A medida que uno va creciendo en años va acumulando lastre de “ex”: exhijo, exseminarista, examigo, examante, exuniversitario, exmarido… Claro que el que más nos pesa, seguramente, es el de exjoven. Pasa como con los ordenadores que con el tiempo se les van añadiendo basura en el sistema y tienes que hacerles una limpieza a fondo y reformatearlos. Pero eso no es tan fácil con las personas. Debía haber un antivirus que te fuera liberando (o poniendo en cuarentena) a todos los ex que perturban nuestro funcionamiento. Sería muy terapeútico.
Y no es fácil ser un ex correcto y educado. Sobre todo los ex que tienen que ver con relaciones personales rotas son bien jodidos de llevar. ¿Qué haces con los amigos que lo fueron y han dejado de serlo? ¿Los saludas? ¿Les sonríes al cruzarte aunque no les digas nada? ¿Te interesas por ellos? ¡Ufff! Chungo, de veras. Ya me figuro que lo de los examantes es todavía peor. Según cuentan algunos amigos (de estas cosas uno siempre se entera por los amigos, como es lógico) les está costando dios y ayuda mantener el tipo en su status de examantes (algunos con varios ex acumulados en simultáneo, lo que debe ser la leche). Casi tan difícil como ser amante, suelen decir. Y tan clandestino. Total, antes nadie podía saber que uno tenía un amante, pero la cosa no mejora aunque la relación se haya acabado. Tampoco puede saber nadie ahora que eres examante porque se descubriría elpastel anterior. Y así, los que acumulan muchos ex, van teniendo que ampliar su zona interior reservada para asuntos que nadie debe conocer. A costa, claro, de las otras zonas más visibles. Vaya, que al final te quedas sin piso interior.
Según he podido ver hay muchas tipologías de examantes (hablo de este tipo de ex porque es el que más morbo tiene, por supuesto). Aunque son los menos, los hay que pasan página sin más. No sé cómo lo consiguen pero es como si tuvieran una tecla de “delete” que borrara de golpe las experiencias pasadas. Es el sistema más higiénico, desde luego, pero casa mal con la psicología humana y la memoria afectiva. Leí hace poco que una artista decía, con razón, que el cuerpo tiene más memoria que la mente. Por eso es difícil borrar las huellas físicas y emocionales que te puede dejar una relación. Sobre todo si la has vivido intensamente. Hay otros que el tema lo llevan por el lado contrario: destruyen la imagen de la persona exquerida y así, odiándola o despreciándola, les resulta más fácil pasar de ella y meter los recuerdos en el trastero de las cosas inservibles. También esa política de arrasar con todo suena terrible. Porque, aunque sean menos o pertenezcan a una época pasada, ¿cómo puedes transformar los momentos maravillosos que has vivido con otra persona, los anhelos que has compartido con ella en momentos despreciables? Pero reconozco que tenemos esa capacidad selectiva: olvidar lo bueno y poner en primer plano lo negativo. Desde luego, así salen más claras las cuentas: lo negativo es más que lo positivo y está justificado el romper. La cosa es que, aunque lo justifiques, siempre te queda ahí esa memoría emocional que genera melancolía. En fin, algunos lo resuelven cortando por lo sano. Y se acabó.
También los hay que marean mucho más la perdiz. Como está pasando con los expresidentes del gobierno. Que no acaban de irse. Algunos no acaban de separarse nunca de sus ex. Y eso debe ser bien complicado de llevar. Es un estar permanentemente en la frontera, es un ser y no ser (en realidad es un no ser que uno no se acaba de creer). Es un sinvivir. Lo gracioso es que me identifico mucho con estos pobres ex porque yo haría lo mismo. Y eso que ya sé que es un mal sistema. Por lo que he visto en ellos, son gente que abre historias con facilidad pero no sabe cerrarlas.Les funcionan bien las hormonas del aprecio y el apego personal (neurofina, dicen los técnicos) pero padenen déficits en las contrahormonas que permiten cerrar el ciclo de la fascinación (la oxitocina,según dicen) y se quedan colgados. Y a lo que se ve no hay recetas que activen la producción de esas hormonas deficitarias. Una cruz.
