miércoles, marzo 13, 2024

EL PROFESOR (DETACHMENT)

 


 


El CINEDUCA 2024 continuó ayer su secuencia de películas con la proyección de DETACHMENT, película estadounidense de 2011, dirigida por Tony Kaye. El título en español es El Profesor, lo que indica que en la versión inglesa han preferido destacar el estado de ánimo del protagonista (desarraigado), mientras que la española se ha quedado en el oficio que desempeña, la enseñanza. La verdad es que la película no se entiende si no se unen ambas circunstancias.

La película está protagonizada por Adrien Brody, un conocido actor que ya había recibido un Oscar por su actuación en El Pianista. En realidad, es él quien ejerce un protagonismo extensivo y centrípeto. Todos los otros protagonistas del film, lo son por la relación que mantienen con él en la historia. Eso sí, son de destacar dos actrices jóvenes que ejercen papeles notables en la película, una como estudiante con problemas y la otra como chica desamparada y atrapada en la prostitución.

A Adrien Brody le van mucho estos papeles de persona que vive una enorme tragedia interior (ya lo había hecho en El Pianista y, sobre todo, en El Accidente) que lo transforma y se proyecta sobre todo lo que hace. Su fisonomía le ayuda a conseguir esa tonalidad expresiva llena de amargura y desesperanza. También Tony Kaye, el director de la película, gusta de moverse en estos escenarios medio escabrosos y con una fuerte carga psicológica (American History X). Entre ambos han construido una historia de desesperanza y tensión, aunque construida sobre una base de compasión y fe en el ser humano que es la que alimenta la forma de estar en la vida y en la educación del profesor protagonista.

Técnicamente, la película está bien. Al ser una película basada en interiores, la fotografía se centra mucho en planos medios, aunque no rehúye los primeros planos tan necesarios cuando se trata de reflejar sentimientos profundos de los actores. Se trasmiten muy bien los estados de ánimo de los personajes. Y para reforzar ese efecto de introspección, la película añade pequeños comentarios a cámara del profesor como si hablara una voz en off. Fernando Redondo que coordinó el fórum nos aclaró que esos comentarios se incluyeron una vez montada la película. La música acompaña bien la acción, y el ritmo consigue mantener la tensión que te acompaña a lo largo de todo el film.

La historia nos cuenta con tintes dramáticos el difícil desempeño de la docencia en un centro educativo conflictivo. Curiosamente el cine ya ha ido consolidando una serie de patrones para abordar estas situaciones: chicos grandes desafiando, incluso físicamente, al profesor/a; falta absoluta de urbanidad, orden y conocimientos básicos; espacios maltratados; y una fuerte desesperanza tanto de profesores como de los propios estudiantes.  Bajo ese patrón común se van desarrollando las acciones propias de cada film. Recuerdo que, en otro ciclo de cine educativo anterior, alguien preguntaba asustado al final de una de esas películas: ¿pero esto es verdad, suceden cosas de estas en los colegios? Y no son pocos los que se agobian pensando que los institutos de secundaria son así. Por eso, lo primero que hay que repetir es que esto es cine y que el cine es una construcción imaginativa que puede tener algún propósito documental, pero lo que tiene, por encima de todo, es un interés comercial. Lo que buscan directores y guionistas es ofrecer imágenes y situaciones impactantes que conmuevan o asusten a los espectadores, que les atraigan al cine y así, su trabajo sea rentable.

 No es que algo de eso no pueda suceder en las escuelas secundarias, pero es altamente improbable. Por eso llama tanto la atención que tantos críticos pretendan analizar el mal estado de la educación y de la juventud a partir de películas como esta. Siendo una buena película, porque la historia acaba involucrándonos, en absoluto es un reflejo de lo que son los centros educativos de secundaria.

Con todo, no es superfluo analizar la historia que nos cuenta Tony Kaye y personifica Adrien Brody. ¿Qué nos enseña un profesor que se incorpora como profesor suplente a un colegio complejo? ¿Qué dinámicas han incorporado los guionistas para construir su historia? Desde luego ahí están los tópicos de siempre: unos muchachos insolentes, al menos en los inicios; un profesorado desesperanzado y sobreviviente; una dirección del colegio estresada y encorsetada por las reglas y la precariedad económica; unos agentes externos que superponen los intereses políticos y económicos a los educativos. 

 El título inglés, Detachment, se corresponde muy bien con el tono general de la película: ese desarraigo y desesperanza que es como el aire que se respira en el colegio. En uno de sus soliloquios, el profesor llega a confesar su “indiferencia de sí mismo”, como un estado psicológico de abandono, de dejarse llevar sin más. La escena más dramática de esta sensación la reproduce la estudiante fotógrafa y dibujante: un personaje sin cara frente a una clase vacía. Demoledora síntesis.

La historia que se nos cuenta es, en realidad, 4 historias paralelas, la del colegio que sirve de fondo, la del profe, la de la muchacha obsesionada con el profe, la de la niña prostituta. Del colegio ya indiqué que se trata de una organización sin organización, un grupo de supervivientes desbordados y perdidos en un túnel del que es difícil vislumbrar una salida; el profe protagonista que como todos llega con ganas de cambiar algo, pero comprueba lo difícil que resulta ingresar en la profesión docente sin rasguños; la estudiante fascinada por su profe que ha de enfrentarse desde pronto a los límites de la convivencia académica; la chiquilla prostituta que refleja el peor panorama de lo que es una juventud rota.

Pues bien, siendo esto así, seguro que más de uno/a de los asistentes se ha preguntado: ¿qué pinta una película de este tipo en un ciclo de cine educativo? En mi opinión, está perfectamente ubicada (claro, ¡qué voy a decir yo que soy el coordinador del ciclo!) por muchas razones. La primera es que, efectivamente, habla de la vida de un profesor, una vida en la que se superponen y condicionan lo que es como persona y lo que es como docente. Y ése es, justamente, uno de los condicionantes de la identidad de todo profesor/a. Pero, incluso siendo así, nuestra parte docente es capaz de transformar lo que somos como personas (cierto que también puede suceder lo contrario). En este caso, el pesimismo e indiferencia con respecto a sí mismo, se ven  transformados en una preocupación sincera por la vida y el futuro de sus estudiantes. El compromiso de futuro que no es capaz de vislumbrar para sí mismo, sí lo proyecta en favor de sus estudiantes y de la chiquilla que rescata de la calle. Y lo curioso es que puede hacerlo, justamente, por la indiferencia con la que vive lo que le pase a él mismo. Alguien que se preocupara por sí mismo ni dejaría que le abrazara una alumna estando a solas en el aula (¡y en EEUU!), ni llevaría a vivir en su piso a una chica menor de edad para rescatarla del mundo de la droga y la prostitución.

La segunda lección educativa a extraer del film tiene que ver con la dinámica que se describe en ese centro educativo: tantos problemas de convivencia y, a la vez, tanta soledad de quienes han de afrontarla. La soledad (esa cultura del trabajo individual, de que cada quien ha de resolver por su cuenta los problemas que se le vayan presentando) en un recurso débil para casi todo. Se ve poco equipo, poca colegialidad en el trabajo de los profesores. Son conscientes de su incapacidad personal para superar los problemas (el sentimiento de impotencia se ha instalado como cultura institucional), pero son incapaces de abordar el problema como algo colectivo y al que ha de hacer frente todos juntos y coordinados. Probablemente, ni siquiera así lo lograrán del todo (se requeriría un fuerte apoyo de la comunidad y otros agentes sociales: aquel dicho masai de que para educar a un niño se precisa de toda la tribu), pero sufrirían menos a nivel individual. Cualquier posibilidad de trabajar con eficacia en contextos como ese, es hacerlo unidos y de forma coordinada. Y generar sinergias con el entorno social.

En fin, una película dura de las que gustan plantear la educación como un drama y poner de relieve la espinosa experiencia que supone acceder a la docencia vista como profesión de riesgo. Afortunadamente, las cosas no suelen ser así. Y, aunque no faltan dramas esporádicos (incluidos, los que cada uno de nosotros carga en su mochila personal), ser profesor es una preciosa profesión con muchas más satisfacciones que riesgos.


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