siendo el motivo la boda de un hermano, debería estar derrochando alegría. Pero esta vez no es así. Me siento fatal cuando personas que aprecio quedan disgustadas conmigo
Iberia también ha puesto su granito de arena cancelando el vuelo y haciéndome parder un día. Así que llegaré a la boda supurando jet lag por todos los poros. Y que no me pierdan las maletas que quedaron facturadas desde ayer, porque tendré que ir a la ceremonia de vaqueros y camisa de manga corta. Manos mal que por lo menos se han portado bien ofreciéndome viajar en Bussiness.
Así que lo que comenzó siendo amargo puede ir transformándose en agridulce. Espero de la alegría mejicana que haga el resto y me permita sentirme realmente incorporado a la fiesta que vamos a celebrar.

miércoles, noviembre 22, 2006

El teatro y la educación

Han venido a ofrecernos participar en un master sobre Pedagogía teatral. Para una Facultad de Educación como la nuestra es un reto interesantísimo. Siempre he pensado que el teatro forma parte de la formación que deberían recibir todos los que vayan a dedicarse a la educación, en cualquiera de sus ámbitos. Nuestro trabajo es demasiado estresante, te exige una implicación personal fuerte. Salvo que tengas capacidad para salir de tí mismo y verte como un personaje que actúa, lo pasas fatal.
Hace algunos años se pusieron de moda los cursillos de psicomotricidad relacional y los grupos de encuentro. Participé en bastantes de ellos e, incluso llegué a dirigir algunos. Allí tenías la oportunidad de enfrentarte a situaciones que ponían en juego tus características personales. Tan acostumbrados a resolver las cosas con la cabeza, nos cuesta expresar y gestionar sentimientos y emociones. Yo creo que me vino muy bien. No es que vaya a cambiar tu carácter (sigo siendo igual de introvertido y zulú) pero te hace más sensible a las demandas de los otros y mejor conocedor de tus propios puntos fuertes y débiles en lo personal.
Y resulta muy interesante en nuestro campo porque la educación se basa mucho en las relaciones y en los afectos. Y, a veces, lo olvidamos. No es sólo la relación entre alquien que sabe con otros que ignoran, o de alguien inteligente (o que se cre inteligente) con alguien a quien creemos torpe o poco motivado. Al final, es la relación entre personas. Entre adultos y jóvenes, cada uno de ellos viviendo su propio personaje, algunas veces de forma bastante rígida. Por eso aparecen tantos conflictos. Yo creo que el teatro nos ayudaría mucho a expresar emociones, aunque fuera poniéndolas en otros personajes, jugando a intercambiar roles.

Y el teatro sería, también, estupendo para nuestros alumnos. Todas las escuelas deberían tener su grupo de teatro como muchas ya tienen su grupo de música o de deportes. También ellos necesitan manejar su personaje, elaborarlo, imaginarlo de forma distinta, representarlo como si fuera alguien distinto a ellos mismos. Ahora que hablamos tanto de violencia escolar y que nos manifestamos en solidaridad con los colegas agredidos, sería bueno recordar los trabajos de Redl y Wineman con niños que "odiaban la escuela". Ellos utilizaban mucho el teatro porque a través de él podían mejorar mucho su nivel de empatía. Los agresores podían actuar de agredidos y éstos de agresores y cada uno podía percibir y sentir las vivencias del otro y llegar a ajustar las propias.
Me encantaría que el proyecto saliera bien y que dentro de unos años, los futuros profesores tuvieran en su mano una nueva herramienta educativa. Y que todas las escuelas fueran generando sus grupos de teatro como magnífico recurso formativo.

