martes, septiembre 06, 2022

PACIFICTION

 

 


En el listado de las nuevas películas que nos ha traído septiembre, ésta de Albert Serra parecía una buena opción. Las críticas no la ponían mal, aunque tampoco demasiado bien y, además, le aplicaban adjetivos un poco extraños. El hecho de que durara 3 horas nos echaba para atrás, pero la idea de que tenía una orientación muy novedosa en la forma de hacer cine nos animó a arriesgarnos.

Pacifiction es una película francesa, pero coproducida por muchos países y empresas.  La dirección (también el guión) es de Albert Serra, con amplia experiencia en ese cine preciosista y estético. Recuerdo, sobre todo, su película La muerte de Luis XIV. Está protagonizada por Benoit Magimel que es el personaje omnipresente en el film. Sobre el guión poco se puede decir. Al salir nos preguntábamos qué es lo que el film quería contarnos. Quizás había historia, pero, la verdad, era demasiado vaporosa y abierta.  Difícil de definir, incluso en aquellos momentos de sermón político explícito. Lo valioso del film es, sin duda, la conexión con la naturaleza, con sus ruidos y silencios, con las imágenes espectaculares, con las posibilidades de experiencias vinculadas a esa naturaleza exuberante de la Polinesia.

Al  final, sales del cine con sensaciones contradictorias: bonita pero insustancial y larga En lo personal, sigo pensando que no merece la pena esa prolongación excesiva de los tiempos de las películas. No se justifica, se hacen pesadas, incurren en momentos estancos e innecesarios. A veces pienso que el tiempo es una condición impuesta de la historia que te quiere contar el director: se necesita que entremos en las situaciones en que se produce la narración y si esa situación es cansina, lenta, poco expresiva, así debe ser la forma de contártela para que como espectador puedas meterte en la historia y vivirla analógicamente. Quizás sea eso, pero es que ni así. Es cierto que la isla polinésica es inmensa y tranquila (ni tanto), pero eso lo percibes bien desde el inicio y la historia no gana con la lentitud del lenguaje fílmico elegido. Al final, pese a que reconozcas que lo que ves es hermoso, se te hace largo y pesado. 

 


La película, como decía, es un hermoso producto visual. Cada escena está perfectamente elaborada. Va mezclando escenas planificadas con otras de tipo documental (el juego de windsurf con las enormes olas es fantástico); escenas de un fuerte dinamismo con otras absolutamente estáticas; ruidos chocantes e intensos con otros momentos de silencio. También se incluyen escenas que contrastan la cultura indígena original con la cultura más sofisticada de los ocupantes franceses. Y como runruneo de fondo ese peligro indefinido (¿un submarino enemigo?; ¿una posible invasión?; ¿una revolución independentista?; ¿una prueba nuclear?) que se infiltra en el guión y que, supuestamente, justifica el desarrollo de la historia que Serra nos cuenta.

A quien le guste el cine perfeccionista, visual, de naturaleza, le encantará la película. Si lo que buscan es un cine que te cuente bellamente una historia con personajes creíbles con los que te puedas identificar y emocionarte, se decepcionará. Al  final, es cine.

 

 

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