lunes, octubre 22, 2007

La Salo

Ya es 22 de Octubre (y no 19 ó 20, que hay que ver cómo sois, queno es lo mismo). Santa Salomé en el calendario. Y fiesta grande en casa de los zabalza-beraza, aunque la mayor parte de nosotros tengamos que celebrarlo desde lejos. Pues nada, mami, muchas felicidades. De mi parte y de la de los que no podrán pasarse por casa, aunque todos te llamaremos por teléfono, por supuesto.
79 años (quisimos quitarle 10, así por arte de magia pero ella no quiso). Dice que al calendario no se le engaña. A ella le gusta decir que bastante bien está para los trajines que se ha traído desde siempre. Y tiene que ser verdad a la fuerza. Criar a 7 hijos en tiempos difíciles sólo es tarea que podían asumir las madres de antes. Porque le echaban mucha fe y muchos huevos. Ahora nos desbordaría una décima parte de aquello.
Y es verdad. Yo que soy el mayor la recuerdo bien yendo a lavar la ropa al río (no me extraña que luego nos riñera tanto cada vez que nos manchábamos, cosa que sucedía irremediablemente), atendiendo las mil tareas de la casa y los animales de los que nos alimentábamos. Y pariendo. Tarea a la que se entregaba con una regularidad bianual pasmosa (aunque yo estaba convencido de que mis hermanos llegaban en el pico de las cigüeñas; y hasta hubiera jurado que vi una de ellas merodeando por el pueblo cuando nació en casa mi hermano Ramón). Por aquella época no hacían mucha falta los gimnasios ni los spa para mantenerse en forma. Ya nos encargábamos los hijos de que hicieran ejercicio y de que no les quedara ni un solo músculo en reposo.
De todas formas la Salo es Beraza y, por tanto, tozuda. Eso la ha ido manteniendo siempre en una línea muy suya de hacer las cosas. Así pudo sobrevivir a los tiempos difíciles y acomodarse a a tiempos de mayor bonanza. Y ahí sigue, ejerciendo de madre y de punto de apoyo para todos. Ahora con trabajos duplicados con hijos y nietos y bisnietos. Pero ni siquiera con tantos años y con tanto árbol genealógico a sus pies ha perdido su coraje ni ha disminuido su presencia. Sigue siendo generosa hasta el extremo (menos en el chinchón, claro). A ella acudimos para que nos informe de los cumpleaños, ella nos da instrucciones sobre trucos domésticos y sigue ofreciéndonos su particular forma de ver la vida y las relaciones por si nos puede servir. Aunque quizás ahora se le escapen más los matices, sigue siendo una extraordinaria cocinera y es dicícil encontrar una ensalada mejor que la que ella nos prepara, o un guiso más gustoso o un postre que dure menos sobre la mesa. El papá tiene razón cuando dice que no come en ningún lado como en casa. Eso sí, hace trampa con la sal y el vinagre. Y además, nos gana a las cartas.
Bueno mami, muchas felicidades. Que pases un día estupendo. Tus hijos, los de ahí y los de fuera, aunque ya lo celebramos el sábado, volveremos hoy a pensar en ti y a emocionarnos pensando lo mucho que hemos vivido juntos, lo mucho que te debemos y lo mucho que te necesitamos. Y te repetiremos, cada uno a su manera, lo mucho que te queremos. Un beso muy fuerte., mamá.

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