jueves, diciembre 06, 2007

Los hermanos.


Mira por donde, ahora resulta que ser el mayor de los hermanos tiene sus ventajas. Siempre creí lo contrario, que ser el mayor podía tener alguna ventaja, pero más desventajas. Sobre todo, porque tienes que ir abriendo camino y eso es agotador. Los que vienen detrás disfrutan los beneficios de las peleas que tú has tenido que librar casi a solas. Y eso que he de reconocer que, en mi/nuestro caso, yo marché pronto de casa y a quien le tocó pelear de veras fue a la Blanqui que venía detrás. Pero, posiblemente, esa valoración es interesada porque yo lo veo desde el puesto del hermano mayor. Mi hija, que es la menor, hace una lectura totalmente contraria. Según ella, todas las ventajas se van al mayor, el más esperado, el más atendido, el centro de todas las reverencias. Para los que vienen detrás solo quedan las sobras (incluidas las ropas usadas, los libros ya usados, las atenciones ya debilitadas) y su protagonismo resulta muy debilitado.

Bueno pues ahora resulta que eso de ser el mayor tiene su aquél. Lo dicen los científicos. La Birth order theory se llama, la teoría del orden de nacimiento (El País, 5 de diciembre 07, pag. 38-39). Cita la periodista (Ma. Antonia Sánchez-Vallejo) un estudio noruego publicado en la revista Science según el cual, los primogénitos tenemos un cociente intelectual superior al resto de los hermanos (hasta 2,3 puntos por encima del segundo y aún más con respecto a los demás). Ser el hermano mayor de varios hermanos es también mejor que ser hijo único. No dicen si cuenta o no el número de hermanos que tengas porque, en ese caso, lo mío, con siete hermanos, es de salirse de la tabla.

Y no es solo la inteligencia. Es que ser el primero es un chollo en casi todos los campos. Bueno, en todos quizás no. Dicen que “según sea uno primogénito, hijo mediano o pequeño, así será su carácter. A grandes rasgos,en el reparto el primero se lleva el conservadurismo, el respeto a las expectativas y los valores paternos y el perfeccionismo. El mediano, en terreno de nadie, tarda en decidir qué quiere hacer con su vida -frente al mayor que la encarrila muy pronto- y desarrolla más relaciones con iguales que jerárquicas. El bejamín, por su parte, es la bohemia y el riesgo: divertido y encantador, puede ser, también, más débil que los otros” (pag. 38). Bueno eso del conservadurismo de los mayores… Yo lo negaría tajantemente, pero me temo mucho que si estuvieran aquí mis hermanos harían con la cabeza que sí, que sí. Total, que somos una familia de libro.

Colegas de otras universidades remachan en el mismo clavo. Según Victoria del Barrio (profesora de Psicología de la Uned) hay el “síndrome del primer hijo” más apegado a los padres; el “síndrome del mimado” (el menor) que tiene bula y al que se considera pequeño durante más tiempo; y el “síndrome del patito feo” (el mediano) que es el que más facilidad tiene para desarrollar emociones negativas, pero también el más sociable de todos. Bueno, nosotros somos 7 hermanos. Lo del mayor y el más pequeño está claro. Pero dónde está la linea para separar a los del medio. A lo mejor hay que hacer grupos: los mayores, los medianos y los pequeños. Un lío.

Otra colega y amiga, Díaz Aguado, profesora de psicología de la Complutense, dice en el mismo artículo que parte de esas diferencias se deben al reparto de papeles que se produce entre los hermanos: “todos los hijos/as podrían ser estudiosos o simpáticos, pero no, hay tendencia a repartir roles. El hecho de que un hermano destaque en algo, por ejemplo en los estudios, lleva a los restantes a excluir esa característica. Es como si cada hermano tuviera que encontrar un sitio: tras un hermano muy estudioso,el siguiente puede ser muy deportista, por ejemplo”. Esto daría para mucho debate en nuestra casa.

En resumen, según esos estudios, los mayores somos “más cautos, obedientes, eficaces, trabajadores, organizados, autodisciplinados y controladores; en el lado negativo más ansiosos y proclives a la depresión y a sentimientos de vulnerabilidad”. Tengo que confesar que en eso me han clavado más que la foto digital que llevo en el carnet de identidad. ¡Qué vergüenza, es como verme en pelota picada!. De los medianos dicen que “carecen de las ventajas de ser el primero o el último;reciben menos atención porque siempre tienen por encima o por debajo a un competidor. Están menos unidos a la familia, acudirán menos en auxilio de sus padres y confesarán haber sido poco queridos durante su infancia”. Pobres los medianos, hasta creo que han recibido menos atención en el propio estudio, pues casi no se dice ninguna característica positiva de ellos. Y de los pequeños ya se sabe, lo de siempre, “son más cooperativos, acomodaticios, modestos, sinceros, poco asertivos y/o sumisos, tiernos y confiados. Mayor inclinación estética y artística, proclives a la fantasía, atentos a sus sentimientos, poco tradicionales, atraidos por la novedad y las ideas. Y socialmente, más afectivos, divertidos y gregarios”. Vamos, que los pequeños son para echarles de comer aparte.

Todo esto daría para un “familia-forum” divertido. Esto es como los horóscopos, dicen obviedades con las que fácilmente nos podemos identificar. Claro que aquí se supone que han hecho investigaciones, aunque no creo que les den el nobel por ellas. Pero está bien. Uno va leyendo cosas y poniéndoles caras y sonriendo. Esto es clavado para mi hermano X, aquí me describen como si me conocieran, esto le va a parecer fatal a mi hermano pequeño. Pero, al margen de todo, yo lo que echo en falta es aquellos tiempos y aquellas situaciones en las que ser el mayor tenía realmente ventajas: ser el heredero de la corona; o el heredero de las propiedades como en la antigüa legislación foral navarra, que, por lo visto, aún se mantiene en Cataluña con el hereu. Lo demás sólo es psicología para reirte con tu camada.

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