martes, noviembre 19, 2024

El OCULTAMIENTO de lo FEMENINO.

 

Una de las cosas que más asombran cuando visitas algún país árabe es el cruzarte con esas mujeres de negro y tapadas de la cabeza a los pies. No es que te resulte novedoso porque ya lo hemos visto muchas veces en productos audiovisuales desde la tele a las películas y documentales. Pero cruzarte con ellas, tenerlas ahí al dalo, ver sus ojos brillantes y hermosos entre las ranuras de su burka, te sacude internamente. No puedes evitar apartarte para dejarlas pasar, para no rozarte con ellas.

Pudiera ser cierta esa idea de que el misterio es una de las principales cualidades de lo femenino y que eso ha llevado a un descenso progresivo, tanto en el arte gráfico como en la poesía,  desde lo icónico y figurativo a una mirada sobre la belleza femenina “vinculada al misterio, el ocultamiento, lo secreto, la ausencia y la identidad” (Elisa de la Torre, 2019: La sombra femenina: un análisis de la estética del ocultamiento en artistas femeninas contemporáneas. Atrio. Revista de Historia del Arte, nº 1, 81-90 )

Pudiera ser, es verdad, que quepa una mirada estética del ocultamiento que vaya más allá de la consideración desasosegante que produce ver mujeres en ese trance. También el guía intentó explicarlo desde una argumentación más antropológica y contextual: estamos en el desierto y aquí corre mucho aire cargado de arena que reseca el cutis. El burka no es sino una defensa del cutis femenino.  Quizás fuera ése su origen, pero no  parece creíble hoy en día. Más bien, refleja una posición religiosa y cultural (incluso política) de ocultamiento de la figura femenina.

 En cualquier caso, mi interés por traerlo al blog es que en el centro de visitantes de Gerasa, mientras dábamos una vuelta viendo productos de artesanía jordana, me tropecé con la serie de cuadros que les ofrezco y que me produjo un shock enorme. Había muchos de distintos tamaños, colores y figuraciones, pero todos con el mismo contenido: unas imágenes ya medio ocultas en la línea superior iban desfigurándose hasta quedarse en pura sombra en la fila más baja. Uff, pensé, es una impresionante analogía de la progresiva anulación de lo femenino. Comienzan tapándose la cara, para ir poco a poco convirtiéndose en meras sombras.

Seguramente las cosas en la realidad no son así. Esas mismas mujeres que en la calle se tapan el rostro y desaparecen (salvo sus ojos) tras el burka, son luego mujeres empoderadas en su casa, en el trabajo, en la vida no pública. Lo que nos contaba el guía de su propia vida familiar y las relaciones con su hija adolescente, no parecían responder a esa perspectiva desoladora de la pintura.

Con todo, la imagen se me quedó grabada. Y cada vez que me tropecé con mujeres embutidas en un burka, me sentí fatal. No me pareció que fuera algo que casara bien con las cualidades de país moderno y amigable con que Jordania quiere presentarse ante quienes le visitan y ante el mundo.

No hay comentarios: