Está visto que las desgracias nunca vienen solas. Ya es bastante malo que uno no pueda escoger su estatura, pero la cosa no podía quedar así, no, ahora nos enteramos de que además la estatura (la baja) va asociada a todo otro conjunto de calamidades. “Los hombres de baja estatura y las mujeres o muy altas o también bajitas son las personas más inseguras y, por tanto, las más celosas de sus parejas” (EL MUNDO, 14-03-08,pag. 38). Y no hay nada que objetar. Lo ha revelado una investigación de una universidad holandesa (Groginga) y otra española (Valencia). Entrevistaron a 349 estudiantes españoles y a 200 holandeses (¿qué les habrían preguntado, pobres?)
El punto de partida de la investigación es que “los hombres altos tienen novias más atractivas y un mayor éxito reproductivo porque son los preferidos de las mujeres”. Así, con dos cojones. Y quien se pique, ajos come. Y eso es sólo el principio (es decir, esa realidad que no hace falta demostrar porque es un hecho consabido y evidente). Ahora que medio habíamos superado el fantasma del tamaño del pene, resulta que aparece otro asunto de medidas que viene a hurgar de nuevo en la misma llaga. Está visto que los matemáticos no dejan de enredar.
Bueno, pues lo dicho. Lo de que los altos se llevan las mejores piezas se da como algo sabido y obvio. Lo que los investigadores (el artículo solo cita a una, Rosario Zurriaga, de Valencia) quería saber de los pobres bajitos es si, además de tocarles bailar con la más fea, eso lo llevan mal y resultan celosos y cobardes. ¡Pobres bajitos!.
Y resulta que sí, que además de bajos, son celosos. Un desperdicio. Claro que para saberlo, les dijeron (a los valencianos) que se imaginaran a sus parejas flirteando con otro (se supone que uno alto, eso no lo especifica el informe) y que dijeran qué sentían. Y los bajitos decían que se encabronaban, pero como no podían competir con los altos (que podían darles un par de hostias), pues se comían su malhumor con celos. El grupo de Valencia insiste en que los celos son mayores si el “otro” con el que flirtea tu novia además de alto es un cabrón que te mira por encima del hombro. Y todo esto es más grave aún, si el bajito, además de bajo, es un mierdilla de poca musculatura. Ahí ya no tiene nada que hacer. Ni celos ni leches.
El mundo de los altos es mucho más satisfactorio, por supuesto. No sólo se quedan con las más guapas y son más reproductivos, sino que además, dechados de seguridad ellos, les importa un carajo si su novia flirtea con otro (y si es bajito, vamos, hasta les da la risa). Y si el otro se pone pesado, saben que su altura y prestancia son armas suficientes para disuadirlo de competir por su compañera. En fin, lo altos no ven que existan razones para ser engañados. Por Dios, están seguros de que las mujeres son inteligentes y siempre les prefirán a ellos...
Claro que en la muestra estudiada también había chicas. En ellas la cosa se complica un poco. Las que mejor lo tienen son las medianas. Las muy altas lo pasan mal, parece, pero se consuelan porque en caso de conflicto (su chico flirteando con otra) siempre les queda la opción de amenazar a la rival con dos leches, que para eso son altas y fuertes. Y las mujeres bajitas, también lo tienen crudo. Y si además de bajitas son gorditas, a tomar por el saco sus expectativas. No les va a quedar más remedio que contentarse con un bajito.
El punto de partida de la investigación es que “los hombres altos tienen novias más atractivas y un mayor éxito reproductivo porque son los preferidos de las mujeres”. Así, con dos cojones. Y quien se pique, ajos come. Y eso es sólo el principio (es decir, esa realidad que no hace falta demostrar porque es un hecho consabido y evidente). Ahora que medio habíamos superado el fantasma del tamaño del pene, resulta que aparece otro asunto de medidas que viene a hurgar de nuevo en la misma llaga. Está visto que los matemáticos no dejan de enredar.
Bueno, pues lo dicho. Lo de que los altos se llevan las mejores piezas se da como algo sabido y obvio. Lo que los investigadores (el artículo solo cita a una, Rosario Zurriaga, de Valencia) quería saber de los pobres bajitos es si, además de tocarles bailar con la más fea, eso lo llevan mal y resultan celosos y cobardes. ¡Pobres bajitos!.
Y resulta que sí, que además de bajos, son celosos. Un desperdicio. Claro que para saberlo, les dijeron (a los valencianos) que se imaginaran a sus parejas flirteando con otro (se supone que uno alto, eso no lo especifica el informe) y que dijeran qué sentían. Y los bajitos decían que se encabronaban, pero como no podían competir con los altos (que podían darles un par de hostias), pues se comían su malhumor con celos. El grupo de Valencia insiste en que los celos son mayores si el “otro” con el que flirtea tu novia además de alto es un cabrón que te mira por encima del hombro. Y todo esto es más grave aún, si el bajito, además de bajo, es un mierdilla de poca musculatura. Ahí ya no tiene nada que hacer. Ni celos ni leches.
El mundo de los altos es mucho más satisfactorio, por supuesto. No sólo se quedan con las más guapas y son más reproductivos, sino que además, dechados de seguridad ellos, les importa un carajo si su novia flirtea con otro (y si es bajito, vamos, hasta les da la risa). Y si el otro se pone pesado, saben que su altura y prestancia son armas suficientes para disuadirlo de competir por su compañera. En fin, lo altos no ven que existan razones para ser engañados. Por Dios, están seguros de que las mujeres son inteligentes y siempre les prefirán a ellos...
Claro que en la muestra estudiada también había chicas. En ellas la cosa se complica un poco. Las que mejor lo tienen son las medianas. Las muy altas lo pasan mal, parece, pero se consuelan porque en caso de conflicto (su chico flirteando con otra) siempre les queda la opción de amenazar a la rival con dos leches, que para eso son altas y fuertes. Y las mujeres bajitas, también lo tienen crudo. Y si además de bajitas son gorditas, a tomar por el saco sus expectativas. No les va a quedar más remedio que contentarse con un bajito.
Claro que acabo de ver que otra investigación, ésta de una universidad americana, ha descubierto que en la prehistoria los chaparritos eran los más listos y resultaban irresistibles a las mujeres. Pena que la fascinación duró, según la investigación, hasta que aparecieron las armas y entonces se impuso la ley del más fuerte. Y así nos va desde entonces.
Hay que ver qué crueles son las investigaciones. Y, a veces, qué chorras.
Hay que ver qué crueles son las investigaciones. Y, a veces, qué chorras.
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