viernes, agosto 12, 2011

Reflexiones en la meta.

YA TÁ!. Bueno, ahora sí. Se acabó. Cada mochuelo llegó a su olivo y hemos comenzado la última fase, el post-viaje, el reencuentro con la vida cotidiana, el deshacer las maletas. Y contar, aunque poco a poco, que decirlo todo de golpe puede resultar excesivo pues hay que hacer memoria y clasificar los recuerdos.
El viaje final fue muy bien. Nos tocó un avión magnífico y como el horario no se avenía muy bien a dormir (salimos de México a mediodía y hemos estado volando durante 10 horas que cubrían toda la tarde) algunos sueñitos hemos echado. Y hemos visto varias películas. Yo creí que les iba a gustar jugar al mus en el ordenador con vídeos y juegos que tiene cada asiento, pero tuvo poco éxito. Y eso que Santi se ha hecho un experto en el manejo del chisme para saber en cada momento, a través de los mapas del Google, dónde iba el avión. Pasamos directamente de la comida de ayer al embarcar, al desayuno de esta mañana al llegar (lo que significa que se nos ha quedado una cena perdida en el éter). La policía nos trató bien y después ya nos despedimos pues yo debía tomar otro vuelo hasta Galicia y ellos recoger sus coches. Un fuerte abrazo (más sentido y consciente que a la ida), una media lagrimica y paso siguiente..
Así que, una vez completado el periplo, es también tiempo de saborear la experiencia que hemos vivido estos 10 días intensos. Traemos el disco duro lleno y, como pasa en los ordenadores, cuando los tienes muy llenos de cosas todo se vuelve más lento. Para que se aliviaran un poco de ese peso, les he pedido a todos que me escriban una página con sus sensaciones del viaje para hacer un álbum con fotografías y textos. Me han mirado con cara de póker (por algo hemos estado en Las Vegas) como si les estuviera haciendo una proposición deshonesta. Así que no me las prometo muy felices.
Yo sí quiero reflejar aquí (y cerrar así, al menos de momento, esta crónica del periplo fraterno) algunas de las sensaciones que me ha producido el viaje. Hay sensaciones que se pueden contar y otras que es mejor guardarlas para uno mismo. Pero eso es “de manual”, como sabe bien Ramón, y sucede en toda relación y en todo viaje.
Mis reflexiones (las mías, los demás tendrán las suyas que espero las cuenten para el álbum) las he sintetizado en 10 puntos:
1) 1) La primogenitura. Lo primero que he podido comprobar es que eso de ser el mayor es un pinche título honorífico que no sirve para nada. Yo que estaba tan preocupado por cómo debería actuar para ser el sensato del grupo, para mantener a raya a la tropa… ¡Nada! Al final ha habido una rebelión en toda regla y quienes han marcado las pautas han sido siempre los jóvenes. Se ha perdido el respeto a los años. ¡A dónde vamos a ir a parar!
2) 2) Diferentes pero compatibles. Lo primero que hemos podido comprobar todos es que somos muy diferentes. Ya lo sabíamos, por supuesto, pero verlo así en el día a día lo hace más evidente. Distintos en gustos, en necesidades, en formas de reaccionar, en sensibilidades, en temas de conversación, en fin, en casi todo si lo tomamos individualmente. Si de cara uno de nosotros dependiera el viaje hubiera sido muy distinto.
3 3) El grupo. Pero dicho eso, también podemos decir lo contrario. Tenemos muchas cosas en común, no sólo el ADN. Pasara lo que pasara hemos sido cómplices, hemos sabido dejar a un lado las diferencias para buscar los acuerdos, lo hemos pasado bien juntos, hemos sentido el cariño de los otros hermanos (aunque, a veces, se metieran contigo de forma abusiva). Hemos podido sentir lo que somos como grupo, a pesar de las diferencias individuales. Los defectos individuales se neutralizan y complementan con las virtudes de los otros . Lo decía Julen: he visto a mis tíos todos juntos, como grupo. Y eso ha sido novedoso. Y hermoso también.
4) 4) Viajar. Hemos podido comprobar lo dura que es la vida del turista. Ramón ha sudado más que si cruzara el desierto, no sé cómo habrán llegado las rodillas de Santi, el sol le mataba a Iñaki cada vez que salíamos pese al sombrero enorme que llevaba, yo he estado jodido del estómago buena parte del viaje y he dormido mal, y Rafa seguro que ha acabado agotado con tanta presión. Hemos querido abarcar mucho y eso tiene su costo. También sus beneficios.
5 5) Lo que hemos visto. Los beneficios están en que lo que hemos visto ha sido realmente espectacular. De esas cosas de no olvidar. A mí me ha llamado más la atención lo que yo no conocía, sobre todo Las Vegas. Odio el juego pero, pese a ello, me parece que tanto los hoteles como el pequeño mundo que se ha organizado allí es alucinante. La originalidad y belleza de los interiores de los hoteles, la inmensidad de las construcciones (hoteles con cinco mil habitaciones y con más de 8000 trabajadores); lo inverosímil de algunos hallazgos arquitectónicos (un canal de Venecia con sus gondoleros en el piso 3º del hotel; una pirámide vacía por dentro pero con habitaciones en las paredes de la pirámide; estatuas que se mueven, fuentes de chocolate). Por supuesto, nunca podré olvidar el espectáculo del Cirque du Soleil, KA. Cuba y México ya los conocía, pero mereció la pena volver allí porque en cada lugar encontramos (encontré) emociones diversas a las de otros viajes. En resumen, lo que hemos visto ha sido espectacular en Las Vegas, esperanzador en Cuba (se ve que algo se mueve allí) y grato e íntimo en México. No es poco.
