miércoles, junio 22, 2016

Guatemala




Tras la hermosa experiencia argentina tocaba mudanza y nueva preparación de los bártulos para la siguiente etapa de este periplo, Guatemala.
No conocía Guatemala  o, peor aún, solo la conocía por los estereotipos que me habían ido transmitiendo, sobre todo en México, en Chiapas. Chiapas hace frontera con Guatemala y es el punto de cruce de miles de guatemaltecos (y de otros países centroamericanos) que van buscando la tierra prometida de los USA. Cruzan de cualquiera manera la frontera que se ha convertido en un espacio de mucha violencia pues las mafias se aprovechan  de ellos, los esclavizan, los abusan y muchas veces los hacen desaparecer. Allí se montan en ese terrible tren que cruza todo México hasta alcanzar la frontera norte. Un tren que es una especie de patera de la que con frecuencia les secuestran las mafias. Historias terribles me han contado. Así que me esperaba una Guatemala primitiva y deprimida. Y ha sido una sorpresa. Realmente una sorpresa. Hay momentos en que no sabes si estás en Guatemala (la ciudad) o en Suiza.
La gente es realmente amable. Con la ventaja añadida de que en su mayoría son de estatura media-baja, y con tamaño de barriga medio-alto. Con lo cual, me he encontrado con un genoma muy familiar para mí. Era como sentirse en casa. Sensación oportuna que sirvió para compensar el agobiante viaje de Buenos Aires a Guatemala en compañía de un equipo de baloncesto uno de cuyos componentes (2,07 medía el angelito) se sentó a mi lado y me provocó una dolorosa tortícolis de tanto mirar hacia arriba. Otro aspecto destacable de ese primer contacto con los/las guatemaltecos es la sensación de que no te entienden. Ellos hablan muy rápido y con una pronunciación un tanto especial. Cuando hablan con extranjeros se esfuerzan pero uno tiene la sensación de que, de inicio, no te entienden. Se quedan mirando y esperando que les repitas de nuevo. Luego, se conoce que reajustan el decodificador y las cosas ya van mejor, pero las primeras frases requieren tiempo y paciencia. Y, por lo demás, el tráfico es caótico. De esos del sálvese quien pueda. Con guardias de tráfico en los cruces a los que les pitan más que a los árbitros en el fútbol. Un tráfico tan intenso que se hace muy penoso avanzar, sobre todo en las horas punta.
Nos alojaron en el hotel Barceló. Un hotel que no desmerece en nada con el Barceló de Valencia, en el que acabo de estar hace unos días. Claro que aquí, se nota que el personal tiene salarios bajos pues hay empleados por todas partes. La vigilancia es extrema. Pero todos son muy cordiales, no te molestan (quizás es que tenemos cara de personas serias). La siguiente sorpresa son los precios: inalcanzables. Por caros, aunque parezca extraño. La moneda aquí es el Quetzal (como la ruta de De la Cuadra Salcedo). 7,5 quetzales por dólar. Y una cerveza te sale por Q39 (5 dolares y pico, como en Florencia). No puedes tomarte una sopa  por menos de Q 60 (8 dolares) y el buffet de la comida que en Europa puede ser de
12-15 dólares, en Guatemala son Q160 (22 dólares), sin bebida y sin contar el 10% obligatorio de propina. Una noche que salimos a cenar un grupo, sin tomar bebidas que desmadrarían la cuenta, nos salió a cada uno por 36 dólares. Las profes del congreso nos dijeron que la ropa estaba igual de cara. De hecho, nadie compró aquí cosas. Salvo el Jade, claro, pero eso ya pertenece a otro negociado (el de los regalos, en el que no miras tanto el precio). La pregunta que nos hacíamos era: ¿será que la gente tiene unos salarios tan altos aquí? No lo parecía, la verdad.
De todas formas, volviendo a la ciudad de Guatemala, tiene zonas realmente espectaculares. Parece ser que las autoridades municipales, sobre todo el alcalde (creo que lleva ya 4 o 5 elecciones ganadas con mayoría absoluta) se ha tomado muy en serio lo de adecentar la ciudad. Ayer nos contaba el guía que una consultora inglesa lo incluyó entre los 15 mejores alcaldes de toda América. No me extraña. La ciudad está dividida en zonas. Algunas de ellas resultan irrelevantes. Muy parecidas a otras ciudades de México o Perú. Pero las hay de una belleza fantástica. Con edificios singulares espectaculares o con una configuración arquitectónica muy original . Entre ellas, destaca el paseo Cayalá, un conjunto arquitectónico muy original, con una especie de templo griego en el centro que funciona como centro cultural y una serie de edificaciones sorprendentes.  Se ha convertido en la zona de ocio y paseo más interesante de la ciudad.
Y por lo demás, el Congreso discurrió según los cauces habituales. No exageran tanto en las fotografías como en México o Argentina, aunque también son muy amables y reforzadores. Y, en lo que se refiere al clima político del país, no fue ninguna sorpresa descubrir que, también allí, igual que había constatado la semana anterior en Argentina, están metidos hasta el cuello en problemas de corrupción. De hecho tanto el expresidente como la vicepresidenta están en prisión acusados de haber desvalijado el país durante su mandato quedándose con inmenso capital. Como dicen los italianos: tutto il mondo é paese! (en todas partes cuecen habas, que decimos nosotros).
Pero, en resumen, una experiencia muy interesante que no me importaría repetir.



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