lunes, diciembre 10, 2007


Ya lo decía ayer. Hemos escogido una película densa y con mensaje: El atardecer (Evening) de Laios Koltai. Un film magnífico y lleno de sugerencias. Bastaría con ver el elenco de actrices que participan para animarse, sin otras razones, a verlo. Claire Danes está preciosa y nada que decir del papelón de la Vanesa Redgrave y de Meryl Streep (aunque confunde un poco el verla hacer el papel de madre e hija ya mayor).
Me encantó y dio para que habláramos mucho de ella. Una madre que al final de sus días recuerda los momentos felices e infelices de su vida y, sobre todo, su gran amor. Unas hijas que viven simultáneamente la recuperación de la historia de su madre y sus propios dilemas vitales. Y todo en torno al eterno dilema de qué significa “ser feliz” y cuál es el camino para lograrlo en la vida.

Me encantaron tantas cosas que no sabría decirlo en pocas palabras. Me gusta mucho cuando veo personajes creíbles, con sus dudas, sus problemas, sus búsquedas, sus chapoteos en el fango de sus propias contradicciones. Todos somos así, ¿no? Todos nos pasamos la vida buscando nuestro propio sendero hacia la felicidad. Pero no es fácil tener la seguridad de estar en él, de que ya lo has conseguido. Hay personajes en el film que resultan muy atractivos por eso mismo, porque no tienen las cosas claras y tratan de afrontar sus dilemas lo mejor que pueden. Pidiendo ayuda a gritos, a veces. El hermano borrachín pero clarividente, eterno enamorado invisible. Le dice a su hermana cosas preciosas sobre el amor y la vida (“la gente llama amor a cosas que no lo son, que son sólo presiones hacia lo convencional”; “hay muchas estatuas de generales, pero pocas dedicadas a gentes capaces de amar hasta el fondo, como tú”). También la hija rebelde con sus dudas sobre sí misma y sobre las relaciones que va viviendo. Me impresionó lo que le dice a su pareja, insatisfecho con la situación en que se encuentran: “¿sabes?, quizás no haya más que esto; es probable que nunca me convierta en la mujer que tú deseas”. Él quiere tener un hijo y ella está embarazada pero no se lo dice, al contrario, se lo pone difícil, no sé si para probarle.
Pero lo más interesante de todo lo dice la Meryl Streep cuando las hijas le preguntan sobre si su madre cometió algún error importante en su vida (porque ella lo repite mucho en esa fase final): “No existen los errores. Cada una hicimos lo que teníamos que hacer” Y eso que no se casaron con la persona de la que supuestamente estaban enamoradas, el tal Harris.
Un bonito film. En todos los sentidos. La crítica lo ha tildado de lento, recursivo y complejo. Pero para mí ha sido hermoso (la fotografía es impresionante), sugerente y un digno final a unos días llenos de cine. Y de emociones.

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