jueves, agosto 04, 2011

ENTRE LOS BUENOS DESEOS Y LOS MALOS PENSAMIENTOS.



Este viaje se está convirtiendo en aquella lámpara mágica capaz de ir haciendo realidad los deseos de quien la encontró. Y no es que nos hayamos encontrado un sapo asqueroso al que hayamos tenido que darle un beso para descubrir que era un príncipe (de todas formas, de haberlo tenido que hacer, creo que hubiera sido Ramón el encargado, pues se cuenta por aquí se le dan bien los besos hot). Pero no, no ha hecho falta. Nuestro mago particular va haciendo que los deseos se conviertan en realidad sorprendiendo a propios y extraños.
Ayer fue Ramón quien satisfizo su deseo de ver el Cañón del Colorado. Mañana serán Santi e Iñaki cuyo deseo era conocer Cuba. Cuando uno se viene a América desde Europa, tiende a pensar que todas las otras tierras que le suenan de por aquí están ahí al lado. A mí me ha pasado mucho pensar que total ya que estoy en México voy a aprovechar para cumplir un compromiso en Santiago de Chile. Luego te enteras de que la distancia es casi igual que volar desde España. Bueno pues a mis hermanos se les ha ocurrido que ya que estamos aquí les gustaría mucho conocer Cuba. Y lo malo de los deseos es que cuando uno desea algo con mucha intensidad, el deseo se cumple. Como han aplicado bien el principio y nuestro mago está en época blanda y con los índices de generosidad desmadrados, pues hete aquí que satisfechos ya de Las Vegas, le hemos restado unos días a las vacaciones americanas para pasar unos pocos días en Cuba. Esta noche nos vamos para allá hasta el sábado o domingo, no me he enterado muy bien.
La verdad es que para Las Vegas, si no vienes a jugar, tres días están bien. Ves lo suficiente, te asas de calor lo necesario y llenas el disco duro de las impresiones y emociones hasta niveles razonables. Seguir más tiempo sería abusar. Sin embargo, algo debe tener este lugar que atrae a millones de personas de todo el mundo. Sobre todo asiáticas (estamos todos impresionados de la cantidad de personas con rasgos orientales que vemos).
La mañana de hoy ha sido, pues, de medio despedida. Hemos recorrido, de nuevo los hoteles. Hemos disfrutado de una colección de ferraris que quitan el hipo, hemos tomado una hamburguesa típica (además en un lugar curioso donde los camareros a cada rato, cuando suena la música tienen que dejar lo que están haciendo y ponerse a bailar: con poca voluntad y escaso estilo algunos de ellos pero le da un toque especial). En cualquier caso, la hamburguesa estaba buena, aunque ya uno ni sabe porque no hacemos otra cosa que comer. Hemos desayunado a las diez y media y desde la una ya estábamos buscando la hamburguesería Rock para la siguiente parada culinaria. Y mientras tanto, nuevos pasillos de hotel decorados de forma espectacular, miles y miles de máquinas y mesas de juego, los gondoleros en su canal cantando napolitanas, momentos de auténtica canícula (rondando los 40 grados debíamos estar en la calle) cuando teníamos que salir de los lugares cerrados, cientos de personas en cada rincón. Y algunas comprillas con pruebas incluidas. En fin, La Vegas.
Y esta noche volaremos a La Habana. Otra noche perdida. Ahora que comenzábamos a controlar el jet lag, tendremos que volver a comenzar. No sé si allí tendré oportunidad de seguir contando nuestra aventura en el blog (creo que lo tienen chungo los cubanos con Internet) pero lo intentaré. En todo caso comienza una nueva etapa en nuestro viaje. Esta vez, brujuleándonos entre los buenos deseos y los malos pensamientos. Pero sólo pensamientos. Prometido.

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