lunes, marzo 26, 2007

La asertividad.

La interacción asertiva ideal es aquella en la que
los participantes acaban sintiéndose mejor que antes.

S. Neiger y E. Fullerton

Suele decirse que nunca te acostarás sin haber aprendido algo nuevo. Eso me ha pasado a mí. Estaba equivocado (lo cual es un poco humillante siendo uno psicólogo) sobre lo que significa asertividad y conductas asertivas. Yo creía que la asertividad tenía que ver con el “ser positivo”. Tratar de ver en uno mismo y en los demás las cosas positivas. Pero, por lo visto, no se trata de eso. Ya me había pasado alguna vez que, discutiendo con alguien, él o ella me decían que trataban de ser asertivos. Y yo pensaba para mí, “leche, con tu asertividad, si llevas media hora poniéndome a parir…” Pues sí, por ahí van los tiros: “consiste en saber expresar nuestras necesidades y puntos de vista, respetando los ajenos”. Y con ese orden de prioridad, calculo: primero lo mío y luego lo ajeno. Tiene que ver, a lo que veo, con la comunicación: “ un comportamiento comunicacional maduro en el que la persona ni agrede ni se somete a la voluntad de otras personas, sino que expresa sus convicciones y defiende sus derechos”.
Tengo que confesar que mi fuente inicial de información fue una de esas revistas femeninas que nos regalan con los diarios del fin de semana. Allí, en las habituales páginas de psicología aparecía la consigna de “aprende a ser una persona asertiva”. Y como era un texto corto, lo leí. Con la sorpresa que acabo de contar. Me interesó, aún más, cuando comprobé que una de las preguntas clave para saber si eres o no asertivo es preguntarte si “sabes decir que no”. Vaya, me dije, esto me va a interesar.
Cuando me he ido a fuentes más fiables ya he podido comprobar que efectivamente se trata de un tema al que últimamente se le ha concedido una notable relevancia como una de las habilidades sociales importantes en nuestro tiempo. ¡Que me lo digan a mí! Tiene mucho que ver con la autoestima y te capacita para actuar, pensar o decir lo que consideres más apropiado para ti mismo, lo que responda mejor a tus necesidades, intereses o derechos (¿no parece magnífico?) sin tener que agredir a nadie ni (eso está bien) permitir que nadie te agreda. Y los manuales suelen incluir otro matiz más: poder decir la propia opinión aunque uno se equivoque, porque también equivocarse es un derecho.
Supongo que esto es el fin de lo “políticamente correcto”, de las “mentiras piadosas”, del tratar de decir siempre aquello que supones que el otro quiere oír, de tratar de ser complaciente a toda costa para propiciar una relación calma y harmónica, sin sobresaltos.
O sea, ha resultado que esto de la asertividad es todo un mundo que tiene sus regla, sus tests, su proceso de formación… Y sus derechos.
Pero se ha hecho largo para hoy. Los repasaré otro día.

Me ha encantado esto de la asertividad. Y me viene como anillo al dedo.

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