sábado, marzo 12, 2022

LA PEOR PERSONA DEL MUNDO

 

       

 


 Hay veces en que no se llega a captar el sentido de los títulos que se dan a las películas. Ya entiendes que se busque crear sorpresa o se intente estimular la imaginación para que la gente se anime a verla, pero en este caso, no creo que nadie se imagine a través del título (más propio de un thriller o de un western) de qué va la historia. Cosas del cine…

La peor persona del mundo, película noruega dirigida por Joachim Trier en el 2021, cuenta la historia de una chica joven, treintañera, (Renate Reinsve) que está en esa fase de su vida en la que intenta buscar su propio camino, una especie de adolescencia aplazada. Estudiante de medicina que deja la carrera porque descubre que a ella más que el cuerpo de las personas le interesa su alma. Se va a estudiar psicología (curiosa la clase de psicología que aparece en la peli, hablando de sexo y enamoramientos: si lo hiciéramos así hoy en día, seguro que nos llamarían la atención), pero eso tampoco le gusta y acaba en la fotografía (aunque tampoco se ve que esa actividad sea su espacio profesional). Más bien, parece que vive del aire y quizás esa sea una parte importante de la nebulosa en la que transcurre su vida.

La película te avisa desde el inicio que la historia posee una estructura: un prólogo, 12 capítulos y un epílogo. En Educación le llamamos a esto un “organizador estructural” y lo recomendamos para que los discursos posean una estructura que guíe a los receptores, para qué sepan en qué momento del discurso o la conferencia están. Ayuda a estimular y organizar la expectativa de quien recibe el mensaje. En este caso no parece que esa organización fuera necesaria, pero sí que cumple ese papel de decirte que te vas acercando al final (yo estaba inquieto al inicio porque los tramos me parecían demasiado largos y se me hacía que estaba de nueva ante una de esas películas interminables).  Pero lo que no llegué a descubrir es el porqué de cada capítulo y más bien me pareció que esa división entorpecía la continuidad de la historia.

Con todo, es una película que no carece de interés. De radiografías psicológicas de milenials y treintañeras están llenas las distribuidoras como Netflix, Amazon o Movistar. Uno acaba cansándose. Pero es verdad que Trier sabe sacarle más fuste al análisis psicológico de los personajes, en especial los femeninos (ya lo demostró con su película Thelma). Todo sucede a un nivel muy superior a lo que es habitual en las series y películas de las redes. No está mal el retrato que nos hace de Julie: una chica animosa pero llena de incertidumbres y dudas vitales, una Peter Pan de la vida. Y hay que reconocer que Renate Reinsve borda su papel (premio a la mejor actriz principal en Cannes), lo hace creíble y, pese a que cuesta identificarse con la imagen que transmite (una mujer excesivamente centrada en sí misma y en su búsqueda inconcreta), hace que incuso así resulte una persona amable y querible.

 Supongo que cada quien lee y vive las películas en función de su propio repertorio existencial. De lo que cada espectador es y de la vida que ha vivido. Y por eso las reflexiones que te suscita cada historia vienen decodificadas de forma muy diferente. A los que somos mayores estas cuitas de los jóvenes nos suenan a diletancias incomprensibles: vivir supuso para nosotros un tipo de exigencias mucho más reales e inmediatas de las que parecen presentárseles (en la película, no en la vida real) a los jóvenes actuales. Si además eres psicólogo, tu visión del mundo y de los personajes te lleva a acompañarlos (y a quererlos) de una forma diferente.

A pesar de esa sensación de déjà-vu que te deja la historia, en ella me han gustado muchas cosas. La música, por ejemplo. Magnífica y perfectamente alineada con los momentos en que aparecía. Los diálogos, muy bien construidos e interesantes (la propia Julia que resultaba tan contradictoria en sus vivencias, era muy capaz, sin embargo, de describir esos estados con claridad y coherencia). El saborcillo eroticón que impregna el discurrir de la historia: pocas veces he visto momentos y conversaciones eróticas tan densas (algunas un tanto escatológicas, pero otras absolutamente apetecibles). La propia historia es muy interesante si uno va más allá de lo que le sucede a la protagonista: sus relaciones familiares (y el papel del padre en la historia); sus vínculos con los hombres (al final, todos son amores auténticos y complementarios: el poliamor de estos tiempos); el embarazo inesperado; la enfermedad y la muerte; el arte y sus límites. En fin, muchos temas interesantes que se entrecruzan en la vida agitada de Julie.

No es fácil encontrar la estabilidad emocional y el propio camino. Si tienes la vida resuelta y no has de asumir responsabilidades y tareas que garanticen tu supervivencia, esa búsqueda puede alargarse más. En cualquier caso, intentar buscar la senda perfecta, la que se acomode bien a lo que queremos puede que sea una tarea imposible y bastante destructiva (al final acabas poniendo pegas a todo lo que tienes, porque siempre piensas que tiene que haber algo mejor para ti y entras en un bucle del que resulta muy difícil salir). Un mal negocio porque mientras tanto se va pasando la vida. Ha de llegar un momento en el que dejes de buscar lo tuyo y acabes haciendo tuyo aquello que ya tienes.

En resumen, una aceptable película que hace pensar, aunque ya te sepas las respuestas.

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