domingo, enero 07, 2007

La estrella de los Reyes.

Epifanía y Reyes. Las dos fiestas juntas. Claro que para la mayor parte de la gente lo que cuenta son los Reyes y el hecho de que van cargados de regalos. Pero este año a mí me ha llamado la atención sobre todo su buena suerte. ¿Qué guay, no? Vas a un sitio y se te aparece una estrella que te va marcando el camino. Y se para justo encima de donde quieres llegar. Un GPS pero con características más misteriosas.
¿Quién no quisiera tener una estrella de esas que te marcara el camino? Y no sólo en el sentido geográfico del término caminar, sino en todo lo que significa hacer una búsqueda personal (como se dice del Camino de Santiago que no es sólo caminar sino hacer un proceso personal de búsqueda). A mí, por ejemplo, me vendría ahora de perillas poder contar con una estrella tan iluminadora. Ahora que tengo que ver qué rumbo doy a mi vida para el próximo año. Estoy empeñado en buscar mi camino ("reorganizar mis prioridades", lo llama una amiga) pero sigo atascado y sin saber encontrar la salida al laberinto en el que estoy metido. Tiene que haber un camino. Los viejos predicadores nos decían antes que los pasos que había que dar para salir de una situación pecaminosa (dejémoslo en negativa aquí) eran 5: el examen de conciencia, el dolor de corazón, el propósito de enmienda, decir los pecados al confesor y cumplir la penitencia. No sé si las cosas habrán cambiado últimamente.
Bueno, yo llevo examinándome la conciencia meses (de hecho, creo me como el coco demasiado con esta historia); el dolor de corazón también lo estoy sufriendo de abondo (parte de mi hipertensión y mis depresiones están originadas en ese quiero y no puedo); propósitos de enmienda los hago cada vez que me toca salir de viaje o que me veo tan agobiado que no sé por dónde avanzar (lo malo es que luego se me pasan); lo de decir los pecados al confesor ya no se lleva mucho, pero mi familia y mis amigos están hartos de mis confesiones y catarsis y acuden mucho a eso de que "sarna con gusto no pica" (últimamente debe ir la cosa a peor pues ya hasta me aconsejan que vaya al psicólogo); y lo de cumplir la penitencia creo que también lo llevo avanzado (como me decía un amigo, en mi caso, en el pecado está la penitencia). Es decir, por más que me sé la doctrina y que he seguido la instrucción sigo ahí atascado.
Yo quiero cambiar, pero necesito una estrella como la de los Magos.

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