lunes, noviembre 20, 2006

La naturaleza

Acabo de regresar de Tenerife. Ya lo conozco bien de muchos viajes anteriores, pero cada vez que regreso allí me sorprende su naturaleza pujante. Tenerife es, sobre todo, naturaleza. Hermosa a más no poder. Naturaleza en todos los órdenes y categorías. Naturaleza pura, vibrante, orgullosa. Te humilla con su poder pero hace que te sientas bien.
Me encantan las montañas picudas y cortantes del Este. La carretera que va de la Playa de las Teresitas (allí íbamos a ligar en nuestro tiempo de milicias universitarias en Los Rodeos) a La Laguna es realmente sobrecogedora por los paisajes que te ofrece. Cuando se habla de "sierra" para describir un conjunto de montes, deben estar hablando de éstos. Las fuertes lluvias de los últimos días las habían dejado con una tonalidad verde-azulada que aún mejoraba la impresión.
El mar en el Puerto de la Cruz estaba encrespado y hacía saltar las olas de forma preciosa. Cenar acompañados por ese espectaculo fue estupendo.
Me regalaron el sábado con una visita al Teide. ¿Qué se puede decir de una experiencia así? Cada vez que te acercas a él, es distinta. Cada vez te muestra detalles nuevos que te dejan asombrado. ¡Hay tanta vida en la naturaleza muerta del Teide!. ¿Estará muerta realmente? Parece milagroso que se conserven en pie rocas que penden de un hilo. Resulta impresionante ir comprobando cómo van cambiando los cultivos a medida que asciendes. Y cuando llegas a la zona volcánica puedes cerrar los ojos un momento, pensar en lo que sabes de volcanes y volver a abrirlos para comprobar sobre el terreno cada una de las imágenes que te has formado. El Teide es el mejor libro de texto que conozco para estudiar los volcanes y la naturaleza, en general. Como uno de esos cadáveres que los profesores de medicina utilizan para ir mostrando cada músculo, cada articulación, cada rastro del paso del tiempo. Hermosa experiencia, la verdad.
Era un viaje de trabajo combinado con la necesidad de un poco de relax personal y de recarga de energía. Y, salvo que tuve que levantarme a las 6 de la mañana porque me acojonaron diciéndome que del Puerto de la Cruz a La Laguna (20 Kms. escasos) donde tenía que pronunciar mi conferencia tardaría dos horas y media largas (aunque sólo tarde una hora y, claro, tuve que esperar otra hora y medio haciendo el parvo en la puerta de la facultad), la verdad es que fué estupendo. Es como recargar las pilas.
Sólo que ahora precisaré de otro par de días para descansar. Es que, como decía una amiga, "es muy dura la vida del turista". Y si eres sólo medio turista (porque además has de trabajar) pues aún lo tienes más complicado.
Y ahora a preparar el siguiente viaje. El jueves salgo para Méjico y de allí a Chile. A ganar puntos de Iberia Plus.

jueves, noviembre 16, 2006

De aeropuerto en aeropuerto.

En una ocasión en que regresaba de Córdoba en el AVE y tomé un taxi en Madrid. El taxista (con esa curiosidad y desfachatez que tan bien combinan los taxistas madrileños) al enterarse de dónde venía y a dónde iba (yo seguía hacia Méjico, creo) me preguntó si era Willy Fog. Mis amigos se ríen y (más cultos ellos) me tildan de homo viator y se cachondean inmisericordes. Pero esa es mi vida. No sé si lo es porque la he escogido yo así o si, por el contrario, son mis circunstancias las que me tienen como puta por rastrojo
Por supuesto, no hay nadie de mi entorno que no haya hipotetizado el porqué de una vida tan movida. Desde los más crueles que aseguran que estoy huyendo de algo, hasta los más tocapelotas que aseguran que tengo varios líos de faldas por ahí (y lo dicen delante de mi mujer, claro). Los más amables señalan que mi problema es que no sé decir que NO y así me voy liando la manta a la cabeza hasta que me encuentro sin posibilidad de atender a los compromisos asumidos por duplicado. Los hay también, al final me muevo entre psicólogos, que creen que mi problema es que tengo una fuerte dependencia narcisista. Que la vida cotidiana no satisface lo suficiente mi ego y que preciso salir y experimentar el éxito en diversos contextos para sobrevivir. Vamos, que los aplausos y las felicitaciones me ponen.
Es probable que todos tengan un poco de razón (menos los de los líos de faldas, por supuesto, por favor, soy un caballero). Lo que sí tengo que reconocer es que las salidas y los viajes tienen su aquel terapeútico. Consigo olvidarme del cúmulo de cosas que dejo en el despacho y por unos pocos días hasta respiro. Lo malo viene al regresar porque, claro, nadie ha hecho lo que tenía pendiente y allí está todo acumulado. Y eso que mis colaboradores, pobrecillos, andan con taquicardias para poder resolver los desaguisados que les dejo pendientes.
En esto de los viajes me pasa como a los gallegos con el tiempo. Siempre estamos quejándonos de que llueve mucho (ahora ni tanto) pero en cuanto tenemos 4 días seguidos de sol añoramos como locos un poco de lluvia. Algo así me pasa con los viajes. Me agotan y, si por mí fuera, renunciaría al final a la mayor parte de ellos. Pero en cuanto paso un tiempo sin viajar también los hecho de menos. Debo tener adición a los puntos de Iberia Plus. Seguro que es eso.