6) 6) Como ricos. Viajar sin preocuparte del dinero es increíble. Como un cuento de la cenicienta en la que de pronto te conviertes en príncipe por unos días. Una experiencia que sólo unos pocos privilegiados pueden tener. Y eso hemos sido estos días, unos privilegiados. Hemos tenido un sponsor generoso y detallista. No solo no nos ha faltado de nada sino que nos ha sobrado de casi todo. Viajar todos juntos en Bussiness ha sido cojonudo: hasta las chicas de las salas VIP se sonreían al ver que entrábamos en tropel tanta familia (“es lindo ver a tantos hermanos juntos” le oí que decía una de ellas). Claro que esta es la visión de quien no paga. No sé si las sensaciones de Rafa que era quien pagaba todo y siempre serán igual de gratas (estos pinches hermanos, habrá pensado a veces, comen más que el macho del ayuntamiento y beben más que una esponja vieja).
7) 7) ¿Muchos conflictos? Hombre, tantos días juntos, con experiencias intensas, con el cansancio que se va acumulando, etc. crean situaciones propicias a que surjan algunas chispas. Así es la convivencia. Y sí, algunos conflictos han surgido pero sin que nunca llegara la sangre al río. También eso ha sido interesante, ver cómo reaccionábamos ante los momentos de tensión. Al ser tan distintos, las reacciones se iban compensando unas a otras y, al final, la tensión se difuminaba un poco. Y al rato, volvíamos a lo de siempre. Con todo, está claro que somos muchos gallos para el mismo corral. Cada uno de nosotros tiene su forma de ser, su estilo de tomar decisiones, su mayor o menos disponibilidad a ceder. En ese sentido, el viaje ha tenido la duración justa, ni corto ni largo.
8) 8) ¿Nos conocemos mejor? No sabría qué decir. En lo profundo no, porque tampoco han salido temas personales importantes en nuestras conversaciones. La realidad externa era tan potente, las actividades tan atrapadoras y constantes, los temas de conversación tan superficiales y monotemáticos en la mayor parte del tiempo, que apenas quedaban resquicios para entrar a considerar otros temas. Parecerían fuera de lugar. Además es probable que los demás no quisieran, para nada, abordar ese tipo de cuestiones. Supongo que cada uno de nosotros había establecido su objetivo del viaje, más centrado en el pasarlo bien juntos que otro tipo de cosas. Y eso fue lo que hicimos. De todas formas, el pasar tanto tiempo juntos ya era de por sí una novedad. Y eso te permite ver a tus hermanos desde una óptica diversa. Yo he descubierto a un Iñaki coñón y simpático que no conocía, a un Ramón muy suelto y extrovertido (y bailarín). He confirmado las buenas dotes de conversador de Santi y la enorme capacidad de planificación y control de las situaciones por parte de Rafa. Me hubiera gustado entrar un poco más adentro en el caparazón de cada uno, pero ya entiendo que eso es puro morbo y una clara deformación profesional.
9) 9) ¿Mereció la pena? Por supuesto. Ha sido una experiencia al alcance de muy pocas personas. Hace falta que se dé la circunstancia de contar en la familia con un hermano como Rafa, generoso y con recursos, para que algo así sea posible. No quiero ni pensar lo que le ha debido costar toda esta aventura. Ojalá le haya compensado el costo económico con la satisfacción personal que él haya extraído del viaje. Seguro que cuando lo pensó, se hizo su propia composición de propósitos y expectativas. Solo cabe esperar que se hayan cumplido y que todo el esfuerzo, personal y económico (probablemente aún ha sido mayor el personal que el económico) que ha desplegado estos días le haya dejado satisfecho.
10 10) ¿Y después de esto? Yo ya confesé al grupo, en el primer momento emotivo que vivimos al poco de llegar, que había aceptado encantado el viaje no sólo por lo que tenía de atractivo en sí mismo (aunque para mí viajar se ha convertido más en una forma de trabajo que de placer, pero éste era muy distinto) sino por lo que podía significar de construir mayores y más intensos lazos entre nosotros. Lazos que vayan más allá del presente. Mientras viven los padres, ellos hacen que la familia se mantenga unida. Ellos son la energía centrípeta que hace que todos converjamos hacia donde ellos están. Hemos tenido la suerte de tener unos padres con una gran capacidad de atracción sobre todos nosotros. Por eso, primero Tafalla y ahora Pamplona han sido una especie de Meca a donde todos queremos viajar cada poco. Ahí sigue la mamá y ella será nuestra razón de encuentro en el futuro. Pero cuando los padres faltan, hacen falta otros motivos. Cuando los padres faltan son los hermanos quienes han de ser capaces de generar esa red de afectos y afinidades que te impulse a querer seguir juntos, a visitarse, a mantener fechas de reunión, a saber los unos de los otros. No es eso lo que suele suceder. El ADN no es argumento suficiente. Esa complicidad y simbiosis hay que construirla poco a poco. Somos hermanos por azar del destino. Mantenerse como hermanos y amigos, como fratía, es harina de otro costal. Requiere de iniciativa, de liderazgo, de voluntad y, a veces de un poco de esfuerzo. Me pareció que este viaje podría ser un paso en esa dirección. Ojalá sea así.
En definitiva, yo me lo he pasado muy bien. He recargado las pilas emotivas, aunque haya descargado otras. Ya veremos lo que cuentan mis hermanos. Si es que cuentan, que son muy vagos para eso. En cualquier caso, un abrazo enorme para todos y, en especial para Rafa que ha sido el gran mago que ha sabido convertir en realidad un sueño.

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