martes, mayo 22, 2012

Il Richiamo

Urbino te sorprende desde que lo ves de lejos. Una ciudad construida sobre una colina. La ciudad del milagro. La ciudad ideal,  como reza el título de la exposición que en este momento se exhibe en el Palazo Ducale (todo un conjunto de cuadros renacentistas sobre la ciudad ideal partiendo del más representativo atribuido a Luciano Laurana y que la tradición cree que representa justamente a Urbino). Una vez dentro es una ciudad espectáculo, increíble. Un monumento global. Una ciudad universitaria (los documentos dicen que tiene 15.900 habitantes pero no debe ser cierto porque la universidad tiene unos 12.000 estudiantes).
Bueno, pues yo entre mal. Me baje del taxi que me había ido a buscar y me resbalé. La leche fue también espectacular, como la ciudad. Y aunque no necesité la ayuda de los que corrieron a auxiliarme (uno me dijo que había oído el golpe y que con el ruido seco que hice era imposible que no me hubiera roto algo; soy de cabeza dura, le dije) quedé medio dolorido.  Pero bueno, la cosa no pasó a mayores, salvo esos dolorcitos en la rabadilla y la muñeca que poco a poco desaparecieron.

 Así que, llegada la hora me dije que era mejor olvidarse de las tareas pendientes y marchar al cine. De las dos opciones que tenía me pareció más interesante Il Richiamo. Y acerté.

Il Richiamo, película italo-argentina estrenada el 15 de este mes, o sea, hace casi nada, es una película distinta pero muy interesante. Está dirigida por Stefano Pasetto e interpretada en los papeles principales por dos actrices italianas magníficas Francesca Inaudi e Sandra Ceccarelli. El film toca todos los tabús que se pueden incorporar a una historia de amor (en este caso entre las dos mujeres): dos mujeres, una casada y la otra que vive con su novio, se encuentran casualmente y se desarrolla un romance incierto pero intenso entre ambas. Todo ello aderezado con unos hermosos paisajes de la Patagonia argentina. La película está muy bien hecha (de hecho, recibió uno de los premios principales del festival de Toronto).

La moraleja final es que el amor es siempre difícil. Lo es entre hombres y mujeres pero lo es, igualmente, entre la pareja de mujeres. Un amor siempre lleno de matices, de momentos de gozo y otros de desilusión, de expectativas y nostalgias.  La Cecarelli es una azafata casada con un médico alergólogo famoso. Ambos viajan mucho y aunque parece que todo va bien entre ellos se nota una cierta frialdad (quizás porque él se dedica demasiado intensamente a su trabajo y sus congresos). La otra, Francesca Inaudi, es una mujer rompedora en su vida, es toda alegría y desapego de las cosas  que hace. No quiere vincularse a nadie aunque vive intensamente la relación con su novio, un tipo que hace piercings y tatuajes, que la ama sinceramente y quiere construir un futuro con ella. Improvisamente la mujer del médico, tras un embarazo malogrado, empieza a sentirse mal y deja el trabajo. Aburrida en casa, recupera su viejo deseo de dar clases de piano y ahí conoce a la Inaudi. Son tan distintas entre ellas, una muy racional y convencional y la otra absolutamente rompedora y antisistema que, al principio, todo son problemas. Pero la convencional descubre que su marida la engaña y la desarraigada que su novio quiere consolidar la relación y casarse. Un shock para ambas. Y poco a poco los extremos se van aproximando y ambas se descubren y se aman intensamente.

La vida de ambas cambia cuando a la joven le confirman un puesto en el equipo de investigación de la Patagonia para observar animales. Justo en el lugar donde su padre poseía una barca que había abandonado por algún tipo de problema económico que no se aclara. Ella anuncia su marcha y la mujer del médico sorprende a su marido hablando con otro doctor sobre su enfermedad que, según ellos, es cáncer. Eso lo cambia todo y decide marcharse con la amiga a la Patagonia.


