sábado, julio 25, 2009

Amigo Grossi

Adiós, Giacomo. Ojalá esta nueva aventura que comienzas más allá de la vida te sea grata. Ojalá puedas continuar los muchos proyectos interesantes que habías comenzado en esta parte de la existencia. Nos has dejado, pero ni te imaginas cómo te vamos a echar de menos quienes habíamos tenido la fortuna de estar cerca de ti.
Ya lo sabía. Lo temía cada vez que me llegaba una llamada de Italia. Hoy llegó un mensaje intempestivo de Franca: “Carissimo, purtroppo Giacomo ci ha lasciato dopo una lunga malattia il 23-07-09. Volevo fartelo sapere per l’amicizia che vi legava. Un abbraccio. Franca”. Terrible noticia. Cada vez me cuesta más sobrellevar estas despedidas trágicas. ¿Qué se puede decir? ¿Qué te puedo decir para expresar lo que siento en este momento, lo que ya venía sintiendo desde que nos despedimos, ya para siempre, la última vez que nos vimos en tu casa de Módena? Tu mirada decía eso, gracias por venir pero os agradecería que os fuerais y me dejarais pasar este trago final sin testigos. Yo quería animarte, sugería que la medicina avanza mucho y que seguro que encontraban remedios que, al menos, pararan el avance de la enfermedad, pero tu expresión era de quien ya se ha rendido y acepta el destino, aunque le pese.
Querido amigo Grossi. Cómo duele pensar que se interrumpe una historia tan larga y especial de amistad. Leía entre lágrimas el mensaje de Franca y me venían a la mente las muchas cosas que hemos vivido juntos. Lo nuestro fue pura coyuntura, absoluta casualidad. Yo entré en aquel despacho de la Universidad de Bolonia para saludar a Nicola Cuomo y me encontré con alguien a quien no conocía en la mesa de enfrente. Y algo pasó en aquel momento, seguramente tu gran capacidad de empatía, que nos hizo conectar muy bien. Nos citamos para el día siguiente en Módena. Y ahí comenzó una amistad que ha durado más de 20 años.
Y desde entonces, lo nuestro ha sido un enamoramiento mutuo. Te he admirado como resulta difícil contar y he sentido siempre un aprecio similar por tu parte. Daba lo mismo que pasáramos meses o años sin hablarnos, desde el primer minuto del reencuentro recuperábamos la relación cordial. Es lo que suele suceder con los buenos amigos.
Siempre te he tenido por un pedagogo excelente ( ¡cuántas cosas he aprendido contigo!) pero eso nunca fue comparable a cómo admiraba en ti tu dimensión humana. Las veces que te he pedido ayuda o consejo has estado siempre ahí, próximo y generoso hasta la exageración. Exagerado fue que insistieras en que ocupara tu cama de matrimonio los fines de semana en que disfrutaba de vuestra hospitalidad en Módena; exagerado fue el cariño con que acogiste y cuidaste a mi hija María, como si fuera tu propia hija, cuando buscaba iniciar su formación en psico-oncología en Italia; exagerado el cariño y la disponibilidad con que siempre has respondido a mis llamadas para participar en congresos o reuniones científicas. Todos mis amigos de Pamplona y Santiago te recuerdan con enorme cariño.
Contigo conocí Módena y te empeñaste en molestar a un amigo tuyo para que me explicaran cómo elaboraban el aceto balsámico. Allí pude ver y saborear añadas de más de 100 años de antigüedad. Recuerdo con especial emoción la noche en que salimos a cenar con tu familia a una trattoría y al final quisiste hacer una queimada (te entusiasmaban las queimadas) que tuvo tanto éxito que, al final, toda la gente del restaurante se acercó a nuestra mesa y allí estuvimos disfrutando del aguardiente en comunidad y cantando.
Parecíamos D. Quijote y Sancho, tú alto y fino y yo chiquito y relleno, pero hacíamos buena pareja. Nuestras ideas coincidían bastante y entre ambos hacíamos un discurso bastante coherente y práctico. Allí donde estés deben saber que han ganado un buen educador y un entusiasta del ambiente y de sus posibilidades. Un gran refuerzo para los ecologistas de la zona.
¡Tantas cosas, Giacomo! No sé cómo decirte adiós. Se me agolpan los recuerdos. La última vez que te llamé para venir a La Granja, a un curso de verano sobre Educación Ambiental, me llamaste el último día para decirme que alguna cosa rara habían encontrado los médicos y que te mandaban hacer más análisis. Que no pintaba bien, me dijiste, pero no me lo creí. Yo te había visto hacía poco y estabas bien, no podían cambiar las cosas de la noche a la mañana. Pero no tuviste suerte y todo fue mal. Una enfermedad degenerativa que te iba consumiendo los músculos. Un desastre.
Querido amigo Giacomo, adiós. Has sido para mí (y supongo que para mucha otra gente) alguien muy especial, una de esas personas que se cuelan en tu vida de forma inesperada y que acaba jugando un papel esencial. Tenías ese don. Metías a la gente en tu vida y eso nos hacía sentirnos muy próximos a ti, unos privilegiados. Pude conocer a tu padre, ya enfermo y encamado. Conocí y disfruté de tu familia que acabé sintiendo como si fuera la mía durante mi etapa italiana. Admiré sobremanera, y más a medida que avanzaba la enfermedad, la gran fortaleza de Franca, tu mujer. Y la simpatía de tus hijas. ¡Pobres, qué mal lo deben estar pasando ahora!.
Me siento feliz de haberte conocido, Giacomo. Tengo que reconocer que he tenido mucha suerte con mis amigos. Sin daros apenas nada me habéis dado muchísimo. Eso me hace estar siempre en deuda. En fin, es duro perderos, aunque en este caso casi me alegro por ti. Lo estabas pasando demasiado mal, no era justo sufrir tanto. Ojalá puedas descansar ahora. Y también Franca. Ojalá esta nueva etapa sea como volver a comenzar. Hacer un reset y recuperar el entusiasmo y la vitalidad de aquel Giacomo de toda la vida, el que era capaz de hacerte enamorar de una ciudad, de un vinagre, de un proyecto educativo, de la vida en general.
Dice la canción española que “cuando un amigo se va, algo se muere en el alma”. Es verdad. Perder a un amigo es lo más terrible que nos puede pasar. Aunque haya sido bueno para ti, Giacomo, tus amigos quedamos destrozados. Nos queda la esperanza de que tantos méritos acumulados te garanticen una eternidad feliz.

¡Adiós, Giacomo!¡Fue un privilegio conocerte y ser tu amigo!

1 comentario:

Unknown dijo...

Caro Signor Zabalza,
io e la mia famiglia abbiamo letto con grandissima commozione, il suo omaggio a papà, pubblicato sul blog.
Le sue parole sono state talmente belle e commoventi che ci hanno lasciato senza parole.
Il modo in cui ha descritto papà, lo rappresenta veramente perfettamente.
Grazie per sue parole e per essere stato un suo caro amico.
sono certa che anche mio padre ricambiava i suoi sentimenti.
Se dovesse venire in Italia, si ricordi, che se ha bisogno, noi ci saremo per lei e per la sua famiglia.
Marilena e famiglia