jueves, marzo 17, 2022

EL TRIUNFO

 


Da gusto ir al cine los miércoles. Con eso de que es el día del cine y las entradas están rebajadas (2,5€ de descuento en cada entrada, que no es moco de pavo) la sala estaba medio llena, lo que, últimamente, resulta hasta extraño. Y ver la película con gente es una satisfacción, se genera una especie de sinergia colectiva en la que las reacciones de unos generan contagio en los otros. Uno se siente acompañado y ése es uno de los encantos de ir al cine en lugar de disfrutarlo en casa.

Bueno, EL TRIUNFO no resultó tan buena ni tan divertida como prometía la publicidad, pero estuvo bien. De hecho, recibió el premio a la mejor comedia europea del 2020. Y sí, mereció la pena. La idea me pareció genial (sobre todo por vincular el Esperando a Godot con la historia que se cuenta), aunque por lo que indicaba en los rótulos finales, no sea tan una idea tan original pues la situación sucedió realmente en Suecia en los años ochenta.

El Triunfo es una película francesa (el cine francés es fantástico combinando comedia con dramas sociales para construir historias desenfadadas) dirigida por Emmanuel Courcol en 2020. Cuenta la historia de un artista de teatro en paro que se anima a liderar un programa de reinserción de reclusos mediante el teatro. Está protagonizada por Kad Merad (el artista) y una serie de actores que representan magníficamente a los diferentes reclusos, cada uno de ellos muy particular en sus características. Obviamente, la tarea no es sencilla y se van sucediendo situaciones entre cómicas y dramáticas que permiten hacer una radiografía del complicado mundo que es la cárcel.

Sin ser una obra maestra, tiene muchos méritos esta película. El principal, para mí, es el casting y la selección de actores para representar a los presos: tipos muy diferentes, de diversas etnias y nacionalidades, cada uno de ellos con perfiles muy diferenciados y creíbles. Menos creíble resulta la directora de la prisión, demasiado buena y empática para lo que suele suceder en la realidad. De la vida de la cárcel se ve poco, pero sí lo suficiente para establecer ese contraste entre el exterior y el interior, entre la consideración personal y singular que el arte otorga a cada sujeto y la forma rutinaria y despersonalizada con que la institución y los funcionarios les tratan.


 

El guión es otra de sus fortalezas. Una idea perfecta la de escoger como obra a representar el “Esperando a Godot” de Bekett. Ya lo decía uno de los presos, la vida en prisión es justamente eso, el esperar sin esperanza. Cada momento del día, casi siempre rutinario, solo tiene el sentido de ser el anterior al que vendrá después. Y eso es lo que esperas, que todo se vaya sucediendo según la tediosa partitura de una vida de encierro. Y la gran esperanza, la de salir, es la que más tarda en llegar, por lo que acaba desdibujándose como un anhelo imposible. Igual que Godot.

La película no tiene grandes excesos en efectos especiales. La vida en prisión no precisa de adornos. Luego, cuando consiguen salir a teatros, los escenarios recobran también una nueva vitalidad y, aunque solo sea el interior de un autobús o el espacio limitado de un camerino, allí hay ventanas sin rejas, puedes sentir la vida exterior, puedes, incluso, respirarla y saborearla durante los momentos de no-cárcel. No es extraño que alguno de los presos confiese que desde que actúa, su vida y él han cambiado.

Pero, quizás, lo mejor es el mensaje habitual de estos filmes franceses: la vida es algo complejo y simple a la vez (lo vimos en “Intocable”, la inolvidable película con Cluzet haciendo de paralítico y  Omar Sy de cuidador). Y es, justamente, buscando lo que tienen de simple, de natural, como podemos superar los grandes problemas. Si buscamos ir a la raíz, abarcarlo todo, acabamos abrumados por el sentimentalismo e impotentes. Y esa búsqueda de lo natural, de los recursos más a mano, ha de hacerse con la fe y paciencia de las personas fuertes, pero no, necesariamente, sofisticadas. Así es el personaje que se atreve a dirigir a presos que son todo lo más opuesto que se pueda pensar al mundo del fingimiento y el teatro. Desde luego, cada momento tiene su propio impedimento. Lo que sucede es que el tipo es cachazudo y sigue adelante. Con más fe que herramientas. Y al final lo consigue. Y lo mismo sucede con los propios presos actores. Cada quien ha de superar sus propias barreras y limitaciones. La vida tiene eso. 

Y la moraleja reside en que esa superación es una tarea coral. Ninguno de ellos lo hubiera conseguido a solas. Cuando sobreviene el bajón individual, siempre hay alguien que está en fase más positiva y puede echarte una mano. Y así el grupo se va construyendo y afianzando.

