domingo, mayo 16, 2021

SEVENTY TWO

 


 


Pues eso, llego el día 14 y cumplí 72. Y el 15 la vida siguió. Aprovechando la famosa frase-novela de Monterroso, yo también podría decir que, “cuando despertó, el dinosaurio seguía allí”. Y sí, seguía allí, pero tenía un año más. Psché, puede uno pensar, poca diferencia puede haber entre un 1 y un 2 en la columna de las unidades. Peor es cuando el cambio se produce en las decenas. Eso es verdad, pero al dinosaurio se le notaba jodido.

¿Son muchos setenta y dos años? No sé qué decir. Hasta hace algún tiempo me parecían muchísimos, ahora parece como que los veo con menos dramatismo, como una cosa más familiar y manejable. Es curioso porque, al final, la edad se expresa en números y los números, toda la vida de dios, han sido números, es decir, algo concreto, no interpretable. Pero en la edad, la cosa se complica. Cada uno ve los tramos de edad en función de la mayor o menor proximidad que esos tramos tengan a su propia edad. Según un estudio de la U.S. Trust Company (U.S. Trust Insights on Wealth & Worth del 2017), para los jóvenes americanos (los milenials, entre 21 y 36 años) uno es viejo cuando cumple los 59 años; en cambio, para quienes frisan los cuarenta (generación X) se llega a la vejez cuando cumples 65 años. Para los adultos boomers (entre 53 y 72 años) nadie es realmente viejo hasta que cumple los 73. Uff!, así que me libro por un pelo: el año que viene, al bote.

Más agradables son otros datos de esa encuesta. Cuando le preguntaron a la gente cuando se estaba en la plenitud de la vida (algo que incluía aspectos como recursos, potencial, capacidad e influencia), los milenials respondieron que la plenitud se alcanza en torno a los 36 años (o sea, ellos mismos); los cuarentones (generación X) situaron la plenitud en torno a los 47 años (o sea, ellos) y los boomers la colocaban en torno a los 50 años (o sea, ellos).  Es decir, que cada quien se siente bien y capaz en la edad que tiene. Nos vamos acomodando.

 Quizás, lo que va cambiando es el propio concepto de vejez. Si antes se veía como una etapa de deterioro e incapacidad progresiva, a medida que mejora la forma en que las personas llegan a esa etapa de su vida, la visión deja de ser tan negativa. La AARP en su web “Disrupt Aging” pidió a un grupo de milenials que definieran lo que para ellos era la vejez y a qué edad se llegaba a ella. Después de recoger sus visiones, les presentaron a personas de la edad que ellos y ellas habían señalado como de viejo/a. La sorpresa que se llevaron fue morrocotuda puesto que para nada respondían a la imagen de deterioro con que ellos habían connotado la vejez.

Bueno, al menos ésa es una buena noticia. Somos viejos (o casi casi) pero eso no lleva anexo el sambenito de “cascado”. ¡Coño, si hemos superado con notable dignidad este infierno de pandemia que nos ha acosado durante año y pico! Con el miedo metido en el cuerpo, es cierto, pero dignos. Y ahora con las vacunas ya puestas, va a arder Troya.

En fin, que el dinosaurio (mejor mentar al dinosaurio que a la parca, en cualquier caso) sigue ahí, pero, por ahora, parece tranquilo y va a lo suyo. De vez en cuando te molesta con algún coletazo para que no te olvides de su presencia, pero si no te agobias, los días van amaneciendo y el ritmo de las cosas sigue siendo apetecible. O sea, que la vida sigue bien. Toquemos madera!


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