miércoles, noviembre 15, 2006

Violencia y profesores

Los profesores estamos de moda estos días. La prensa recoge diversas manifestaciones en apoyo de compañeros que, se dice, han sido agredidos por alumnos o por sus padres. Seguramente tienen razón en protestar y me parece magnífica la muestra de solidaridad que esas manifestaciones entrañan. Pero deberíamos ser prudentes con eso porque corremos el riesgo de criminalizar a nuestros estudiantes de forma generalizada. Y en todo caso, se transmite la idea de que las escuelas son un caos. Una profesión como la docente tiene que evitar posturas defensivas porque, a la larga, eso sólo va a dificultar aún más la relación con los estudiantes adolescentes.

No quiero hacer de abogado del diablo, desde luego. Reconozco que se producen casos de conductas agresivas y que los padres tienen mucho que cambiar en su actitud hacia la escuela y los profesores. Si yo le hubiera contado a mi padre que mi profesor me había pegado (en mis tiempos aún se soltaba un bofetón de vez en cuando) lo primero que haría sería darme él otro. Luego me preguntaría qué había pasado pero uno ya sabía desde el comienzo de parte de quién estaba él. Y eso que en una ocasión en que el maestro se había pasado se fué furioso a la escuela (después de castigarme, por supuesto) a advertirle que nunca más. Es verdad eso de que antes los profesores podían decirnos "mira que se lo digo a tu padre" y que ahora, en cambio, son los chavales los que nos sueltan amenazantes "mira que se lo digo a mi padre".

Pero lo que yo quería decir, es que resulta peligroso cuando los medios de comunicación comienzan a hipertrofiar el volumen y la gravedad de los hechos. También a algunos investigadores se les ha ido un poco la olla. Decir que más de la mitad de los alumnos ha sufrido agresiones o que un porcentaje alto de profesores viven angustiados es querer marcar paquete pero sin razón. Cuando uno lee a qué llaman agresión (llamarte por un mote, por ejemplo) se entiende cómo llegan a ese porcentaje asustador.
Hace unos años me encargo la Xunta de Galicia una investigación sobre el tema de la violencia escolar(La convivencia escolar en las escuelas gallegas. Consejo Escolar de Galicia 2000). Participaron muchísimas escuelas y profesores de toda Galicia y los datos no fueron esos, ni mucho menos. Y una cosa curiosa, mientras los profesores dábamos mucha importancia a las conductas agresivas de los alumnos (entre ellos y con los adultos), los propios alumnos y, en parte, las familias indican que ese tipo de violencia es escasa y, en cambio, lo que sí hay bastante es violencia de los profesores contra los alumnos (verbal, de amenazas, de desprecios, de castigos, etc.). En el estudio se matizan estos datos pero resulta importante ver el problema desde más perspectivas que desde la mera culpabilización del estudiantado.
Ya sé que los profesores que se manifiestan no dicen eso (que todos sean culpables) pero sería bueno que, entre todos, entendiéramos que el problema no es solo de los muchachos, incluso de aquellos más inadaptados. A veces todo el sistema (incluidos nosotros mismos) no sólo no evita que aparezcan esas conductas sino que incluso las propicia.
Pero es un tema demasiado serio para solventarlo en tres párrafos. Volveré sobre él, sin duda. Sin ir más lejos, mañana mismo tengo que dar una conferencia a psicopedagogos andaluces sobre "escuela y diversidad". Seguro que sale el tema. Ya les contaré.

martes, noviembre 14, 2006

¿angelsaigos?

Mi comienzo en el blog ha estado marcado por la incertidumbre sobre quién podría leer lo que escribo y cómo reaccionará. Pero supongo que esa misma incertidumbre debe acechar a quien lea este blog. ¿Quién carajo es "angelsaigos"? ¿Es un nombre en clave? ¿Quién está detrás de esos textos?
Por supuesto, no me llamo así. Pero podría ser. Angel es parte de mi nombre (Miguel Angel), así que no cambio mucho. Y Saigós es un hermoso pueblecito del valle del Arga, en Navarra, donde pasé mi infancia. Era pueblecito minúsculo de sólo 8 vecinos donde mis hermanos y yo (somos 7 hermanos, yo el mayor) vivimos una infancia feliz. Había que ir a buscar el agua a la fuente, las mujeres iban a lavar al río y todos los vecinos teníamos huertas donde cultivábamos hortalizas y cada año se nos concedía un lote de árboles en el monte que cortábamos y con la leña manteníamos la cocina (aquellas cocinas grande de Orbegozo que servían para mantener caliente la casa). Pescábamos en el Arga donde todavía había muchos cangrejos y truchas. Pasábamos el día en la calle, pues no entraban coches en el pueblo y cuando había que comer o hacer algún recado, bastaba con que mamá nos llamara desde la ventana.
Teníamos la escuela en Zubiri a kilómetro y medio del pueblo y hacíamos ese viaje 4 veces al día, salvo cuando nevaba que, entonces nuestra madre nos ponía un bocadillo y quedábamos a comer en una casa de Zubiri. En fin, una infancia que hoy muchos ahora añorarían para sus hijos.
Todo eso para explicar por qué Saigós entra a formar parte del nombre de este blog.
Y por lo demás, solo puedo decir, por ahora, que soy psicólogo y pedadogo (en fin, nadie es perfecto) y trabajo como profesor de universidad. Mis otras manías ya irán apareciendo en el blog.

