Hay fechas especiales. Hoy es una de ellas. Al menos quienes hemos tenido la fortuna de tener hijos, te sientes bien cuando te llaman para felicitarte y decirte unas palabras amables. No son grandes conversaciones sobre la paternidad y esas cosas. Tampoco haría falta. Que se acuerden y que telefoneen ya es bastante. Un placer.
Y eso que en el telediario de alguna de las cadenas preguntaron a unos cuantos niños por qué eran importantes sus "papás" y las cosas que dijeron eran fruslerías: porque les llevaban a los sitios, porque les ayudaban con los deberes, porque les veían jugar al fútbol. Aún eran pequeñitos, así que espero que la vida les vaya dando mejores razones, pero si no resulta bastante frustrante.
Los míos han cumplido bien con el compromiso. Mediada la mañana ya se habían puesto al día. Ya digo, un placer. Pero eso me ha puesto melancólico. Porque uno es padre pero también es hijo. O lo fue. Y así, celebrando el placer de ser padre se han hecho presentes las notalgias del ser hijo. Un hijo que ha perdido a su padre.
Pues sí, papá, también a mí me hubiera gustado estar este día contigo para celebrarlo juntos como lo habíamos hecho desde hace tantos años. Este va a ser nuestro primer año sin reunirnos todos los hermanos contigo. Ya se había convertido en una tradición ese viaje del día del padre. Y lo pasábamos bien. Tampoco nos hacía falta decirte muchas cosas ni hacer grandes discursos. El hecho mismo de tenernos todos a tu alrededor era la mayor alegría que podíamos darte. Este año no va a poder ser. Y no sabes cómo lo echo de menos. El tenerte cerca, el comer todos juntos entre risas, las caricias disimuladas, la copica final y la partida de mus. Hemos perdido tantas cosas...
Espero que sea Pachín, (él también padre e hijo, incluso abuelo) quien te acompañe hoy en representación de todos. Él era de los que sentían más fuertemente esa bendición de tener a su padre cerca, cariñoso y siempre disponible. El sabrá cómo hacerlo. Espero que lo paseis muy bien y que os acordeis de todos nosotros que, desde esta otra parte de la vida, también os recordaremos. Muchas felicidades papá.
No sé si decirlo con tristeza o con alegría. Duele seguir sientiendo tan intensamente tu ausencia. La llamada de mis hijos esta mañana me puso, a la vez, alegre u triste. Pero bueno, supongo que las cosas tienen que ser así. Eso de ser padre e hijo a la vez debe ser eso, una mezcla de alegrías y tristezas, de esperanzas y de nostalgias. Tú debiste pasar por eso y supongo que sentirías la misma ambivalencia. Hoy me ha tocado a mí. Pero, ¿sabes?, también a los que ahora son nuestros hijos van a pasar por eso. Michel será padre en Mayo y también él albergará esa doble personalidad de padre e hijo. Es lo bonito de la vida, que la vamos construyendo entre todos, generación a generación.
En precioso ser padre. Era maravilloso ser hijo (afortunadamente aún lo seguimos siendo y espero que por mucho tiempo, aunque la Salo se empeña en prevenirnos que le quedan pocas celebraciones). Pero lo milagroso es ver cómo unos nos vamos sucediendo a otros, cómo vamos cumpliendo plazos y, al final, todo se mezcla. Es la vida. Un milagro.
En fin, hijos, gracias por acordaros del día del padre. Y tú, papi, felicidades por tantos años de paternidad amable y respetuosa.
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