jueves, noviembre 21, 2024

PARTHENOPE

 

El ciclo Cineuropa 2024 que se celebra, como cada año en Santiago de Compostela, ha incluido este año la última película de Paolo Sorrentino: Parthenope. La sesión de ayer estaba programada para las 10 de la noche, hora intempestiva para el público en general, pero atractiva para los estudiantes y jóvenes cinéfilos. Y ésa fue la primera sorpresa: la fila para acceder a la sala era increíble, del Salón Teatro a la Plaza del Toral. Nunca había visto una expectativa semejante para ver una película, ni en los mejores tiempos del cine. Está  claro que Sorrentino, el último Sorrentino, el de Youth y La Grande Belleza, tiene ya su público fervoroso.

Parthenope es una película  italiana de este mismo año que ya se presentó en los festivales de Cannes y de San Sebastián, aunque en ninguno de ellos consiguió los premios para los que estaba mencionada. El guión es del propio Sorrentino y de Umberto Coptarello. La fotografía (quizás lo mejor del film, junto a la banda sonora) de Daria D’Antonio.

La crítica la ha clasificado como Drama y Ciencia Ficción, pero no tengo claro que sea ni una cosa ni la otra. Parthenope es inclasificable salvo en una categoría ad hoc solo para Sorrentino. Cuidada al máximo en lo formal, está construida en torno a un hilo narrativo que es la figura de la protagonista. Una vida que se desarrolla en torno a un cuerpo hermoso que ella utiliza como herramienta básica para construir su lugar en el mundo.

Celeste Dalla Porta es Parthenope, esa chica 10 que se sabe hermosa y que está dispuesta a explorar el poder y disfrute que el deseo de su cuerpo suscita. Y lo hará durante los años de su juventud. Años en los que podrá comprobar que los placeres nunca son puros y que la vida es una moneda de dos caras con un reverso que es el dolor, la pérdida,  la soledad.

Sorrentino, sitúa la película en Nápoles, su ciudad natal. Una ciudad italiana y del sur, que se acomoda como anillo al dedo a esa cultura de la belleza, de la vida ociosa y regalona de los pudientes, del culto al cuerpo femenino, del arte de la seducción. Y así, aunque rodada también en Campania y Capri, Nápoles se convierte en otro protagonista del film como un canto y un homenaje a su ciudad.

La historia, en realidad, son momentos diferentes de la vida y los amores de la protagonista. No necesitan tener más continuidad que la propia secuencia temporal del crecimiento de la protagonista. Se cuenta su nacimiento, se salta a su adolescencia, se visualizan sus escarceos amorosos de la primera juventud, las relaciones de altura que le permite su juventud y belleza y, aunque solo al final, las consecuencias que un itinerario vital como el suyo conlleva en la etapa de madurez.

En  definitiva, Parthenope es una película larga (136 minutos) que, sin embargo, no se hace pesada.  Son tan locos e irreverentes los diferentes momentos por los que transcurre la historia que te mantiene en vilo. Sorrentino se va metiendo sucesivamente con la alta sociedad, con la universidad, con la iglesia, con la sociedad napolitana. Y lo  hace con gracia. Como pertenezco a ese ámbito y conozco bien las universidades italianas, me ha parecido especialmente divertidas sus andanzas con el  profesor de antropología (Gary Oldman). Más  cruel es el episodio referido a los tesoros de San Genaro.

En fin, Parthenope será, probablemente, una de esas películas de culto que por su propio caos interno, su caos creativo y su perfección formal va a generar siempre esa fila infinita para entrar a verla. Merece la pena, aunque solo sea por el saludable impacto que sus irreverencias producen en el encefalograma plano de nuestra normalidad cotidiana. Sin olvidar, claro, el placer voyerista que supone estar dos horas y pico disfrutando de la belleza y las andanzas eróticas de Celeste.

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