martes, diciembre 12, 2006

Sustitutos.

Este fin de semana vi una película atractiva. No ganará un Oscar pero se deja ver. Es original. Y, en ciertas cosas, te hace pensar. "Elisabethtown" es el título y no es otra cosa que una comedia romántica en la que un creativo fracasado se encuentra con una chica totalmente asertiva que le hace salir de su deseo de suicidio. Pero entremedias de la historia aparecen de esas ideas que te hacen pensar.
Empieza el film con una muy sugerente distinción entre fracaso (cualquier idiota puede tener un fracaso) y fiasco (un desastre descomunal que hace que todos te miren sonriendo porque al menos esa vez no les ha pasado a ellos). Gracioso pero verdad.
Me gustó especialmente su idea de los sustitutos. Ella tiene un novio al que casi no ve. Él tiene una novia que casi le ha dejado. Ella verbaliza su situación diciendo que ya tiene asumido que en el fondo, para su novio, es una sustituta. Aparece cuando otras cosas más importantes dejan espacio. A veces es el trabajo, otras las tareas diarias, otras ciertas emociones pasajeras. Pero ya se había acostumbrado a ser la sustituta.
Ese sentimiento lo he vivido también yo muchas veces en relación a las personas con las que mantienes relaciones más estrechas. En realidad no pasas de ser un sustituto. Cuesta muchísimo llegar a titular, a estar en esa primera posición que hace que sean las otras cosas-personas las que jueguen el papel de sustitutos. Y, desde luego, resulta casi imposible mantenerse ahí. Hay temporadas enteras que te toca chupar banquillo. Y otras en la que tu posición se parece a la bolsa, tus acciones suben o bajan con pasmosa facilidad. Y a veces no sabes por qué. Sólo que sientes que ese día estás bastante atrás en el escalafón porque han aparecido otros protagonistas que captan más la atención y los afectos de tu partenaire.
Y, sin embargo, ¡qué gusto da cuando sientes la sensación de estar ahí, en la primera fila! Sentir que la otra persona está contigo, que por alguna razón mágica en ese momento captas casi toda su atención (captarla toda queda reservado para momentos íntimos) por encima de otras personas, de otras preocupaciones, de la televisión, del ordenador, del móvil, de la conversación, de las tareas en marcha. Segundos, minutos, horas... ¡Qué placer inmenso!
Claro que eso es fácil de pedirlo desde la posición de quien desea recibir esa atención. Pero, seguramente, eso no se consigue si la otra o las otras partes de la relación no conceden el mismo privilegio. Y ahí aparece el problema. Yo sé que deseo recibir esa atención porque es lo que más feliz me hace. Pero no estoy tan seguro de que sepa ofrecerla a quien está conmigo. Así que esa sensación de sustituto que yo tengo debe estar bastante extendida entre mis amigos y amigas. También se deben sentir "sustitutos" en relación a mi. Algunos me dicen que, a veces, llega un momento en que desconecto y mi cabeza se va. Yo creo que exageran.

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