Un colega (o una colega, no lo sé) mexicano escribía en su blog una reflexión similar a ésta que acabo de hacer. También él o ella se había fijado en el insoportable peso de los ex que uno va acumulando. Pero él o ella lo tenía claro:
“Últimamente he encontrado personas que han hecho lo mismo que yo. Le dijeron adiós al pasado. No nos pusimos de acuerdo, pero coincidimos en que la mejor manera de cambiar es alejarse de lo que ya no es, como de los exnovios, examigos, excompañeros, examantes, examores imposibles, etcétera.Coincidimos que la esperanza muere al último, pero sí muere… Así que para qué atormentarse con reclamos o sufrir con ilusiones que van desde soñar que el susodicho toca la puerta de tu casa o te va a buscar a la oficina, hasta la estúpida idea de que un día te lo encontrarás mientras caminas por senderos desconocidos.
El desamor es el malestar más común en el mundo. Podrá haber excepciones, pero todos, absolutamente todos tenemos, por lo menos, una historia dramática de amor atormentado”.
En fin, que hay mucho ex por ahí suelto. Y eso tiene su parte buena. Al final, cada ex nuevo que vas acumulando es más experiencia. Para algunos, incluso, es más orgullo, como esas muescas que se hacían en el cinturón los indios cada vez que se cobraban una nueva cabellera gringa. Pero para los más (o quizás no, no sé) cada nuevo ex es como un nuevo fracaso, algo que no salió bien pudiendo salir bien. Y es, sobre todo, una nueva incógnita sobre qué debes hacer y cómo puedes comportarte con esa persona. Y si tienes que seguir relacionándote con él o ella, la cosa se complica porque cambia todo, pero como debes mantenerlo en secreto, nadie lo debe notar. Vamos, un sinvivir. Ya digo, lo del resetear sería una solución magnífica. Pero imposible para algunos.
Yo creo que hay que reivindicar que se defina con más claridad el estatuto de los ex. Que se aproveche el que van a hacer una ley especial para los expresidentes para ampliar las consideraciones a todos los ex. No es fácil ser ex. No nos han preparado para eso. Veremos si ahora meten algún tema específico en “educación para la ciudadanía”.
Y no es fácil ser un ex correcto y educado. Sobre todo los ex que tienen que ver con relaciones personales rotas son bien jodidos de llevar. ¿Qué haces con los amigos que lo fueron y han dejado de serlo? ¿Los saludas? ¿Les sonríes al cruzarte aunque no les digas nada? ¿Te interesas por ellos? ¡Ufff! Chungo, de veras. Ya me figuro que lo de los examantes es todavía peor. Según cuentan algunos amigos (de estas cosas uno siempre se entera por los amigos, como es lógico) les está costando dios y ayuda mantener el tipo en su status de examantes (algunos con varios ex acumulados en simultáneo, lo que debe ser la leche). Casi tan difícil como ser amante, suelen decir. Y tan clandestino. Total, antes nadie podía saber que uno tenía un amante, pero la cosa no mejora aunque la relación se haya acabado. Tampoco puede saber nadie ahora que eres examante porque se descubriría elpastel anterior. Y así, los que acumulan muchos ex, van teniendo que ampliar su zona interior reservada para asuntos que nadie debe conocer. A costa, claro, de las otras zonas más visibles. Vaya, que al final te quedas sin piso interior.
