martes, mayo 05, 2020

EL ARTE DE CUIDAR A OTRAS PERSONAS




Si hay algo que en estos aciagos días se ha destacado con emoción, ese algo se refiere al valor social y al mérito profesional del cuidar a los demás. Porque hemos sentido ese valor de forma muy profunda y personal hemos salido cada tarde a aplaudir a los sanitarios, nos hemos emocionado cantando el Resistiré y el Faciamo finta che, y hemos pensado con agradecimiento en todos los profesionales que han puesto su responsabilidad y compromiso por los demás por encima de su propia seguridad. Ha sido uno de los hermosos aprendizajes de este fatídico episodio vital de la pandemia: cuidar a los demás es un valor humano que nos hace sacar a la luz lo mejor de nosotros mismos. Y hemos demostrado que, pese a las debilidades habituales en todo colectivo, en general somos buena gente.
Bueno, pues en ese contexto, Netflix nos proponía ayer una película muy conveniente, mezcla de comedia y drama, The fundamentals of caring (Los principios del cuidado). Es un film norteamericano del año 2016, dirigido por Rob Burnett y protagonizado por Paul Rudd y Craig Roberts. El primero hace de cuidador y el segundo de un adolescente tardío afectado de distrofia funcional que lo tiene condenado a una silla de ruedas y a una dependencia total de sus cuidadores. En fin, todos los ingredientes para que el resultado final fuera o un documental dramático sobre las dificultades sociales y médicas para sobrevivir en tan duras condiciones o una historia amable y positiva al estilo del cine francés (Intocables) o de nuestro Campeones.  Afortunadamente (dadas las horas y circunstancias en que la vemos), la cosa va de esa última opción.  No hace falta decir que ya la habíamos visto antes, pero eso tampoco es un problema porque una de las ventajas de la edad es que las cosas, sobre todo si son recientes, se olvidan pronto y disfrutas las repeticiones como si fueran estrenos.
Lo primero que me sorprendió, porque no lo recordaba, es el carácter académico y didáctico del inicio. Tiene su sentido pues el cuidador protagonista basa su papel en que ha realizado un curso de 6 semanas. Y la clase que abre el film es parte de ese curso. Y en ella sientan los principios del cuidado que son cinco: (1) Preguntar; (2) Escuchar; (3) Observar, (4) Ayudar; (5) Preguntar de nuevo. En realidad, están muy bien. Con esas palabras u otras muy similares hemos formado nosotros a los estudiantes de Educación Social. Empezar siempre preguntando (y escuchando, claro) porque no eres un técnico que vas a aplicar tus técnicas sino alguien que se pone a disposición de las personas que precisan cuidados. Muy importantes estos dos primeros principios. Y no lo son menos, los que siguen: observar y en base a ello prestar la ayuda que sea conveniente (ni menos de la necesaria ni más que la suficiente). Y luego, recomenzar el círculo preguntando una vez más.  Y con ello, la profe les va señalando algunas de las condiciones básicas a seguir por un buen  cuidador: cuida pero no te encariñes (esto suena a realista pero imposible, la cuestión no es tanto que no te encariñes cuanto que sepas gestionar bien ese cariño, cosa que se matiza bien en una condición posterior); no se puede cuidar de los demás si antes no cuidas de ti mismo (nadie se prepra para ser mártir); mis necesidades son las mismas que las que tiene la persona que cuido (esta idea merecería un largo comentario que la matizara, pues tanto puede ser un buen consejo como una idea nefasta a la hora de atender a los demás). Y la que resulta la más importante de todas las condiciones mencionadas: cuidar no es solamente prestar una ayuda, cuidar es, sobre todo, saber gestionar la difícil relación que se produce entre cuidador y persona cuidada. Una verdad como una casa. Y la película lo muestra muy bien (igual que lo hicieron las otras similares: Intocables y Campeones).

Bueno, más allá de la clase sobre cuidados, la película está bien, con momentos brillantes (sobre todo los diálogos entre el cuidador y su rebelde paciente) y otros un poco más mesetarios y previsibles. Pero lo interesante es que el film no se recrea en los aspectos más dramáticos de la situación sino que trata de buscarle siempre la cara amable y social de la convivencia entre cuidador y persona cuidada. Incluso el propio enfermo bromea sobre su situación y busca situaciones paradójicas y de utilización graciosa de la misma (por cierto, sin puñetera gracia en algunos casos, al menos vista desde la óptica del cuidador, pero que, superado el susto, ayudan a quitar dramatismo a la enfermedad).
Pero la historia resulta agradable y se disfruta de ella. Más aún si uno sabe de cómo funcionan esos procesos de ayuda. Personalmente tengo que decir que me pareció que todo funciona muy bien desde el punto de vista del “cuidado”. Es lo que llama la  atención de estas películas, al final centran el cuidado más en las cualidades del cuidador que en su formación. Si tomamos como referencia las tres películas mencionadas (Intocables, Campeones y ésta) ninguno de los cuidadores tenía experiencia previa y su formación era más bien escasa. Y sin embargo, todos ellos lo hicieron muy bien. También tuvieron buenos enfermos, pero hasta eso hay que atribuirlo a sus méritos pues ninguno de ellos fue sujeto fácil al inicio de su relación. En fin, que supieron ganárselos y convencerlos para arriesgarse y asumir desafíos interesantes.
En esta película, la parte central es el viaje que inician para visitar el socavón más profundo del mundo, resultado de una excavación minera que fue abandonado. Entre medias, podrían ver también otras cosas llamativas del camino. Para un sujeto que apenas podía moverse y que dependía de respiradores y otras máquinas para sobrevivir, ese viaje parece, desde luego, un desafío complejo. Pero lo acepta (mérito del cuidador) y se echan a la carretera. Y, como sucede siempre, en el camino suceden muchas cosas. Lo interesante de los road movies es que dan para centrar el argumento en la relación entre los que viajan. Eso es exactamente lo que sucede aquí, las relaciones entre cuidador y persona cuidada es el tema y ahí es donde aparece con todos sus matices, como comedia y como drama. Muy interesante todo. Luego aparecen esos otros elementos, innecesarios pero convenientes para ampliar el muestrario de situaciones que hagan atractivo el film: las chica autoestopista y su padre, la embarazada y el parto, el padre lejano. Innecesarias pero soportables. Quizás se hiciera demasiado lento e hipertrofiado el argumento central sin esos excursos. En cualquier caso, no molestan. Lo  importante es que al final llegan hasta el socavón y el muchacho lograr consumar la meada más larga del mundo, uno de sus sueños.
Merece la pena verla. A mí me hubiera gustado verla con mis estudiantes para poder comentarla con ellos.


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