Todo parece torcerse al final de la historia, pero entonces aparece la genialidad del guión y encajan todas las piezas del “Esperando a Godot”.

En fin, El  Triunfo es de esas películas que te permiten salir de la sala con una sonrisa. Y creyendo que, efectivamente, el teatro (como el arte en general) es una fantástica herramienta para la reconstrucción de uno mismo. Da lo mismo si eres preso en una cárcel o un paisano cualquiera haciendo tu vida en cualquier sitio.

lunes, marzo 14, 2022

BELFAST

 

Me ha parecido una película fascinante, de esas que te mantienen en vilo desde el inicio, con una capacidad extraordinaria para tenerte en ponerte en situación y hacerte transitar constantemente entre el temor y la sonrisa. El propio inicio del film, en esa traca de violencia desbordada, te sumerge en una especie de desazón anímica que no te abandona a lo largo de toda la historia. Por supuesto, un impacto que se recrudece por todo lo que estamos sintiendo en estos días en relación a Ucrania, a la angustia que pueda estar sintiendo la gente de allí, a esa ambivalencia con respecto a si marchar o quedarse, al tener que enfrentarte a eso de o eres de los nuestros o eres nuestro enemigo…

Belfast es un film inglés del 2021 dirigido por Kenneth Branagh, quien también es el autor del guión. Él mismo es nacido en Belfast en 1960, es decir, en plena época del conflicto en aquella ciudad: los conflictos entre católicos y protestantes explotaron cuando él tenía 9 años. Así que, aunque lo hace con la serenidad que otorga el tiempo pasado y con las licencias que permite el arte, Branagh nos retrotrae a su infancia en un barrio convulso de Belfast.

 La película está protagonizada por Jude Hill (que hace un papel infantil realmente espectacular), Caitriona Balfe (la madre) y Jamie Dman (el padre). Pero con papeles extraordinarios de otros actores como Ciarán Hinds (el abuelo) y Judi Dench (la abuela). Nos cuenta la historia de un barrio de Belfast, su ciudad, en pleno conflicto entre católicos y protestantes, esa guerra civil en la que se mezclan tantas cosas, se rompe tanta existencia común que se hace inexplicable para aquellos mismos que la provocan y sufren. La película no entra mucho en las causas del conflicto, simplemente nos pone allí en la mitad del cirio y nos golpea con el sinsentido de toda guerra entre hermanos.

De que la historia está bien contada y del valor de la película nos hablan los numerosos premios y nominaciones (7 para los oscars 2022) que ha ido recibiendo en solo unos meses de exhibición.

La historia es emocionante y hermosa. El hecho de que esté filmada en blanco y negro hace más tranquilo y nítido el mensaje, te concentra más en la historia y los personajes que en la forma y colores en que se traduce. La fotografía, con muchos primeros planos (al final lo que se cuenta tiene que ver con lo que pasa fuera de los sujetos, pero también mucho con lo que se siente y se vive en su interior) y mucho detalle de los rostros te lleva a empatizar con los actores. La música es fantástica, con algunas canciones que te ponen los pelos de punta y las lágrimas en los ojos. La canción Everlasting love que canta el padre en el funeral y el baile de la madre es una antología. Hablando de Irlanda, ¡qué menos!

 Me fascinó la figura del abuelo, siempre tan tranquilo, tan juicioso, tan lleno de experiencia y de simpatía pese al caos del entorno. Y está fantástico el pequeño Jude Hill, que está llamado a ser un actorazo.  Si ya de niño es capaz de lograr todos esos matices en su actuación, pasar del miedo a la ilusión y el desconcierto, de las tareas escolares a las bandas callejeras y al enamoramiento, se puede esperar de él cualquier cosa dentro de pocos años.

En fin, pese a que las críticas se han cebado con Branagh (especialmente porque, dicen, no cuenta a su gusto, al de los críticos, la historia de aquel conflicto), para mí ha sido una experiencia estupenda. He disfrutado en ese juego de temores, incertidumbres y alegrías que ha reconstruido en esa historia local de una familia que pudo ser la suya.

Buen cine en una tarde horrible de frío y lluvia. Salimos del cine recordando algunas escenas y disfrutando del retrogusto que te dejan. Luego perdió ostentosamente el Osasuna en Barcelona y volví a la tarde horrible de frío, lluvia y desconsuelo.

sábado, marzo 12, 2022

LA PEOR PERSONA DEL MUNDO

 

       

 


 Hay veces en que no se llega a captar el sentido de los títulos que se dan a las películas. Ya entiendes que se busque crear sorpresa o se intente estimular la imaginación para que la gente se anime a verla, pero en este caso, no creo que nadie se imagine a través del título (más propio de un thriller o de un western) de qué va la historia. Cosas del cine…

