martes, enero 02, 2007

Ritos y creencias

Una de las cosas que más me ha impactado de Estambul ha sido esa inmersión en lo religioso que uno hace cuando entra en un país musulmán. Hemos visitado muchas mezquitas, ya decía ayer que son cientos repartidas por toda la ciudad. Y de las mezquitas, salvo unas pocas, llama menos la atención el edificio en sí (muy al contrario de lo que sucede con nuestras catedrales) que el particular ecosistema que se crea en su entorno para la oración. Suelen ser espacios muy minimalistas, muy luminosos (para poder leer el Corán) y siempre vacios de cualquier obstáculo que impida concentrarse sobre uno mismo. Están prohibidas las imágenes (por eso, en la decoración predominan los trazos geométricos) y cualquier expresión concreta de la idea religiosa. Por eso es tan chocante Sta. Sofía porque allí se mezclan la cultura icónica católica (con su máxima expresión en los mosaicos hiperrealistas) con la sobriedad musulmana.
Como me tocó pasear sólo un par de veces, aproveché para meterme en las mezquitas que me cogían de paso y observar. Y me dió en pensar en similitudes y contrastes con mi propia manera de vivir la religión y sus ritos. Llaman mucho la atención los ritos que han incorporado los musulmanes a su práctica religiosa: lavarse pies y manos (y lo hacían "religiosamente", nunca mejor dicho, pese a estar a 0 grados) antes de entrar; quitarse los zapatos, moverse con enorme recogimiento por el local, orientarse siempre en una dirección, colocarse de rodillas, tocar con la frente en la alfombra de forma rítmica, decir sus oraciones que en el fondo sólo es repetir de forma rutinaria una serie de frases. Es decir, todo muy cargado de ritos, de conductas artificiales y prefijadas.
Me ha llevado a preguntarme por qué las religiones usan tanto de los ritos y rutinas. También me pasa algo parecido cuando observo las acciones de un sacerdote celebrando la misa. Y alguna vez que he asistido a un rito ortodoxo, esos rituales se elevan al máximo. Pero hasta donde sé el budismo y otras religiones orientales explotan también mucho este tipo de repeticiones rutinarias de conductas o palabras o, simplemente, movimientos y sonidos. Es como si necesitáramos asentar las creencias en ritos. Como si el pensamiento racional no fuera suficiente para sostener las creencias religiosas. Y no es sólo la religión. Tengo amigos que han entrado en la masonería y allí aún se exacerban más los rituales y las cábalas, en este caso añadiendo el componente del ocultamiento. Lo mismo sucede con otros grupos como los rosacruces, o los leones o ciertas cofradías. En fín, que es como si fuéramos buscando apoyos en conductas no racionales para salvar el vacío que la propia razón produce cuando afronta temas religiosos o vinculados a creencias.

Para quienes nos movemos, sobre todo, con herramientas de razón, es una lucha constante entre creencias religiosas y raciocinios. Pero pese a las dudas e incertidumbres que toda creencia religiosa produce, uno necesita pensar que su vida religiosa no se asienta en ritos o conductas estereotipadas o en simbolismos forzados. Pero no resulta fácil. Y después de esta experiencia en Estambul tengo la cabeza hecha un lío. De verdad.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Me llama la atención que te atiendan los ritos, cuando en cada una de los ceremoniales cargados de magia, el acto ritualítico es en esencia una acción que permitiría aquietar nada más que a nuestra y poderosa mente, tan racional que nos empuja a crearnos un mundo de las imágenes para creer en ellas, y así tratar de vivir la vida.
Cada acción rituálica es sólo un acto mecánico con el propósito de aquietarnos, para intentar en esa incipiente quietud, afanarnos en encontrar la tranquilidad y la luz que añoramos en esta inquietante vida. El hombre occidentalizado perdió la afanosa capacidad de construirse soportes que están allí, muy profundos, dentros de cada uno, creyendo que la "realidad" es lo que sirve, vale y debemos, por tanto, rendirle el culto con la ritualidad, pero aquella, ésa de acciones inconscientes, estereotipadas y masificadoras para intentar ser un poco feliz.

Intenta seguir conscientemente tus actos rituálicos y te darás cuenta, en un momento, que tu mente descansó, se fue, se descargó... Las sensaciones, entonces, aflorarán sutilmente, sin cansancio, sino como una tibiesa de aire que hace darte cuenta de que respiras y que cada soplido es esencial...éste estuvo en tu interior siempre ¿no lo habías notado?

angel dijo...

Me parecen muy interesantes tus comentarios, Celia. Pero sigue siendo preocupante, ¿no crees?, que para la única acción humana para la que precisemos vaciarnos de racionalidad sea, justamente, para tratar de cuestiones religiosas. A nadie nos gustaría que nuestra pareja conversara con nosotros con frases estereotipadas, o que nos hiciera el amor con actos rituales (de echo, muchas relaciones se debilitan porque sucede así)o que se comportara en la vida cotidiana de esa manera. Desde luego, algo tienen que tener los ritos si todas las religiones y grupos cabalísticos acuden a ellos. Quizás, como tú dices, ayuden a vaciar la mente de elementos extraños para poder sentir más.Es verdad que, a veces, la cabeza se nos llena de cosas que nos restan sensibilidad y hace falta algún mecanismo para relajarla momentáneamente. Pero sigo pensando que nos deshumanizamos un poco cuando convertimos los ritos en algo sustancial y, sobre todo, en temas tan serios.
Pero no pretendo llevarte la contraria, sólo deseo mostrar mi perplejidad que se ha avivado aún más en este viaje.