sábado, noviembre 25, 2006

De brindis y amores

Ya estoy en Méjico. Y hoy es el gran día de la boda. Ya llegó la familia y empiezan a aparecer los invitados. Todo tiene ese áura especial de los días hermosos. Tal como son los mejicanos, estoy seguro de que abundarán las expresiones cargadas de sentimientos y emociones.
Como hermano mayor y en ausencia de nuestros padres, me toca hacer de representante familiar.Entraré en el cortejo con la madre de la novia y bailaré con ella tras sus primeros pasos con el novio-marido. Pero lo que más me preocupa es que me han encomendado que haga el brindis oficial antes del inicio del banquete.
No es la primera vez que lo hago, pero no es tarea simple. La gente ha visto muchas películas de Hugh Grant, con su gracejo para los brindis y luego quieren que uno cuente chistes y diga alguna gracia con respecto a los presentes. A mí así no me sale.
¿Qué se le puede decir a un hermano que se casa? Si me pongo sentimental y aludo a la ausencia de nuestros padres, capaz que me eche a llorar. Si aludo a hechos de su pasado es probable que me digan como a la María del cuento "cállate, cállate, hablador". Si hablo de la belleza del amor y el compromiso, me quedará un discurso cursi. De psicólogo no puedo hacer para no resultar pedante. Yo les cantaría la canción de la Chavela Vargas (esa de que todas las noches sean noches de boda y todas las lunas sean lunas de miel) pero no me va a ser fácil con mi oido. En fin, un lío.
Al final creo que simplemente los felicitaré y les desearé en nombre de todos los presentes (y de muchos ausentes) la mejor suerte del mundo para esa aventura que se disponen a confirmar oficialmente. Y quizás hasta me permita algún consejo personal. De algo me tiene qe servir mi larguísima experiencia de casado. En todo caso me encantan las bodas. Me traen añoranzas.

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