lunes, noviembre 13, 2006

Horas tristes

Ayer murió la madre de un compañero. Hace unos días la esposa de otro. Dentro de poco hará el aniversario de la desaparición excesivamente rápida de la esposa de otro compañero y muy amiga mía. ¡Hay que ver cómo se nos va complicando la vida a todos! En estos dos últimos años he perdido a más personas queridas que en toda mi vida anterior. La muerte que la veías antes como algo propio del futuro y, sobre todo, de otros, se te va colando dentro, como esa humedad gallega que te deja frío e indefenso. Nunca estás preparado para aceptarlo, ni siquiera cuando quien fallece es una persona mayor que ya ha cumplido su ciclo. Yo vivo angustiado pensando cuándo les pasará eso a mis padres. Pero debe ser aún más terrible cuando te llega de forma inesperada y traicionera y se lleva a prematuramente a alguien a quien necesitas. Eso le pasó a uno de mis amigos, en el mejor momento de su vida, cuando podían soñar en metas comunes para ellos mismos y para sus hijos. Pero llegó una enfermedad traicionera y se la llevó.

Y no hay nada que hacer. Cuando parece que sabes todas las respuestas , viene la vida (en este caso la muerte) y te cambia las preguntas. Y te quedas perdido, destrozado como esas imágenes de ciudades bombardeadas. Y a empezar de nuevo a construir nuevas respuestas.

En fin, todo esto para confesar que no sé que decir a mi amigo. Se me acaban las palabras. Tengo la impresión de que nada de lo que le diga va a suavizar un ápice el enorme dolor que debe estar sintiendo. Pero quizás para eso están los amigos, para hacerse presentes sin muchas pretensiones. No sé qué haré. Espero verle mañana y darle un abrazo.

Va a ser que nadie es perfecto

Después de un día con viaje y comida familiar y tras ver cómo mi equipo favorito caía duramente derrotado, me apetecía tener un momento de más relajo. Así que me animé a ir la cine y a ver esta peli.
Tengo que reconocer que mis presagios no eran nada buenos pues me temía una españolada pesada y chavacana. Pero me lo pasé muy bien. Supongo que querían remedar aquella otra americana de "no grites que no te veo". No alcanza la genialidad de aquella pero se defiende muy bien. Y pasas un buen rato.
Como fui solo no tuve con quien comentarla. Pero me pareció un gran canto a la amistad entre los tres protagonistas muy bien caracterizados. Las carencias de los tres dan lugar a momentos muy entretenidos. Por cierto, las mujeres en la película quedan en un muy segundo plano. Y las relaciones con sus parejas (a los que, obviamente dejan), llenas de tópicos. La primera que liga con el sordo, muy sexi. La gordita que liga con el ciego, un encanto de chica solo que un poco boba en relación al ex. Por cierto, qué bonito eso de enamorarse de una risa. Y la historia homosexual muy bien contada. Quien se anime a ir, si no espera encontrarse con una gran film, se lo pasará muy bien.
Por cierto, la música estupenda. Se me iban los pies con los ritmos tan cautivadores que fueron saliendo. Y la presentación final de todos quienes trabajaron en la peli, muy original (¡hay que ver qué enormidad de gente se necesita para hacer un film!) . Y el cine lleno (y de gente joven) que es como gusta ver cine (si no fuera por las puñeteras palomitas).

sábado, noviembre 11, 2006

¿Un confesionario o el Hide Park Corner?

