La Semana Santa en la televisión sigue respondiendo a otras épocas. Es lamentable su oferta en estas fechas. Claro que antes era peor, desde luego. Podías optar entre “Marcelino pan y vino” o la “Túnica Sagrada”. Y en las cadenas más laicas se llegaba como mucho a “Espartaco” o “Ben Hur”. Una sobredosis de nostálgia histórica y religiosa que era el mejor antídoto para no quedarte en casa y marchar a las playas del Sur. Y así, de paso, librarse de los larguísimos oficios religiosos de estos días.
Como digo, la cosa ha cambiado algo, pero tampoco mucho. Ayer, que era Viernes Santo, si uno quisiera tener una siesta un poco divertida, podía optar entre “María, madre de Jesús” (TVE), Los Santos Oficios (TVE2), “El principio: relatos del Génesisy del Éxodo” (Tele5), “Unha trompeta distante” (TVG) y algún que otro superviviente de los programas habituales de chismes o baile. Menos mal que Antena 3 pasaba “Soñé con Africa”, una peli del año 2000, adaptación de la novela de Kuki Gallman (que es la protagonista del film, convertida al final de sus días en escritora y que cuenta su propia historia). Es un trabajo de Hugh Hudson y prometía un rato entretenido, pese a los negros presagios que siempre se ciernen sobre las películas rotuladas como “dramas”.
Uno ya sabe, la experiencia te ayuda, que películas de este tipo dan mucho pie para lucirse con la fotografía (es extraordinaria), con mensajes ecológicos (es una fuerte llamada al conservacionismo y a la lucha contra los furtivos que masacran animales para robarles sus colmillos) y, desde luego con historias románticas. En las tres cosas es una película excelente. Los paisajes son maravillosos y llevan, realmente a soñar con África. Supongo que es la sensación común tras ver la película, unas ganas enormes de irte a África, de disfrutar de aquellos lugares, de sentir aquella paz. La moraleja conservacionista se diluye un poco entre los episodios de la historia, pero se deja claro el valor de la naturaleza y los animales, del saber convivir con ella y con ellos, del no dejarse llevar por los lucros inmediatos y a tan alto coste. Y la historia romántica resulta muy interesante. En fin, cumple muy bien sus objetivos. Y eso sin mencionar el papel magnífico que hace Kim Basinger, preciosa y muy metida en el personaje que va mucho más allá de exhibir su belleza física. Y, también, digno el papel del coprotagonista Vicent Pérez, un personaje lleno de matices y con el que resulta fácil identificarse (a los hombres, claro).
Por eso, a veces confunden, juicios tan severos y dogmáticos del film como han hecho algunos críticos. "Aburrido e inverosímil melodrama", ha escrito el crítico de El País. Así, cortando por lo sano. Siendo que narra una historia real, o eso prometen, no habría que considerarla tan inverosimil. Otro ha escrito (bajo el título de “soñé con olvidarla”) que es una historia (tan) cursi, inverosímil y moralizante que terminas por distanciarte de ella. A otro le ha parecido que en ella se aburren hasta los “ñus”. En fin, también las hay, positivas y que destacan algunas de las cosas que ya he mencionado.
De todas maneras, a mí me ha parecido una película con mensajes interesantes. Y, a pesar que uno la ve en medio de esa somnolencia leve propia del momento de la siesta, te mete en el cuerpo ciertas preguntas y algunas emociones intensas de esas que rascan el alma y te ponen en guardia. Y casi todas ellas están en torno a la historia de amor que cuenta el film. Historia, que como todas las historias, tiene resonancias distintas para cada uno de nosotros según como haya sido o siga siendo nuestra vida y nuestras relaciones.
“Soñé con Africa” es, ante todo, la historia de una mujer que va buscando a trompicones su propio espacio y sus sueños. Por eso se va a África con su hijo, tras un divorcio y un terrible accidente, siguiendo la estela de su nuevo amor. Pero lo que allí buscaba no es fácil de encontrar. Africa marca otros ritmos, también en la relación de pareja, y cuesta acostumbrarse. Se fué buscando compañía estable, buscando la naturaleza explosiva y, en realidad, con quien se encuentra es con ella misma. Con más tiempo para mirar hacia dentro de sí, a sus propias expectativas, a sus vacios. Y poco a poco los va llenando.Va siendo cada vez más ella misma, al margen de lo que son los demás en su entorno. Al final cada uno va siguiendo su propia historia y se va consumiendo en su propio fuego. Ella va perdiendo las cosas que más quiere pero sigue manteniéndose fuerte porque para ese momento su fuerza ya estaba en ella misma y no en los demás. Y eso lo aprendió allí. Al final quien queda es ella y Africa. Africa, la trágica, la ladrona pero también la gran seductora. “Creemos que cuidamos la tierra, pero es ella la que nos cuida a nosotros”. O al menos, la que nos educa y hace fuertes. Si sabemos leer sus mensajes.