Allí van consolidando su relación. Pero si el amor heterosexual no les fue fácil, tampoco lo será el homosexual y su relación en aquellos paisajes idílicos, con un estilo de vida absolutamente diferente, también va sufriendo los mismos vaivenes. Es muy interesante esa relación intensa y complicada entre las dos mujeres. Al final, acaban reproduciéndose muchos de los problemas que ya tenían en sus relaciones anteriores: el rechazo a la posesión y entrega al otro, los celos, la dificultad de construir un proyecto común, la incomunicación, las nostalgias, el juego de confianza y desconfianza en darse completamente al otro, el ataque y la reconciliación. No es fácil ser fiel a uno mismo y a la situación que se vive y llegar a esa compenetración que exige la convivencia amorosa. Ellas no lo consiguen. O quizás sí, porque no se puede llegar más allá de donde ellas llegaron.  

Obviamente, se puede hacer una lectura feminista de la película. Mujeres cansadas de una relación desequilibrada con sus parejas masculinas que son capaces de reconstruir un nuevo espacio de relación sexual entre ellas. Me ha gustado mucho el comentario que hace una internauta italiana sobre el asunto (a la que, por cierto, le asombra que un film así haya sido dirigido por un hombre):

Il richiamo parla del femminile, ma non è un film ideologico o femminista. Non sostiene che le donne siano superiori agli uomini, nonostante questi nel film cerchino di imbrigliarle in codici e regole per loro superati, o subiscano passivamente la loro “ribellione”. Esprime però un disagio, un'ansia e un'insoddisfazione comuni a molte donne di oggi (e parlo per esperienza personale). Il desiderio di non arrendersi, di uscire dalla depressione magari facendo una pazzia, di smetterla di farsi soffocare da un marito che ha l'amante e che ti tratta come una sua paziente, la fuga dalla coscienza di una grave malattia, da una metropoli affollata in cui la solitudine viene per contrasto amplificata, e la voglia di tornare ai primordi, al deserto, all'oceano, alla natura. Per ritrovare il proprio io interiore più solido e antico, ancorato alla terra.


No es esa la conclusión que yo sacaría, pero me parece acertada. Vista desde la posición masculina, los hombres de la película no son desconsiderados, al contrario, parecen muy enamorados de sus mujeres. Dejando aparte la historia de la amante del médico, una cuestión superficial, éste se desvive por su esposa, le busca solución a su problema, pelea por ella. Es cierto que la situación hace que se mezclen mucho las cosas, que él sea médico y ella enferma complica mucho su relación. Su mujer se convierte en su paciente, el deseo que debería sentir por ella se diluye en esa preocupación más profesional que le lleva a cuidarla más que a desearla. Sin duda eso rompe todas las expectativas de relación de pareja para ambos, pero sobre todo para ella (situación sofocante, dice la comentarista italiana). De esta manera la huida de ambas es como un salto en el vacío. Pero no es tanto un problema de los hombres con los que se han relacionado. Es la relación misma, o aquello en lo que esta relación se ha convertido lo que las agobia. Ellos son buena gente. Pero, a la vista está, que eso no es suficiente.

Y junto a esta historia preciosa de amor, la película está llena de detalles: el espejo que acompaña a la chica joven como un amuleto, la visión de la muerte simbolizada en la fábrica de despiece de pollos, las llamadas constantes al padre por parte de la chica joven, los recuerdos de su etapa infantil de la ex esposa. En fin, mil matices para adornar y dar sentido a ese recorrido por los sentimientos y las fidelidades.

La historia no sale bien. O quizás sí. Depende de lo que cada uno espere. En cualquier caso, no es una película triste. Se disfruta con la historia, con los paisajes infinitos de la Patagonia, con el carácter alegre y rompedor de la Inaudi. También se sufre. Como en la vida. Y lo mejor en este tipo de cosas: sales del cine con una sensación placentera, preguntándote qué harías tú en una situación parecida, identificándote y desidentificandote con los personajes. Y con unas ganas enormes de viajar a la Patagonia.





No hay comentarios: