lunes, agosto 06, 2007

Poio en fiestas.

De nuevo en Poio. Pero esta vez, en San Salvador y viviendo las fiestas patronales de la parroquia con mi cuñado D. Vicente Cerdeiriña, el párroco. Hace ya más de 25 años que no faltamos nunca y esto se va convirtiendo enana especie de rutina estival. Ya sabemos que del 5 al 8 de Agosto tenemos un compromiso en Poio.
Ayer fue el pregón. Cada año escogen a alguien de la parroquia (generalmente alguien significativo) para que abra las fiestas. Casi todos ellos lo que hacen cada año es recordar un poco su vida en la parroquia. Citan nombres de personas (cosa que agrada mucho a la concurrencia que también los conoció o que son parientes de ellos), de momentos, de cosas que pasaron en la parroquia. El de ayer era el dueño de un restaurante. Dueño sobrevenido pues él comenzó como camarero (antes había sido gaiteiro, carpintero, albañil, etc.) pero casó con la hija del dueño y ahora lleva él el restaurante. Seguramente es mejor haciendo cócteles que discursos, pero así y todo cumplió muy bien con su papel. Es un acto que crea comunidad. Recordar a quienes vivieron en la parroquia, revivir sucesos del pasado, comparar cosas del pasado con las del presente, etc. son buenos ingredientes para aglutinar a gentes que estamos bastante dispersas. De hecho, es una de las cosas que mencionaba el pregonero ayer: que la parroquia había mejorado mucho (ya tienen casa de cultura, museos, centro de salud, centros comerciales, etc.) pero que el precio a pagar también había sido grande, ahora ya no se conoce a quien vive al lado, ya no hay, apenas, vida de parroquia. Salvo estas fiestas patronales.

La segunda actividad de las fiestas es la merienda que ofrece la Comisión de Fiestas a todos los asistentes: refrescos, vino de la zona, empanadas, rosca, y alguna otra cosilla de saborear. La merienda desaparece como por ensalmo porque la plaza se llena de gente.

Pero lo interesante es la verbena. Un dispendio para parroquias tan pequeñas como ésta. Más de 23.000 € les ha costado, nos decían, las orquestas de los tres días que durarán las fiestas. Mucho dinero. Pero yo creo que se rentabiliza muy bien. Y de de hecho es una forma magnífica de bailar gratis y de disfrutar viendo cómo bailan gentes de todas las edades y condiciones sociales. Un auténtico placer.

De hecho, ayer bajamos a bailar como cualquier parroquiano. No es fácil siendo la hermana y el cuñado del cura porque hay que cuidar las formas, pero ya llevamos un par de años que pasamos mucho de eso y tratamos de disfrutar todo lo que podemos. Además hemos de rentabilizar nuestras clases de baile de salón. No es que la plaza sea exactamente el salón de un casino, pero prefiero este tono pachanguero y libre. Merengues, salsas, cumbias, bachatas, pasodobles, valses…todo un repaso.

Pero es que, además de bailar, la plaza-pista de baile es todo un espectáculo. Una especie de enciclopedia de la vida humana. Ves gente mayor (cómo los admiro) que bailan divinamente y les sientes disfrutar a tope. Pero el principal espectáculo son las caras de la gente. Hay miles de caras cada una expresando cosas diversas. Las hay de esas que expresan un cariño y una alegría con la pareja que emociona. Otras todo lo contrario, es como una lejanía infinita, están bailando juntos pero cada uno está en las antípodas del otro. Las hay de aburrimiento (ayer había una chica que no hacía sino mirar el reloj, su pareja no la veía, por supuesto, y hasta debía pensar que estaba encantada; por pensar bien, hasta pensé que quizás estaría deseando marchar pronto para seguir la juerga en la cama, pero no tenía mucha cara de eso, la verdad). También las había, aunque pocas, de precaución(“¿qué haces con esa pierna?”). Mucha gente que bailaba pero mirando para cualquier lado, como distraídos (o, simplemente, dejándose llevar por el ritmo de la música). Y alguno, como suelo hacer yo, a veces, bailando con los ojos cerrados (pecado mortal al bailar, lo sé). En fin, todo un espectáculo. Pero claro, tanto mirar para los otros, casi ni me entero de la queja de Elvira “¿qué, por dónde andas ahora?”. Pero salvé bien la situación con una figurita de avanzados. Y así hasta que casi nos quedamos solos en la plaza. Y luego, como tenemos la habitación encima mismo, pues seguimos disfrutando de la música desde la cama hasta las 4 de la mañana. Y mañana otro tanto. Las fiestas de Poio son eso.

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