lunes, enero 25, 2010

UP IN THE AIR

Después de un día de celebraciones, noticias y abrazos familiares lo que apetecía era dejarse ir en el sofá y esperar, con paciencia, que ganara el Osasuna y que se fuera deslizando la tarde para marcharse a la cama. Pero, mira por dónde, la fuerza de las buenas costumbres nos ganó la partida y decidimos que no teníamos razones de peso para suprimir el cine dominical Y allí fuimos a ver UP IN THE AIR que se estrenó hace un par de días. Como sucede con las buenas pelis (4 puntos sobre 5 le daba la prensa) la sala se llenó lo que, pese a las palomitas y otras depravaciones de los domingueros del cine, hace que te sientas mejor.
Up in the air está basada en una novela de Walter Kirn y la ha dirigido Jason Reitman. George Clooney (hay que decir que no pasan los años por él), Vera Farmiga (elegantísima) y Anna Kendrick son los actores principales. La historia es sencilla y está muy bien contada. Clooney trabaja en una empresa que se dedica a despedir a empleados. Los contratan a ellos para llevar a cabo ese jodido papel y así liberarles de esa carga a los directivos de las empresas en crisis. Eso le implica viajar constantemente (270 días al año, de promedio) y es en esos viajes cuando conoce a otra ejecutiva (Farmiga) que lleva una vida similar a la suya y con la que, por supuesto, se enrolla. Entre tanto, la empresa de los despidos desea mejorar su eficiencia y contrata a una chavala joven que defiende la posibilidad de ahorrarse los viajes y llevar a cabo los despidos a través de videoconferencias. Si ya es duro decirle en persona a alguien que se prescinde de su puesto y que se va a la calle, hacerlo por internet parece de una crueldad y deshumanización provocadora. Y eso es lo que trata el film, mitad drama, mitad comedia.
Hay que decir que comienza con unas imágenes espectaculares de diversas ciudades vistas desde el aire, como si fueran planos sacados del Google. Muestras paisajes preciosos. Y los planos de las ciudades son espectaculares. A eso se acompañan unos diálogos magníficos, de una frescura y una inteligencia admirables. El tiempo se te pasa sin darte cuenta.
Pero, lo que la convierte en una película excelente (nominada a 6 globos de oro y firme candidata a varios Oscars), es la mucha miga que lleva dentro. Como quien no quiere la cosa van saliendo temas y preocupaciones que dan de lleno en el clavo de nuestras vivencias de cada día. Todo un discurso filosófico sobre la vida en todas sus facetas: el sentido de vivir, la familia, el trabajo, la autoestima, el amor, el sexo, la globalización, las tecnologías. No falta nada.
En mi caso, la cosa es aún más chusca. Desde el inicio, viendo al tío moverse como pez en el agua por los aeropuertos (esta es mi casa, decía), sacar sus billetes, entrar en la sala VIP, enorgullercese de su tarjeta de viajero frecuente me pareció verme a mí mismo. Así que he pasado hora y media haciendo examen de conciencia y siguiendo el hilo de la historia con el alma en un puño. Hay algo de absurdo en una vida así y él lo reconocía, pero es como si te acostumbraras y, al final, acaba formando parte de tu vida. Tiene un sabor agridulce, pero lo disfrutas. En su caso, mucho más. Su meta en la vida era alcanzar los 10 millones de millas. Y no para poderlas usar sino por tenerlas. Gracioso y trágico a la vez. Pero no le pasa solo a él.
La vida así era para él toda una filosofía. La describe de forma clara y didáctica en sus charlas de autoayuda: la mochila llena. “Piensa que vas de viaje y que metes en tu mochila todo lo que te importa. Primero las cosas pequeñas de tus estanterías, luego cosas más grandes como tus muebles, tu casa, tu coche, todo lo que tienes. Y siente lo que pesa y cómo te hace imposible andar…” A más cosas que meter en tu mochila más ésta te aplasta, te impide vivir y moverte. Y no solo las cosas, también las personas acaban haciendo impracticable tu viaje en la vida. “Mete en tu mochila a las personas que te importan, empieza por los más cercanos, padres, hermanos, esposa, hijos; luego los familiares, los amigos, los compañeros de trabajo…” y ya estamos de nuevo con una mochila imposible de llevar. Un peso insoportable. Es mejor viajar con la mochila vacia o con equipaje muy ligero que te permita vivir, moverte, respirar, ser tú. Eso hacía él y no le iba mal. Ni bien. Interesante esta historia de la mochila. Da que pensar en la gran cantidad de cosas a las que nos agarramos y que al final son pesos que se te echan encima, como esas imágenes de paredes rotas que vemos estos días en Haití y que mantienen atrapadas a muchas personas. A veces hasta hacer imposible su rescate.
Pero su filosofía se opone a otras filosofías más convencionales. La ejecutiva joven agresiva y tecnológica defiende las vinculaciones, el amor, la familia, la vida estable, el tener una dirección. A ella le va mal con su pareja y entra en crisis. Tampoco parece claro que lo que ella defiende sea tan tranquilizador. Y luego está la ejecutiva liberada, la que puede ligar y vivir la vida como una aventura. Y es otra filosofía de la vida. En su caso, la doble vida. Sus viajes son paréntesis, complementos, alivios. Pero hay otra vida que es la real, la cotidiana, la de la familia y los hijos. Y no se deben mezclar porque todo se iría al carajo. Tres filosofías interesantes. Con un toque de moralina pero leve (al fin y al cabo es una peli americana y no está el horno para bollos).
Una película para pensar, pero siempre con una sonrisa en los labios. Hay mucha emoción a lo largo de la historia. La reacción de las personas cuando les comunican su despido es emocionante y terrible a la vez. Pero también hay mucha emoción positiva: la relación con la amiga-amante; la boda de la hermana (la conversación con el novio tratando de convencerle de todo lo contrario de lo que él iba transmitiendo en sus conferencias es fantántica); la relación con la colega juvenil llena de vida, el intento de dar una versión amable y positiva a los despidos, su forma de vivir los viajes, los aeropuertos, etc.. Muchas cosas. Pero, al final, también él echa de menos que alguien le espere en casa. La cuestión es que la mochila vacía puede llegar a pesar aún más que la mochila llena. Y puede hacerse más cargante, más inmovilizadora. Tener una dirección sustituye como objetivo al acumular millas. Y cuando lo descubre y lo acepta parece que se reconcilia un poco más con su trajín de vida.
Es difícil que una historia así te deje indiferente. No desde luego a quienes nos pasamos media vida viajando. No tuve más remedio que identificarme con él desde que apareció en pantalla. Me veía metido en su papel, y eso que nuestras filosofías son absolutamente opuestas. Me gusta viajar pero mucho más regresar. Seguramente tengo la mocila demasiado llena (tanto de cosas como de personas) pero no siento que eso me haga más pesado. Al contrario. Los aeropuertos, las tarjetas oro, las salas VIP, viajar en bussiness (aunque Iberia se apiada de uno), visitar ciudades y países, conocer a gente distinta, sentir los halagos de quienes asisten a tus conferencias, etc. todo ello tiene su morbo y te atrapa. Pero de ninguna manera se parece en intensidad al hecho de sentir que tienes una dirección, una familia, personas con las que convives, cosas que te pertenecen… Ser como George Clooney parece muy envidiable pero tiene mucho de engaño. Él ha escondido su mochila detrás de su sonrisa acaramelada y de su tipo espectacular. Pero le pesa lo suyo. Y al final se le nota.

No hay comentarios: