lunes, septiembre 15, 2008

Jesús Valverde


Comenzó la semana intensa y viajera. 7 ciudades en 10 días (Madrid, Priego, Bilbao, Barcelona, Zaragoza, Pamplona, de nuevo Bilbao, Sevilla y allá dentro de semana y media, el regreso a casa). Y entre tanto trajín viajero, 6 intervenciones sobre temas diferentes. Rompiendo todas mis promesas. Desatendiendo cualquier consejo de conducta saludable. Pero ahí vamos. A ver si llegamos al final. Y cómo, porque ahora mismo estoy con un ataque de alergia (los olivos andaluces) que casi no me tengo.
Lo que no me puedo quejar es de cómo ha comenzado. Una primera conferencia en Madrid el viernes en la Univ. Rey Juan Carlos. Hablé de la universidad como “ecosistema de aprendizaje y de vida”. De vida también, porque no solo se va a la universidad a estudiar. Sobre todo se vive. Y de eso iba realmente el Congreso. Los sistemas de acogida, acompañamiento y tutoría de los estudiantes. Pero, frente a la visión sobre todo burocrática que suele dársele a este tema, yo me empeñé en llevarlo a un ámbito más psicopedagógico. Y salió bien. Quedé contento. Y también los asistentes. De hecho, como suele pasar en estos casos, acabé la conferencia con 5 ó 6 invitaciones a diversas universidades. Pero ya voy aprendiendo. Les digo que me lo escriban por email. Así me doy tiempo y les doy tiempo a pensar.

Pero la parte académica del fin de semana fue lo menos importante de estos días. El jueves por la tarde matamos el rato paseando por Moratalaz y recordando los años felices que vivimos allí. Los años del trabajo con niños. Nuestros primeros años de matrimonio. ¡Qué jóvenes éramos entonces! Y con cuantas ilusiones. Pero estuvo bien, aunque la verdad todo ha cambiado mucho desde entonces. Nos pareció que entonces tenía más encanto. No sé, que lo veíamos con otros ojos.

Y después Genilla (una hermosa finca en Priego de Córdoba) para celebrar el 60 aniversario de nuestro amigo Jesús. Y ya es uno más que se integra en la cofradía de los sesentones donde poco a poco vamos a ir a acabar todos los amigos. Eso los hombres, porque las chicas se niegan en redondo a pasar por ese trance. Pero ya es interesante, ¿no?, que sigamos como amigos tras tantos años (38 exáctamente), desde que comenzamos nuestra carrera de Psicología. Nuestra vida en pandilla de amigos ha sido más larga que la que habíamos vivido sin conocernos. Y seguimos manteniendo el mismo cariño de entonces. Con más manías, desde luego (una manía por kilo, calculo yo, o sea que estamos dentro de los estándares de calidad europeos) pero igual de amigos. Pues allá nos reunimos gentes venidas de Madrid, de Valencia y nosotros de Santiago de Compostela. Le llenamos la casa a Jesús y hasta hicimos de ocupas en la casa de su hermano. Tuvimos experiencias novedosas, como dormir en un colchón de aire, Juan Manuel y Celia, que casi lesiona a nuestro amigo. Pero la principal de todas fue el hecho mismo de estar todos juntos dos días compartiendo conversación, mantel y ducha (que eso une mucho).

Celebramos la fiesta el sábado con todos los honores. Se nos unieron las amistades locales del Valverde y allí compartimos vinos y risas. Y canciones de los 60, como es menester (y estaba claro que aún nos ponen mucho más que las canciones modernas). Tendría que hablar aquí de Jesús en este día tan especial (para él y para nosotros), pero como me tocó hacerle el discursito de felicitación que quedo con lo dicho en él. Aquí va:

A JESUS VALVERDE CON CARIÑO

Ay Señor, señor quién lo iba a decir,
aquel Valverde coñón se nos hizo sesentón.


Es que han sido muchos años, señores,
desde aquellas discusiones sobre metafísica en Filosofía B
hasta los actuales intercambios sobre dolores varios.
¿Cuántos? Muchos. Unos 38, más o menos.

Ay Señor, señor quién lo iba a decir,
aquel Valverde coñón se nos hizo sesentón.

Son muchos años. Y dan para mucho. Cabe mucho en tanta vida
Desde La Pedriza a Genilla; desde Forteza a Cencillo; desde Somosagüas a Majandahonda… y de nuevo Genilla. Desde el Camping de Biescas a las cuestas de Carcasone. Y otra vez a Genilla. De Tafalla a Despeñaperros. Y otra vez a Genilla. Genilla siempre ahí, al principio, en medio y al final de cualquier camino. Porque en ella se concentra todo lo que de esforzado, caótico, sentimental y poeta que hay en Jesús. Genilla es la pacha-mama de nuestro Valverde. Y la noguera su principal esfinge.

