domingo, marzo 11, 2007

De pelis: Teresa e Isabel

Fin de semana con cine. Por partida doble. Daba pena meterse en una sala con el buen tiempo reinante, sobre todo en este precioso domingo que hemos disfrutado, pero hay que aprovechar las oportunidades. Y nos fuimos a ver “Teresa, el cuerpo de Cristo”. Desde luego, el título es provocador y supongo que Ray Loriga, su director, lo ha escogido por eso, para provocar. Pero no es una película escandalosa y, si lo es, la causa del escándalo viene más por el terrible papel que juega la iglesia oficial basando su discurso en el miedo indiscriminado. Y ése es el gran mérito de la Teresa del film (y supongo que de la Teresa real), saber escapar del círculo vicioso del miedo: todos tienen miedo y actúan por miedo. Y entienden que así deben funcionar las cosas, por miedo. Su dios es un dios de miedo. Por eso, el cambio de tornas que introduce Teresa hace que todo el discurso se caiga: no se puede temer a quien se ama. ¿Qué clase de amor sería ése? Paz Vega está bien, encarna (y nunca mejor dicho) con garra su personaje, y le dota de esa pasión que seguramente también Teresa sentía pero sublimaba a través del lenguaje. Hermosos textos de la santa y otros de cosecha propia. Magnífico aquello de “estoy engolfada de dios”. Exagerados los cilicios (aunque le dan ese toque masoquista y perverso que las relaciones intensas suelen tener). Muy logrados algunos ambientes. Y, cómo no decirlo, me encantó la Watling (siempre me gusta), incluso en este papel un poco ñoño.

Y hoy fuimos a ver “The Queen”. Ya lleva mucho tiempo en cartelera tuve miedo de que la sacaran. No quería dejar de verla. Como no me había fijado en la ficha técnica, me he estado preguntando durante todo el film de qué nacionalidad sería. Me parecía imposible que fuera inglesa y que dijera las cosas que dice. Quizás es que nosotros no estamos acostumbrados a desmitificar así a nuestras instituciones y a sus representantes. Pero, la verdad, es demoledora con la monarquía, con el gobierno, con la sociedad inglesa en general. Pero sobre todo con la monarquía. Y complaciente, ¡cómo no!, con Lady Di. ¡Qué increíble mujer esta que nos conquistó a todos incluso siendo conscientes de sus enormes defectos!. Era rica, guapa, poderosa, con una sonrisa irresistible. Quizás es que se reflejaban en ella muchos de los deseos que todos llevamos dentro. Por eso la quisimos tanto, porque nos gustaría parecernos a ella y tener su suerte (aunque no su destino fatal, por supuesto). Pero, obviamente, la película está hecha a la medida de su protagonista, la reina Helen Mirren, que está soberbia: contenida, elegante, con esa carga de prepotencia de quien se sabe poderosa y, a la vez, lo suficientemente consciente de su debilidad fundamental. No todos los personajes están bien conseguidos. Es lo malo de este tipo de películas. Fantástica la protagonista pero muy deficiente su marido y su hijo, el príncipe Carlos. Bien en cuanto al carácter Blair pero deficiente en cuanto al parecido. Y magnífica su esposa Cherie.

Dos películas sobre dos mujeres. Y qué distintas ambas. Una, Teresa, llena de energía, de calor, de cuerpo, de pasiones, dolorosamente segura en su inseguridad. La otra huyendo de cualquier expresión de emociones (“yo creía, dice ella, que el pueblo esperaba de su reina que no mostrara emociones”), sin cuerpo, dolorosamente insegura en su seguridad, sin apoyo en su entorno. Una entregada a un dios que siente pero no ve y la otra entregada, a su manera, a un pueblo que ve pero que no es capaz de sentir.

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