lunes, mayo 20, 2024

LOS BUENOS PROFESORES






El cine francés vuelve nuevamente a plantear una temática vinculada a la educación. Bueno, más que a la educación (que suele quedar de fondo), a la gestión escolar (y fundamentalmente, la disciplina), que tiende a convertirse en la permanente preocupación de quienes acercan el cine al mundo escolar.

Los Buenos Profesores es una película francesa del 2023, dirigida por Thomás Lilti, que es, también, el autor del guión. Está protagonizada por Vincent Lacoste (un actor joven, 31 años, pero que ya ha participado en 38 películas o series) y Adèle Exarchopoulos (de la misma edad y con un bagaje artístico similar: 35 películas o series). También participa el omnipresente François Cluzet.

Técnicamente la película está bien: buena fotografía (casi siempre de interiores y en planos corales) y música aceptable que marca adecuadamente el ritmo de la historia y la naturaleza de las diversas fases y momentos por los que los personajes pasan, desde las fiestas y momentos de relax, a los momentos de tensión.

La historia es sencilla y redundante con situaciones muy habituales en el cine sobre educación. Más que estar interesados en lo que se enseña y cómo se hace, el interés se centra en los conflictos disciplinares que se producen. Y siendo éstos, como son, inhabituales, al final queda una imagen tergiversada de la convivencia en las aulas, haciendo valer aquello de que las buenas noticias, ni siquiera son noticias.

 Lo que nos cuenta Lilti es la llegada de un profesor nuevo y joven a un instituto, para cubrir una sustitución. Su inexperiencia es el caldo de cultivo para que sus estudiantes se desmanden un poco y lo pongan a prueba. Y, a su vez, él vive su entrada en el claustro de profesores como un proceso de socialización profesional, que no siempre es fácil. Con todo, la vida global del instituto sigue su marcha y la película va describiendo formas y estilos de interactuar entre los profesores y de estos con sus estudiantes. Trabajar y convivir con chicos y chicas adolescentes no es fácil y necesariamente van a surgir conflictos. Conflictos que algunos (profesores o estudiantes) llevan ya de casa y otros que se producen en el marco de la convivencia diaria.

En lo que se refiere a la historia que la película nos cuenta, no hay excesiva novedad. Pero tiene cosas interesantes que la hacen especial:

·       El permanente formalismo y rigidez de la burocracia escolar. Muy habitual en la visión que el cine francés da de la escuela. La figura del director, extraña en nuestro contexto; la de la colega supervisora que más que una consejera que ayuda, se asemeja a una inspectora que controla y riñe; la propia rigidez de las procedimientos del consejo escolar más propio de un juicio que de una reunión de educadores que trata de resolver un problema…

·       Por el contrario, el buen clima que existe entre el profesorado. Personalmente es lo que más he apreciado en el film. Lilti ha sabido dibujar un grupo de profesores (¡y profesoras!, seguro que les van a protestar por el título en masculino que le han puesto a la película) que se apoyan, que se aprecian, que sufren y disfrutan juntos. Y eso es lo que hace que situaciones que pueden vivirse como dramáticas, lo sean menos por el apoyo de los demás. Ojalá las cosas fueran siempre así.

·       La moraleja implícita en el film de que tanto profesores como estudiantes, más allá de nuestro rol escolar, somos personas que tienen una vida que les condiciona tanto cuando están dentro como cuando están fuera de la escuela. Querer pensar lo que sucede en las escuelas como algo separado de lo que sucede fuera, resulta irreal. Por lo general, la escuela forma parte de la vida y nos movemos en ella bajo coordenadas bastante similares a las que nos condicionan fuera de ella.

 

Al final, la escuela es ese lugar de encuentro en que adultos y jóvenes convivimos y tratamos de llevar a cabo juntos las tareas que nos atribuye nuestro papel en ese contexto. La profesión docente no es fácil. Por cierto, me gusta mucho más el título francés (Un métier sérieux), porque eso es la enseñanza, un oficio serio, que el español (Los Buenos Profesores) condición mucho más difícil de describir y que la película ni siquiera intenta. En definitiva, la vida dentro de la escuela se parece bastante a la vida fuera de la escuela. No nos van a faltar las dificultades y conflictos. Pero tanto en un espacio como en el otro, la condición fundamental es no tener que afrontarlos solo o, al menos, no sentirse solo. En la vida ordinaria, salvo excepciones, eso lo vamos logrando a través de la familia y las amistades. En la vida escolar a veces no se logra esa sensación de formar parte de un grupo que te apoya. Trabajamos demasiado a solas (cada quien con su materia y su grupo de estudiantes) y así las situaciones problemáticas llegan a desbordarnos. Francia tiene instituciones psiquiátricas especializadas en profesores, porque, efectivamente, son frecuentes las depresiones y el estrés.

Los bueno de esta historia que nos cuenta Lilti es que en ese instituto el grupo hace de colchón de apoyo y aunque puedas caer en una situación de grave descontrol personal quienes te rodean van a tomarte en brazos y sacarte del pozo. Y llegarán las vacaciones y tras ellas, puedes volver a comenzar de nuevo el curso…

 

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