Como digo, la cosa ha cambiado algo, pero tampoco mucho. Ayer, que era Viernes Santo, si uno quisiera tener una siesta un poco divertida, podía optar entre “María, madre de Jesús” (TVE), Los Santos Oficios (TVE2), “El principio: relatos del Génesisy del Éxodo” (Tele5), “Unha trompeta distante” (TVG) y algún que otro superviviente de los programas habituales de chismes o baile. Menos mal que Antena 3 pasaba “Soñé con Africa”, una peli del año 2000, adaptación de la novela de Kuki Gallman (que es la protagonista del film, convertida al final de sus días en escritora y que cuenta su propia historia). Es un trabajo de Hugh Hudson y prometía un rato entretenido, pese a los negros presagios que siempre se ciernen sobre las películas rotuladas como “dramas”.
Uno ya sabe, la experiencia te ayuda, que películas de este tipo dan mucho pie para lucirse con la fotografía (es extraordinaria), con mensajes ecológicos (es una fuerte llamada al conservacionismo y a la lucha contra los furtivos que masacran animales para robarles sus colmillos) y, desde luego con historias románticas. En las tres cosas es una película excelente. Los paisajes son maravillosos y llevan, realmente a soñar con África. Supongo que es la sensación común tras ver la película, unas ganas enormes de irte a África, de disfrutar de aquellos lugares, de sentir aquella paz. La moraleja conservacionista se diluye un poco entre los episodios de la historia, pero se deja claro el valor de la naturaleza y los animales, del saber convivir con ella y con ellos, del no dejarse llevar por los lucros inmediatos y a tan alto coste. Y la historia romántica resulta muy interesante. En fin, cumple muy bien sus objetivos. Y eso sin mencionar el papel magnífico que hace Kim Basinger, preciosa y muy metida en el personaje que va mucho más allá de exhibir su belleza física. Y, también, digno el papel del coprotagonista Vicent Pérez, un personaje lleno de matices y con el que resulta fácil identificarse (a los hombres, claro).
Por eso, a veces confunden, juicios tan severos y dogmáticos del film como han hecho algunos críticos. "Aburrido e inverosímil melodrama", ha escrito el crítico de El País. Así, cortando por lo sano. Siendo que narra una historia real, o eso prometen, no habría que considerarla tan inverosimil. Otro ha escrito (bajo el título de “soñé con olvidarla”) que es una historia (tan) cursi, inverosímil y moralizante que terminas por distanciarte de ella. A otro le ha parecido que en ella se aburren hasta los “ñus”. En fin, también las hay, positivas y que destacan algunas de las cosas que ya he mencionado.
De todas maneras, a mí me ha parecido una película con mensajes interesantes. Y, a pesar que uno la ve en medio de esa somnolencia leve propia del momento de la siesta, te mete en el cuerpo ciertas preguntas y algunas emociones intensas de esas que rascan el alma y te ponen en guardia. Y casi todas ellas están en torno a la historia de amor que cuenta el film. Historia, que como todas las historias, tiene resonancias distintas para cada uno de nosotros según como haya sido o siga siendo nuestra vida y nuestras relaciones.
“Soñé con Africa” es, ante todo, la historia de una mujer que va buscando a trompicones su propio espacio y sus sueños. Por eso se va a África con su hijo, tras un divorcio y un terrible accidente, siguiendo la estela de su nuevo amor. Pero lo que allí buscaba no es fácil de encontrar. Africa marca otros ritmos, también en la relación de pareja, y cuesta acostumbrarse. Se fué buscando compañía estable, buscando la naturaleza explosiva y, en realidad, con quien se encuentra es con ella misma. Con más tiempo para mirar hacia dentro de sí, a sus propias expectativas, a sus vacios. Y poco a poco los va llenando.Va siendo cada vez más ella misma, al margen de lo que son los demás en su entorno. Al final cada uno va siguiendo su propia historia y se va consumiendo en su propio fuego. Ella va perdiendo las cosas que más quiere pero sigue manteniéndose fuerte porque para ese momento su fuerza ya estaba en ella misma y no en los demás. Y eso lo aprendió allí. Al final quien queda es ella y Africa. Africa, la trágica, la ladrona pero también la gran seductora. “Creemos que cuidamos la tierra, pero es ella la que nos cuida a nosotros”. O al menos, la que nos educa y hace fuertes. Si sabemos leer sus mensajes.
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