Según he podido ver hay muchas tipologías de examantes (hablo de este tipo de ex porque es el que más morbo tiene, por supuesto). Aunque son los menos, los hay que pasan página sin más. No sé cómo lo consiguen pero es como si tuvieran una tecla de “delete” que borrara de golpe las experiencias pasadas. Es el sistema más higiénico, desde luego, pero casa mal con la psicología humana y la memoria afectiva. Leí hace poco que una artista decía, con razón, que el cuerpo tiene más memoria que la mente. Por eso es difícil borrar las huellas físicas y emocionales que te puede dejar una relación. Sobre todo si la has vivido intensamente. Hay otros que el tema lo llevan por el lado contrario: destruyen la imagen de la persona exquerida y así, odiándola o despreciándola, les resulta más fácil pasar de ella y meter los recuerdos en el trastero de las cosas inservibles. También esa política de arrasar con todo suena terrible. Porque, aunque sean menos o pertenezcan a una época pasada, ¿cómo puedes transformar los momentos maravillosos que has vivido con otra persona, los anhelos que has compartido con ella en momentos despreciables? Pero reconozco que tenemos esa capacidad selectiva: olvidar lo bueno y poner en primer plano lo negativo. Desde luego, así salen más claras las cuentas: lo negativo es más que lo positivo y está justificado el romper. La cosa es que, aunque lo justifiques, siempre te queda ahí esa memoría emocional que genera melancolía. En fin, algunos lo resuelven cortando por lo sano. Y se acabó.
También los hay que marean mucho más la perdiz. Como está pasando con los expresidentes del gobierno. Que no acaban de irse. Algunos no acaban de separarse nunca de sus ex. Y eso debe ser bien complicado de llevar. Es un estar permanentemente en la frontera, es un ser y no ser (en realidad es un no ser que uno no se acaba de creer). Es un sinvivir. Lo gracioso es que me identifico mucho con estos pobres ex porque yo haría lo mismo. Y eso que ya sé que es un mal sistema. Por lo que he visto en ellos, son gente que abre historias con facilidad pero no sabe cerrarlas.Les funcionan bien las hormonas del aprecio y el apego personal (neurofina, dicen los técnicos) pero padenen déficits en las contrahormonas que permiten cerrar el ciclo de la fascinación (la oxitocina,según dicen) y se quedan colgados. Y a lo que se ve no hay recetas que activen la producción de esas hormonas deficitarias. Una cruz.
Un colega (o una colega, no lo sé) mexicano escribía en su blog una reflexión similar a ésta que acabo de hacer. También él o ella se había fijado en el insoportable peso de los ex que uno va acumulando. Pero él o ella lo tenía claro:
“Últimamente he encontrado personas que han hecho lo mismo que yo. Le dijeron adiós al pasado. No nos pusimos de acuerdo, pero coincidimos en que la mejor manera de cambiar es alejarse de lo que ya no es, como de los exnovios, examigos, excompañeros, examantes, examores imposibles, etcétera.Coincidimos que la esperanza muere al último, pero sí muere… Así que para qué atormentarse con reclamos o sufrir con ilusiones que van desde soñar que el susodicho toca la puerta de tu casa o te va a buscar a la oficina, hasta la estúpida idea de que un día te lo encontrarás mientras caminas por senderos desconocidos.
El desamor es el malestar más común en el mundo. Podrá haber excepciones, pero todos, absolutamente todos tenemos, por lo menos, una historia dramática de amor atormentado”.
En fin, que hay mucho ex por ahí suelto. Y eso tiene su parte buena. Al final, cada ex nuevo que vas acumulando es más experiencia. Para algunos, incluso, es más orgullo, como esas muescas que se hacían en el cinturón los indios cada vez que se cobraban una nueva cabellera gringa. Pero para los más (o quizás no, no sé) cada nuevo ex es como un nuevo fracaso, algo que no salió bien pudiendo salir bien. Y es, sobre todo, una nueva incógnita sobre qué debes hacer y cómo puedes comportarte con esa persona. Y si tienes que seguir relacionándote con él o ella, la cosa se complica porque cambia todo, pero como debes mantenerlo en secreto, nadie lo debe notar. Vamos, un sinvivir. Ya digo, lo del resetear sería una solución magnífica. Pero imposible para algunos.
Yo creo que hay que reivindicar que se defina con más claridad el estatuto de los ex. Que se aproveche el que van a hacer una ley especial para los expresidentes para ampliar las consideraciones a todos los ex. No es fácil ser ex. No nos han preparado para eso. Veremos si ahora meten algún tema específico en “educación para la ciudadanía”.
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