domingo, enero 18, 2009

Mi blog está triste

Son de admirar los columnistas que volis nolis han de redactar su columna diaria, tenerla en hora y enviarla a la redacción. Desde fuera parece fácil pues da la impresión de que "cualquier tontería" sirve para hilvanar un texto. ¡Y una leche! Ahora mismo y desde mi situación, y diría que es toda una hazaña. Pero mi blog no lo entiende así y sigue triste.
La verdad es que yo creía que iba a ser más fácil. Y, de hecho, lo fué durante un buen tiempo. Tenía tantas cosas que contar, bullían tantas emociones en mi interior que hasta lo consideré una terapia. Y debo reconocerle al blog que durante ese tiempo fue un excelente confidente. Pero ahora que ya no tengo tanto follón interior y, en cambio, me ha aumentado el exterior (muchas cosas que hacer), se está resintiendo mi creatividad bloguera. ¡"Una pena"!, me ha dicho él con unos morros que pa qué. Ya lleva un tiempo así, que no me dirige la palabra o lo hace con reconvenciones breves, como resignado. Supongo que también él va viviendo su propio drama interior. Quizás necesite su propio blog (estaría bien eso de un blog escrito por otro blog) para descargar sus neuras.
No es que no lo entienda. En conversaciones anteriores (en nuestros buenos tiempos hablábamos bastante) me comentaba que se sentía especialmente feliz. "Otros blogs, me decía, tienen vidas efímeras. Nacen pero no prosperan, son como pequeños abortos. Algunos consiguen superar sus primeras semanas pero luego las entradas escasean y su vitalidad comienza a languidecer hasta que desaparecen (y casi es mejor eso, pobres, para la vida que llevaban). Yo estoy bien, reconocía. No es para echar campanas al vuelo, pero tu fidelidad me permite llevar una vida soportable. Sin excesivas alegrías, es cierto, pero estoy contento. Mis indicadores presentan índices razonables de creatividad, intimidad, interés, variedad, etc. Claro que no nos podemos comparar con esos otros blogs de clase alta (tienen autores que son famosos, muchas entradas, muchos comentarios e lectores, colores radiantes y están plagados de imágenes y vídeos). Ellos juegan en otra liga. Pero para ser el blog de un profe, madurito, introvertido y con nociones informáticas de supervivencia, creo que lo estamos haciendo bien". O sea que, seguramente, pensó que siempre sería así. Y esta sequía reciente le está minando la moral.
Pero en fin, así son las cosas. Curiosas. Llama la atención eso de que cuanto más tranquilo estás interiormente menos necesidad sientes de contar cosas. Porque, desde luego, es distinto "escribir" que "contar". Me sigue apeteciendo mucho escribir pero siento menos deseo de contar. O quizás es que tengo menos cosas que contar. O simplemente menos ganas. Lo que sea, pero por mucho que me justifique creo que eso no va a consolar al blog. ¡Pobre! ¿Pero como explica a un blog que las personas tienen esas cosas y que, a veces, el silencio no es un mal síntoma?

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