lunes, febrero 26, 2007

Porto Alegre

Un desastre. Ya tenía escrita mi entrada, quise mover el cursor hacia arriba para corregirla y ¡zas!, al carajo todo. Y como no hay forma de recuperar el texto (o yo no sé hacerlo) pues, se acabó. No es la primera vez que me pasa y se te queda cara de idiota. Así que, una vez acabado mi repertorio de juramentos, me he prometido que ya no escribo más sobre el blog. LO haré primero en Word y luego lo copiaré allí. Eso es lo que estoy haciendo ahora.

El viaje fue largo y pesado, sobre todo al final pues no sé qué pasaba en Brasil ese domingo que venían todos los vuelos con retraso. Todos. El mío con más de dos horas. Y, en todos los casos, la explicación que repetían por el altavoz era la misma: “retraso no pouso”, lo que nuestra Aena suele mencionar como “llegada tardía del avión asignado”. Total que llegé a Porto Alegre a las 2 y pico de la madrugada.

Tomé un taxi y me llevó al hotel en una carrera que si no fueran las horas que eran hasta resultaría divertida. Aquí los coches no paran en los semáforos rojos (dicen que por seguridad) y el tipo alargaba la cabeza cuando llegábamos a uno para mirar a un lado y otro y seguía sin aminorar la marcha. Menos mal que a esas horas no había nadie. Y lo más interesante vino al final. Le pagué y me devolvió el cambio con un papelito. Su tarjeta, pensé, para que lo llame si preciso de taxi. Pero no. Era un panfletillo sobre “el sentido de la vida”. Ya estoy en Brasil, me dije a mí mismo, el Brasil de siempre. Un tipo que no conoces, que apenas dijo nada durante el trayecto (creo que era sordo por los gestos que hacía cuando le dije la dirección), pero que te da un papelito para que te preguntes sobre el sentido de tu vida, tus objetivos, tus razones para vivir. Supongo que era evangelista. Interesante el papel. Las preguntas eran demasiado fuertes para esas horas de la madrugada, pero merece comentarse. Lo haré.
Y aquí estoy. A 30º grados. Hoy di un pequeño paseo por los aledaños del hotel y hay que buscar la sombra para no quemarse. En fin, veremos qué da de sí.

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