viernes, julio 31, 2009

Rexouvando



Rexouvando. Así decimos, en gallego, a las reuniones para recordar acontecimientos vividos, fiestas celebradas, delicias degustadas. El diccionarios dice que la palabra tiene que ver con la "murmuración", la "habladuría", el "meterse con los demás". Hombre, algo de eso hay, pero lo nuestro tiene mucho más que ver con el disfrute y la juerga reconstruida y redisfrutada. Y eso es lo que hicimos ayer un pequeño grupo de amigos recordando la fiesta de mis 60 años en Orazo.



Total, cualquier excusa es buena para celebrar lo que sea. Y en este caso, la rexouva sirve para recordar momentos agradables, para volver sobre anécdotas que cada uno fue viviendo, para "refrescar", como se dice ahora, las emociones de aquel encuentro.

Sirvió, además, para que los amigos me fueran pasando las fotografías que hicieron. Así voy acumulando evidencias y detalles que se escaparon a la mirada demasiado ajetreada de aquel día.



Sirvió también para que les diera noticias sobre la cabra. Fui a verla el miércoles. La cuida Antonio, el señor que nos atiende la finca. Él antes tenía vacas pero con esto de la crisis lechera gallega se deshizo de ellas. De veintitantas, se quedó con tres para entretenerse un poco y tener leche para la familia. Así que tener a la cabra en casa no le agobia en exceso. Me contó que estaba un poco deprimida y que comía poco. Que había adelgazado. Que pese a las buenas intenciones de mis amigos ella no quería saber nada de triscar hierba. Prefería el pienso y la comida que le preparaban en casa. También hablamos de su futuro (¡hay que ver las responsabilidades que se te vienen encima cuando tienes que criar una cabra!) y decidimos que el haber acabado en nuestra casa debía ser algo positivo para ella, no su condena a un puchero próximo. Así que dejaremos que vaya creciendo un poco con las ovejas de Antonio y, más adelante, le buscaremos un novio por los alrededores. Si la cosa va bien, puede que la cabra nos dé cabritillos y así los corrales de Antonio vuelvan a estar más animados tras la marcha de las vacas. Como puede verse todo un proyecto de vida. En lugar de servírnosla a la petitoria como estaba planificado, nuestra Lina (así la bautizaron los amigos), va a vivir una vida de cabra longeva y va a cumplir su misión reproductora. Eso, si le va la marcha y no se nos deprime. Pero yo creo que sí, que sabrá estar a la altura.

Mari Pili y Luis querían hacer aquel día una recogida de firmas paea salvar a Lina del sacrificio, pero ya pueden ver que no hizo falta. Al final, todos le hemos cogido cariño a nuestra cabritilla.



Por lo demás, estoy encantado de ver lo bien que se lo pasaron los amigos y amigas aquel día. Todos los que hablan de ello lo hacen con alegría y satisfacción. Se lo pasaron estupendamente. Mérito de Elvira que estuvo siempre detrás de los detalles y supo aunar fuerzas para que aquello no fuera un caos. Y, salvo en los cánticos que fueron un desmadre, todo salió con bastante brillantez, incluidos los bailes de jotas o lo que fuera. Aún me faltan por recoger los discursos (Luis se me está retrasando un poco, enfrascado como está en asumir la presidencia de la asociación psicoanalítica madrileña) pero pronto estarán. Con todo ello pretendo hacer un álbum.

En fin, la rexouva estuvo bien. Repasar las fotografías de Manolo Taboada ha sido un placer porque las caras, las expresiones y todo lo que se ve muestra la gran alegría de la fiesta.

Y a fin de cuentas, los sesenta tampoco se están haciendo tan pesados.




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