La peor persona del mundo, película noruega dirigida por Joachim Trier en el 2021, cuenta la historia de una chica joven, treintañera, (Renate Reinsve) que está en esa fase de su vida en la que intenta buscar su propio camino, una especie de adolescencia aplazada. Estudiante de medicina que deja la carrera porque descubre que a ella más que el cuerpo de las personas le interesa su alma. Se va a estudiar psicología (curiosa la clase de psicología que aparece en la peli, hablando de sexo y enamoramientos: si lo hiciéramos así hoy en día, seguro que nos llamarían la atención), pero eso tampoco le gusta y acaba en la fotografía (aunque tampoco se ve que esa actividad sea su espacio profesional). Más bien, parece que vive del aire y quizás esa sea una parte importante de la nebulosa en la que transcurre su vida.

La película te avisa desde el inicio que la historia posee una estructura: un prólogo, 12 capítulos y un epílogo. En Educación le llamamos a esto un “organizador estructural” y lo recomendamos para que los discursos posean una estructura que guíe a los receptores, para qué sepan en qué momento del discurso o la conferencia están. Ayuda a estimular y organizar la expectativa de quien recibe el mensaje. En este caso no parece que esa organización fuera necesaria, pero sí que cumple ese papel de decirte que te vas acercando al final (yo estaba inquieto al inicio porque los tramos me parecían demasiado largos y se me hacía que estaba de nueva ante una de esas películas interminables).  Pero lo que no llegué a descubrir es el porqué de cada capítulo y más bien me pareció que esa división entorpecía la continuidad de la historia.

Con todo, es una película que no carece de interés. De radiografías psicológicas de milenials y treintañeras están llenas las distribuidoras como Netflix, Amazon o Movistar. Uno acaba cansándose. Pero es verdad que Trier sabe sacarle más fuste al análisis psicológico de los personajes, en especial los femeninos (ya lo demostró con su película Thelma). Todo sucede a un nivel muy superior a lo que es habitual en las series y películas de las redes. No está mal el retrato que nos hace de Julie: una chica animosa pero llena de incertidumbres y dudas vitales, una Peter Pan de la vida. Y hay que reconocer que Renate Reinsve borda su papel (premio a la mejor actriz principal en Cannes), lo hace creíble y, pese a que cuesta identificarse con la imagen que transmite (una mujer excesivamente centrada en sí misma y en su búsqueda inconcreta), hace que incuso así resulte una persona amable y querible.

 Supongo que cada quien lee y vive las películas en función de su propio repertorio existencial. De lo que cada espectador es y de la vida que ha vivido. Y por eso las reflexiones que te suscita cada historia vienen decodificadas de forma muy diferente. A los que somos mayores estas cuitas de los jóvenes nos suenan a diletancias incomprensibles: vivir supuso para nosotros un tipo de exigencias mucho más reales e inmediatas de las que parecen presentárseles (en la película, no en la vida real) a los jóvenes actuales. Si además eres psicólogo, tu visión del mundo y de los personajes te lleva a acompañarlos (y a quererlos) de una forma diferente.

A pesar de esa sensación de déjà-vu que te deja la historia, en ella me han gustado muchas cosas. La música, por ejemplo. Magnífica y perfectamente alineada con los momentos en que aparecía. Los diálogos, muy bien construidos e interesantes (la propia Julia que resultaba tan contradictoria en sus vivencias, era muy capaz, sin embargo, de describir esos estados con claridad y coherencia). El saborcillo eroticón que impregna el discurrir de la historia: pocas veces he visto momentos y conversaciones eróticas tan densas (algunas un tanto escatológicas, pero otras absolutamente apetecibles). La propia historia es muy interesante si uno va más allá de lo que le sucede a la protagonista: sus relaciones familiares (y el papel del padre en la historia); sus vínculos con los hombres (al final, todos son amores auténticos y complementarios: el poliamor de estos tiempos); el embarazo inesperado; la enfermedad y la muerte; el arte y sus límites. En fin, muchos temas interesantes que se entrecruzan en la vida agitada de Julie.

No es fácil encontrar la estabilidad emocional y el propio camino. Si tienes la vida resuelta y no has de asumir responsabilidades y tareas que garanticen tu supervivencia, esa búsqueda puede alargarse más. En cualquier caso, intentar buscar la senda perfecta, la que se acomode bien a lo que queremos puede que sea una tarea imposible y bastante destructiva (al final acabas poniendo pegas a todo lo que tienes, porque siempre piensas que tiene que haber algo mejor para ti y entras en un bucle del que resulta muy difícil salir). Un mal negocio porque mientras tanto se va pasando la vida. Ha de llegar un momento en el que dejes de buscar lo tuyo y acabes haciendo tuyo aquello que ya tienes.

En resumen, una aceptable película que hace pensar, aunque ya te sepas las respuestas.