viernes, noviembre 24, 2006

Las despedidas

Me pasa con mucha frecuencia que, a la hora de salir de viaje, daría cualquier cosa por echarme atrás y suspenderlo. Soy alérgico a las despedidas y empiezo a sentirme mal bastante antes de que se inicie el viaje. Sobre todo cuando viajo sólo. Se mezclan un cierto sentimiento de culpabilidad (por separarte de tus seres queridos y por dejar tus tareas a otras personas trasladándoles tus agobios) y una cierta angustia por lo que pueda pasar a los largo de los días que estarás fuera. Así que, por lo menos al principio, disfruto poco de los viajes.
Este viaje que hoy comienzo está resultando especialmente duro por muy diversas razones. Ni se produce en el mejor momento ni ha estado exento de tensiones y lágrimas. Me voy dolorido y eso que, siendo el motivo la boda de un hermano, debería estar derrochando alegría. Pero esta vez no es así. Me siento fatal cuando personas que aprecio quedan disgustadas conmigo
Iberia también ha puesto su granito de arena cancelando el vuelo y haciéndome parder un día. Así que llegaré a la boda supurando jet lag por todos los poros. Y que no me pierdan las maletas que quedaron facturadas desde ayer, porque tendré que ir a la ceremonia de vaqueros y camisa de manga corta. Manos mal que por lo menos se han portado bien ofreciéndome viajar en Bussiness.
Así que lo que comenzó siendo amargo puede ir transformándose en agridulce. Espero de la alegría mejicana que haga el resto y me permita sentirme realmente incorporado a la fiesta que vamos a celebrar.

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