viernes, julio 22, 2011

ESOS OJITOS LINDOS

Querida Berta, ahora que tengo unos minutos entre vuelo y vuelo (lo de tu abuelo es volar, quizás a ti también te guste, ya verás) quería aprovecharlos para decirte lo guapa que estás en las fotos que va incluyendo tu papá en tu blog. Y en ella, modelitos aparte, lo que más impresiona son los ojos. Esos ojitos vivos que cada vez son más hermosos y expresivos.
Todos los niños pequeños teneis algo especial en los ojos. Yo he tenido siempre la seguridad de que el alma y la vida están en los ojos. Es lo que más se nota en los niños a medida que vais entrando en la vida. También lo siento en los chicos y chicas jóvenes. Es como una luz y un brillo que actúan como un imán. Siempre me han parecido un poco estúpidas esas preguntas de “¿qué es lo primero en que te fijas cuando te encuentras con una mujer (o con un hombre)?. Ni caso, en los ojos. Es imposible fijarse en otra cosa. Los ojos son como la puerta de entrada, como una ventana a través de la que puedes curiosear en el interior del recién conocido. Desgraciadamente ese brillo lo vamos perdiendo los adultos. No sé por qué. Debe ser como en el pescado: cuando vas a comprarlo te dicen que les mires a los ojos y se han perdido el brillo que no los compres porque eso significa que llevan varios días de congelador en congelador. Así que el tiempo nos castiga los ojos. Por eso tú, chiquitina, los tienes tan hermosos.


Por eso nos gustan tanto los ojos. Una cara con los ojos cerrados puede ser proporcionada y hermosa. Pero si tiene los ojos abiertos es una cara con vida. Y si los ojos son expresivos es algo que te atrapa, te seduce, te enamora. Cuando los ojos se van amortiguando, cuando van perdiendo su brillo, cuando se van cerrando es que se acerca el final. Así fue con tu bisabuelo, al final no nos abría los ojos. Él que había tenido siempre esa mirada limpia, animosa, acogedora… Así que vida es eso, el peregrinar de nuestra mirada desde los ojos brillantes, vivos, buscadores que tú tienes ahora, hasta la mirada triste, vacía, suplicante a la que vamos acomodándonos los mayores. Toda una transición.


Pero tus ojos son hermosos, Berta. Limpios, claros, curiosos, sonrientes. Aún no sabes hablar pero ya hablas mucho con tu mirada. Nos dices cuando estás cansada, cuando tienes sueño o hambre. Pero nos dices, sobre todo, cuando estás feliz, cuando has visto al otro lado la cara de mamá o de papá o de alguien que te sonríe. Una mirada así es como un tesoro. El mejor regalo que nos puedes hacer.

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