Ay Señor, señor quién lo iba a decir,
aquel Valverde coñón se nos hizo sesentón.

Es que Jesús, me decía la noguera esta mañana, es como esos atardeceres (¿o debería decir amaneceres?) de estas tierras llenos de contrastes. Hay nubes oscuras y otras rojas; cielo abierto y encapotado; ruidos y silencios, relax y agitación. Un caleidoscopio de contrastes. Así es Jesús, me decía la noguera.
Ay Señor, señor quién lo iba a decir,
aquel Valverde coñón se nos hizo sesentón.

Un Jesús de claroscuros. Eso se parece bastante a la imagen de él nos hemos ido dibujando y corrigiendo a lo largo de estos muchos años. Una biografía llena de contrastes y matices. 60 años dan para mucho, para mucho de todo.
Hijo rebelde, estudiante brillante, novio soñador;
universitario inquieto, activista social comprometido, amante adelantado;
profesor entusiasta, concejal progresista, amante formalizado;
consumado rastreador del rastro, obrero de chapuza fina, churrero alabado, amante exigente;
visitador malquerido de cárceles, tocapelotas insistente de quien quiera que gobierne, amante maratoniano;
salvador de perdidos, escuchador de agobiados, predicador de aprendices ansiosos, amante experimentado;
viajador incansable y, a la vez, disfrutador sin límites del dolce far niente, amante puntilloso.
Y todo intensamente. Y todo repetidamente.

Ay Señor, señor quién lo iba a decir,
aquel Valverde coñón se nos hizo sesentón.

Lo dicho, una vida de contrastes. Les pasa a los que tienen la osadía de vivir intensamente, desear mucho, de buscar siempre. Para asombro de quienes caminamos por sendas más lineales, nuestro Jesús ha sido ex de todo lo que se puede ser ex (como marido, como político, como amante – en esto, incluso, reincidente- como tenista y casi, como académico pues ya está pensando en jubilarse). Y nunca será ex de lo que no se puede ser ex (de sus hijas, de su nieta, de su noguera, de sus amigos, de Genilla). Como escribe Esther Tusquets en su libro “¿Bingo?”, si alguna ventaja tiene llegar a los 60 es que “nos permite marcar una enorme distancia con la vida y darnos cuenta que hay muy pocas cosas importantes”.

Ay Señor, señor quién lo iba a decir,
aquel Valverde coñón se nos hizo sesentón.

Jesusillo, aquí nos tienes compartiendo contigo este 60 cumpleaños. Ayudándote a dar este paso iniciático que es como una nueva adolescencia. No tiene buena fama los 60 pero sus críticos exageran. Es un tiempo fantástico. Parte de los problemas que te han fastidiado los 50 se van al carajo y, en cambio, aparecen ventajas notables. Te importa un huevo mejorar tu currículo, ya lo tienes hecho. Te liberan de los primeros si te cogen de rehén. Nadie te pide que entres a rescatar personas en un edificio en llamas. Puedes apuntarte a las vacaciones del Inserso a unos precios muy competitivos. Ya no eres un hipocondríaco insufrible, ahora sí estás enfermo. Tus articulaciones pronostican el tiempo mejor que los telediarios. Tus secretos están seguros, ya no los recuerdas. Tus neuronas se reducen a una cantidad manejable. Corres menos riesgos de caer en el pecado de lujuria que en el de gula Y empiezas a rentabilizar en serio los años pagados a la Seguridad Social.

Ay Señor, señor quién lo iba a decir,
aquel Valverde coñón se nos hizo sesentón.


Ay Señor, señor quién nos lo iba a decir. Aquel Jesús devoto del Che en los 70, de Forteza en los 80, de Meneses en los 90 y de Ornella Mutti desde la primera comunión; el Jesús hijo, hermano, amigo, padre y abuelo (sobre todo abuelo); el Valverde de toda la vida se nos hizo sesentón. Y está bien. Él está bien. Hace un sesentón interesante. Menos fuerza pero más esfuerzo, menos vitalidad pero más inteligencia, menos orgullo pero más compasión, menos prisa pero más disfrute, menos dentadura pero más paladar, menos yo pero más nosotros.

Ay Señor, señor quién lo iba a decir,
aquel Valverde coñón se nos hizo sesentón.

Felicidades, Valverde. Solo queremos que sigas como siempre (tampoco es cosa de pedirte que cambies a estas alturas si no lo hemos conseguido en 60 años). Que sigas como siempre para ti y para nosotros.
Que nunca nos falte un sueño por el que luchar,
un proyecto que realizar,
algo que aprender,
un lugar a donde ir,
y alguien a quien querer ......

¡COMO SIEMPRE! ¡Felicidades, Jesús!

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