lunes, julio 23, 2007

Repasando los últimos días.

Desde aquel 11 de Julio en que escribí mi última entrada han pasado algo más de 10 días y miles de cosas. Desde luego, han pasado miles de kilómetros. De Benicàsim a Burgos. De Burgos a Santiago y de allí a Segovia y después a Valencia para acabar en Pamplona. Todo un Tour veraniego lleno de paisajes, gentes (con nuevos amigos), experiencias y temáticas. Para ser los últimos días de este curso han dado mucho de sí. Y me han dejado agotado. Y casi feliz.
Benicàsim y Burgos estuvieron en la línea de siempre. Sin merecerlo, me he ido colando en un grupo de personajes importantes (rectores, políticos, expertos bien conocidos, etc.) que discuten sobre temas universitarios. Por un lado me agrada porque satisface tu narciso y te hace sentirte en la primera línea de los debates, como si pudieras tener alguna influencia. Pero, a nada que rascas en tu propio papel, enseguida comprendes que tu presencia en esos grupos es muy coyuntural. No desmereces cuando estás pero nadie te echaría de menos si faltaras. En fin, un saber agridulce.
Segovia fue más auténtico. Primero el espacio, en pleno parque natural de Valsain y viviendo en preciosos (y ruidosos) bungalows de madera (de pino de Valsain, por supuesto). Allí sí que tenías que arremangarte y demostrar lo que sabes y puedes aportar. Era gente que sabía de qué iba la cosa (algunos con bastantes años de experiencia en Educación Ambiental) y que no estaban allí por cumplir y sacarse el certificado. Querían aprender. Esas situaciones son siempre muy interesantes. Te asustan un poco al principio, pero poco a poco, vas cogiendo el ritmo y, por lo general, metiéndolos en tu discurso. Y eso que a mí me tocaba bailar con la más fea: la teoría. Cada mañana iniciábamos el día con una sesión teórica de 2 horas. Después venían las salidas al campo, la presentación de experiencias, etc. Pero eso lo hacían otros dos compañeros. El curso salió muy bien y todos se fueron encantados. Hasta me animé a pedirles que hiciéramos un blog donde contar el día a día (educacionambientalcencerropedagogico.blogspot.es). Yo me fui antes de que acabara el curso (otro síntoma del acelere en que vivo) pero ya me han informado que todo acabó fenomenal, que hicieron unos proyectos magníficos y que nos pusieron a los tres profesores por la nubes. No se puede pedir más.
Lo de Valencia fue distinto porque allí, lo del trabajo fue solo una excusa para ir a ver a una amiga que acaba de pasar por un trance personal jorobado. Sólo eso ya merecía el viaje. Verla y poder estar con ella un par de días, animarla, sentir su nerviosismo pero también su deseo de seguir luchando ha sido muy gratificante. Y creo que a ella le gustó mucho vernos.
Lo del trabajo fué más fastidioso. Quizás me cogió ya cansado. O es que también los profesores de aquella universidad (privada y religiosa) estaban también cansados. El caso es que fue uno de los cursos más difíciles que he dado en los últimos meses. Fue como un encierro en el que sientes los cuernos en el culo durante toda la sesión. Fueron solo 4 horas pero me llegó de sobra. Salí agotado. Y eso que trataba temas (los ECTS, las guías docentes, los nuevos planteamientos docentes de la convergencia) con los que suelo obtener un éxito rotundo. Pero había mucho euroescéptico. O pensaron que yo estaba demasiado cerca del MEC y el PSOE y ellos no comulgaban con esas ideas. A mitad de la exposición se levantó un cura (lo dijo él, que se identificó como asesor del obispo) para decirme que no estaba de acuerdo con lo que yo decía. "¿Con qué cosa, exáctamente, de lo que yo he dicho?", le pregunté. "Pues en realidad con nada de lo que ha dicho", me contestó. Y comenzó a desgranar sus ideas, bien contrarias a las mías, desde luego: la universidad del pasado fue en la que todos nosotros nos hemos formado y no nos ha ido mal; lo importante es la enseñanza y lo conceptual (él era profesor de Derecho Canónico) y no ese rollo del aprendizaje práctico; la universidad no es para todo el mundo y sólo deberían acceder los mejor dotados. Y eso dicho en plan bastante agresivo (descalificante). No quise defenderme (me agota en ese tipo de reuniones), aunque sí le mencioné que también nos formamos en una escuela fascista y el que no nos hubiera anulado no lo debemos considerar como mérito suyo. Sólo le dije que, efectivamente, sus ideas y las mías eran muy diferentes. Pero, eso, que sientes en la mirada de algunos como que están en otro rollo y que les importa un carajo lo que puedas decir. Lo bueno de esas situaciones tirantes es que inmediatamente surgen otras voces en el grupo que muestran su total apoyo a lo que estás diciendo. En fin, que fue un curso bastante fastidioso y que me cogió ya cansado.
Y así han transcurrido estos últimos días. Ahora estoy en Pamplona, disfrutando con mis padres, sobre todo con papá que intenta superar su último achaque. Tenía con él una enorme deuda desde su último ingreso en urgencias. En la distancia lo vives con mucha angustia. Estando aquí, no es que desaparezcan los temores, pero los tienes más a mano. Y la convivencia te hace disfrutar de los pequeños progresos. Ayer salimos a pasear un poco y, aunque se cansa mucho, él mismo va cogiendo seguridad y ahuyentando fantasmas. Hoy hemos ido al médico y le ha dicho que las cosas siguen su ritmo y que los indicadores básicos van bien. Él sigue riéndose con nosotros, disfrutando de nuestra presencia, preocupándose por todo lo que nos pasa (que en una familia tan amplia y tan "zabalza" siempre da para mucha conversación y debate). Y a mí me hace especialmente feliz tenerlo cerca y verlo contento. Disfrutar con él, ése va a ser el objetivo de estas vacaciones.

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