¿Para quién se escribe un blog? ¿Para tí mismo o para que lo lean otros? ¿Y esos otros deberán estar seleccionados (que tú les des permiso) o podría ser cualquiera? ¿Y qué pasará si encuentra tu blog alguien próximo a tí (tu compañera, tus hijos, tus colegas de trabajo)? ¿Y si has escrito algo que les afecta y no les gusta los que has escrito?
Llevo muchos años escribiendo diarios y siempre ha sido una cuestión sin resolver. O te impones una autocensura con respecto a lo que puedes y no puedes escribir o corres un riesgo enorme de que lo que escribes caiga en manos de alguien que puede verse afectado. Mis amigos psicoanalistas me dicen que si escribes es que, aunque sea inconscientemente, deseas que alguien lea lo que has escrito. Y si lo haces en un blog ese deseo ya ni siquiera es inconsciente.
Pero yo lo que siento es que tengo ganas de contar cosas. Me encantaría tener una columna semanal en un periódico. Asumo todo lo que esto tiene de narcisismo. Pero también es un juego hecho de palabras. Puedes contar cosas e imaginar cosas, puedes ser tú y ser otros, puedes dialogar con gente que no ves y que probablemente nunca te lean. Tiene mucho morbo, la verdad.
Bueno, la cosa es que no sé si avisar a mis amigos de que he iniciado este blog o mantenerlo en secreto. Me encantaría mucho que lo supieran y que pudieran hacer los comentarios que deseen. Y, a la vez, soy consciente de que eso me hará perder libertad porque no podré dejar de pensar en cada uno de ellos y sus posibles reacciones cuando escriba.
Un lío.

jueves, noviembre 09, 2006

La vida plana

Los días se van sucediendo sin sobresaltos pero, el menos en este caso, con mucha intensidad. Suelen decir que la vida de los profesores es cómoda y plana. Desde luego no es ése mi caso. Ni en lo académico, ni en lo personal. El lunes, tras dar la primera clase, marché para Oporto en un viaje relámpago. Oporto es una ciudad capaz de despertar, en quienes somos asiduos visitantes, muchas emociones. En ella se mezclan con profusión la decadencia y el desarrollo, lo cutre y lo espectacular. Lo que más me gusta es esa combinación de agua (el río o el mar) y montaña. La misma que uno puede observar en Rio de Janeiro, o en San sebastión o en Lima. Y si a ello se añaden esas luces frías con que ahora se iluminan los edificios y monumentos, el espectaculo es realmente deslumbrante. Se genera un marco plenamente romántico por lo que si, además, puedes pasearlo y vivirlo con la persona adecuada acaba siendo una experiencia inolvidable.
Para quienes tengan la oportunidad les aconsejo un paseo por el río en la parte de Gaia, tomarse una buena perdiz con castañas (basta una ración para dos) en el Presunteria Tramontana y después (o antes) preparar la noche con un buen vino de Porto en el Solar de los Productores de Viño de Porto. Lo demás ya queda a la iniciativa de cada uno.

Pero eso fué el lunes y hoy miércoles estamos, otra vez, con el agua al cuello porque tenemos que entregar un solicitud de financiación para el grupo de investigación y acaba el plazo a las 14. Así que estamos otra vez en el pico del stres. Para que digan que la nuestra es una existencia plana...

domingo, noviembre 05, 2006

Modernidades


 
Hasta hace bien poco tiempo hubiera dicho que todo este rollo de los blogs no son sino modernidades. Modernidades en lo técnico y ganas de exhibición narcisista en lo personal. Y sin embargo aquí estoy, iniciando una aventura de comunicación sin destinatario, una especie de diario clandestino. Tiene su morbo y también su interés. Supongo que cada quien comienza a escribir el blog por razones bien diversas. O sin ninguna razón. En mi caso es un intento más por buscar medios de expresión que sirvan para dar salida a presiones, ideas y emociones que con demasiada frecuencia se agolpan en tu cabeza y precisan ser reelaborados a través de la escritura. La posibilidad de que otra gente los lea me genera una cierta ansiedad. Quizás eso limite más las cosas que quieras contar. Yo escribo habitualmente mi diario, pero también en ese caso corres el riesgo de que caiga, por alguna casualidad, en otras manos y que lo que fue escrito para no ser leido más que por tí (¿es posible que alguien escriba algo para ser leido sólo por él?, ¿no habrá siempre un deseo inconsciente de que alguien acceda a él?) sea desvelado por otros. También me ha animado el hecho de que otros buenos amigos y amigas tienen su blog y dicen que les ha servido mucho. Veremos qué da de sí. De momento ya he superado los primeros trámites de buscar un servidor que lo aloje y de seleccionar el formato. Hasta aquí ha resultado sencillo.