Estoy leyendo una novela de Clara Guelfenbein, "La mujer de mi vida". Pregunté en Chile por autores chilenos interesantes y me la aconsejaron. Además de su título atrapador, es una novela que merece la pena.
Como hace unos días escribía sobre las rupturas, me llamó mucho la atención un párrafo del texto donde se describe una ruptura de forma magistral. Éste es el párrafo:
"Debió ser un proceso invisible, que se fué gestando en el tiempo. Supongoque los abandonos son así. Primero deja de importarte lo que el otro piensa, sus discursos y argumentos te empiezan a sonar rancios; luego te desinteresas de lo que hace, de lo que siente y, sin darte cuenta, paf, partes. No importa que sigas ahí, compartiendo el café por la mañana. Ya has partido y lo que queda de ti es apenas una cáscara. Eso es lo que Clara me había dejado, una preciosa cáscara de ella misma".
Me pareció intersante esa forma simple de describir el proceso del desafecto. Así es como suele avanzar, desimplicándose a los pocos. Convirtiendo al otro primero en "extraño" y después en "invisible". Y no importa que ambos sigan juntos. Es una presencia ausente.
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