lunes, febrero 12, 2007

El Gran Silencio

Tenía muchas ganas de ver esta película desde que me había hablado de ella un amigo valenciano. En Galicia ha durado poquísimo en las carteleras. Pero, finalmente, ayer pude ir a verla en Santiago de Compostela. Sacamos las entradas con dos horas de antelación ante la mirada incrédula de quien atendía la taquilla. Y no me extraña, al final éramos 6 personas en la sala y tres de ellas marcharon antes de que acabara.
Desde luego, es una película distinta a las otras. Primero porque dura tres horas. Después porque es una película técnicamente limitada (seguramente porque así lo quiso el propio director, Philip Gröning; quizás también porque la copia que estaban utilizando estuviera en malas condiciones: había momentos con rayas y manchas). Pero lo es, sobre todo, por el tema que trata: la vida en un monasterio cartujo, creo que alemán.
Repetición, ritmo. silencio es el subtítulo que figura en la publicidad. Y eso es justamente lo que sucede en el film. Frases, momentos, situaciones que se repiten una y otra vez. Una combinanción extraña entre inmovilidad (en las posturas, en los gestos) y movimiento (en las salidas y entradas de los monjes). Llama la atención que pese a la tranquilidad que transmite el ambiente, a veces da la impresión de verlos estresados, corriendo para llegar a los oficios con el campanero constantemente llamando con el reloj en la mano. Y sobre todo silencio. Un silencio de las personas pero orlado por múltiples sonidos de las cosas y las actividades. Sonidos, sobre todo, de las campanas.
He leido que es una película que está teniendo mucho éxito. Que llena los cines en los que se proyecta. No en Galicia, desde luego. Y no me extraña. Aunque el crítico Julio Rodríguez Chico ha escrito que ["No es una obra para un público indiscriminado, pero tampoco hay que entenderla como sólo apta para el creyente. Quien se acerque con la mente y el corazón abiertos y libres de prejuicios, se beneficiará de un clima de paz para encarar la vida, tendrá a su disposición una parte de la realidad –de eso se trata en el cine que busca algo más que la diversión–, y gozará de la puesta en escena austera y esencial que los grandes cineastas han perseguido en sus trayectorias artísticas. Su visión exige dejar fuera del cine las preocupaciones y agobios de la calle, y también renunciar a ruidos y tramas truculentas para dejar lugar al silencio y poder escuchar otras realidades."], no estoy tan seguro. Muchas de las cosas que allí suceden o aparecen (por ejemplo, los textos) sólo se pueden entender desde una determinada lógica. Fuera de ella sólo generan confusión.
Es difícil reflejar la vida de un monasterio y este film no lo consigue. Creo yo. Yo pasé un año completo en un contexto bastante similar a ése. No en un monasterio cartujo, sino en un noviciado pasionista. Y allí había mucho silencio pero también mucha vida. Una vida difícil de captar desde detrás de las puertas o con la camara situada a 60 metros de los monjes. En fin, no sé.
Pero hubo varias cosas que me llamaron mucho la atención en el film.
1) Los textos. Bellos en su expresión literaria, pero difíciles de entender desde una lógica racional. "Señor tú me has seducido y yo me he dejado seducir", uno de los que más se repite, suena fantástico pero es lo mismo que suelen decir los padres cuando protestan porque sus hijos se han enrolado en una secta: estos desgraciados han seducido a mi hijo/a y la hemos perdido.
2) La falta de crítica. Es una entrega total a una regla y a unas disposiciones en las que ellos mismos no tienen ni arte ni parte. Renuncia a uno mismo, se dice en el lenguaje religioso. Otro de los textos insistía en la necesidad de abandonar tus bienes si querías ser su discípulo. Eso se entiende mejor. pero esa renuncia a sí mismo y a toda crítica no me parece tan sana. Resulta graciosa la discusión sobre si deberían seguir manteniendo los grifos para lavarse las manos antes de entrar al oratorio. Sólo uno de los monjes discrepa. El resto se aferra a los símbolos: si perdemos los símbolos nos quedamos vacíos. Y eso que alguien atina bien con el sentido de los símbolos: lo importante no son los símbolos sino lo que significan.
3) La visión restrictiva de la vida. Esto fué lo que más me golpeó. Más aún porque es un mensaje que desde ciertos sectores religiosos se repite constantemente: sin fe en Dios, la vida carece de sentido. Lo dice el monje ciego en la conversación final. Y él está absolutamente convencido de lo que dice. No consigo entenderlo. No es mi caso, pero incluso sin fe (cada vez son más las personas que dicen no tenerla) la vida sigue teniendo mucho sentido. La vida es la vida, al margen de nuestras creencias. Y siempre merece la pena vivirla. La cuestión es que si algunos creyentes (los más preclaros, como en este caso los monjes) piensan que sin fe la vida carece de sentido, qué piensan de los que no tienen fe. ¿Creen quizás que están viviendo una vida sin sentido?

Demasiadas cosas para un film. Ya lo sé. Pero ha removido muchas cosas en mí. Quizás necesite volver sobre algunos de los temas. Lo siento.

No hay comentarios: