miércoles, noviembre 15, 2006

Violencia y profesores

Los profesores estamos de moda estos días. La prensa recoge diversas manifestaciones en apoyo de compañeros que, se dice, han sido agredidos por alumnos o por sus padres. Seguramente tienen razón en protestar y me parece magnífica la muestra de solidaridad que esas manifestaciones entrañan. Pero deberíamos ser prudentes con eso porque corremos el riesgo de criminalizar a nuestros estudiantes de forma generalizada. Y en todo caso, se transmite la idea de que las escuelas son un caos. Una profesión como la docente tiene que evitar posturas defensivas porque, a la larga, eso sólo va a dificultar aún más la relación con los estudiantes adolescentes.

No quiero hacer de abogado del diablo, desde luego. Reconozco que se producen casos de conductas agresivas y que los padres tienen mucho que cambiar en su actitud hacia la escuela y los profesores. Si yo le hubiera contado a mi padre que mi profesor me había pegado (en mis tiempos aún se soltaba un bofetón de vez en cuando) lo primero que haría sería darme él otro. Luego me preguntaría qué había pasado pero uno ya sabía desde el comienzo de parte de quién estaba él. Y eso que en una ocasión en que el maestro se había pasado se fué furioso a la escuela (después de castigarme, por supuesto) a advertirle que nunca más. Es verdad eso de que antes los profesores podían decirnos "mira que se lo digo a tu padre" y que ahora, en cambio, son los chavales los que nos sueltan amenazantes "mira que se lo digo a mi padre".

Pero lo que yo quería decir, es que resulta peligroso cuando los medios de comunicación comienzan a hipertrofiar el volumen y la gravedad de los hechos. También a algunos investigadores se les ha ido un poco la olla. Decir que más de la mitad de los alumnos ha sufrido agresiones o que un porcentaje alto de profesores viven angustiados es querer marcar paquete pero sin razón. Cuando uno lee a qué llaman agresión (llamarte por un mote, por ejemplo) se entiende cómo llegan a ese porcentaje asustador.
Hace unos años me encargo la Xunta de Galicia una investigación sobre el tema de la violencia escolar(La convivencia escolar en las escuelas gallegas. Consejo Escolar de Galicia 2000). Participaron muchísimas escuelas y profesores de toda Galicia y los datos no fueron esos, ni mucho menos. Y una cosa curiosa, mientras los profesores dábamos mucha importancia a las conductas agresivas de los alumnos (entre ellos y con los adultos), los propios alumnos y, en parte, las familias indican que ese tipo de violencia es escasa y, en cambio, lo que sí hay bastante es violencia de los profesores contra los alumnos (verbal, de amenazas, de desprecios, de castigos, etc.). En el estudio se matizan estos datos pero resulta importante ver el problema desde más perspectivas que desde la mera culpabilización del estudiantado.
Ya sé que los profesores que se manifiestan no dicen eso (que todos sean culpables) pero sería bueno que, entre todos, entendiéramos que el problema no es solo de los muchachos, incluso de aquellos más inadaptados. A veces todo el sistema (incluidos nosotros mismos) no sólo no evita que aparezcan esas conductas sino que incluso las propicia.
Pero es un tema demasiado serio para solventarlo en tres párrafos. Volveré sobre él, sin duda. Sin ir más lejos, mañana mismo tengo que dar una conferencia a psicopedagogos andaluces sobre "escuela y diversidad". Seguro que sale el tema. Ya les contaré.

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