domingo, octubre 17, 2021

EL BUEN PATRÓN

 

Aquello del “sábado sabadete…y demás” cambia mucho con el paso de los años, pero si al menos se mantiene lo del cine, tampoco está mal. Y ya tocaba. Por unas cosas u otras vas aplazando el ponerte al día con las películas y, al final, se va apagando el ansia que te movía antes a no perderte nada bueno y es como si te entrara pereza. Bueno, pues este sábado la cosa cambió y fuimos al cine a ver El Buen Patrón, la película que representará a España en los Oscars.

El Buen Patrón (2021) es la última película de Fernando León de Aranoa, el mismo que ya había hecho hace casi 20 años Los Lunes al Sol y muchos otros filmes muy interesantes como Loving Pablo, Princesas, Un Día Perfecto, etc. Él sabe tocar temas serios y de actualidad dotando a su narración de un barniz amable y realista.

El Buen Patrón, protagonizada por Javier Bardem (que no solo la protagoniza, sino que la ocupa, la llena, la contagia de un bardenismo del mejor estilo) y colaborada por algunos otros, nos cuenta la historia de un empresario muy satisfecho consigo mismo y con la empresa de construcción de balanzas que heredó de su padre y que él desea mantener en el mismo nivel de prestigio y buen hacer que es la marca de la casa. Y en ello está, esperando poder completar su tablón de trofeos con el nuevo premio que va a dar la autoridad local a la mejor empresa del municipio.

Lo que sucede es que la vida real de una empresa resulta más compleja que la imagen de grupo bien avenido, de familia, que él transmite en sus proclamas. La vida tiene su aquel de caos y confusión. Una empresa es también un escenario en el que ocurren muchas cosas.  Y es un ring en el que se abren y cierran conflictos. Y, como diría un cachondo, a veces es una “casa de putas” donde todo se enreda y a nada que escarbas aparecen desajustes. Total, que el buen patrón, queriendo ir resolviendo esos problemas lo que consigue es que vayan aflorando otros. Y su EGO enorme y paternal se va encabronando.

La película, fiel al estilo de León de Aranoa, es muy divertida. Un crítico ha dicho que “tiene ironía, mala hostia y cinismo”. Es verdad, pero lo ofrece de forma divertida. A mí me gusta mucho de León de Aranoa su capacidad para contar historias. Historias que son simples pero que la narración va enriqueciendo con detalles y requiebros que le dan vida y te la hacen próxima. El cine argentino es maestro en eso. Y León de Aranoa, aunque sea madrileño, es un buen maestro. Y en esta película lo borda.

 Y claro, está Bardem que también borda su personaje. Da vida a un tipo cínico, amable, controlado, capaz de ser montesco y capuleto a la vez. Quiere ser padre y patrón, amante libre e inquisidor de fornicadores, sindicalista y jefe de personal. Y, al final, tiene suerte el cabrito. Como ha dicho el propio director, su personaje es un “pícaro con carisma, que siempre cae de pie”. Y Javier Bardem lo lleva sin sobreactuar, buscando siempre el equilibrio, como en las balanzas.

La parte técnica de la película está perfecta. Muy buena fotografía, un guión magnífico y sorprendente por su parquedad y riqueza expresiva (a veces basta un gesto o una palabra). La narración está muy bien construida con meandros quizás innecesarios pero que alegran el film y le dan ese toque erótico que no puede faltar en una buena historia.

Una magnífica película. Muy divertida, aunque tampoco le falte el drama. Como la vida misma.