domingo, mayo 31, 2009

¡OSASUNA, OÈ, OÈ OÈ!


Un año más hay que llegar a la orilla con el agua al cuello. ¡Qué nervios, señor!, ¡qué agobio!, ¡qué taquicardia! ¡Qué mal se pasa!
Hace unos días, cuando el Barcelona ganó al Manchester United la copa europea, en el hotel de Santiago de Chile donde estaba todo el mundo me felicitaba. Se debía notar a la legua que era español y que estaba en ascuas. Hasta me dejó la dirección del hotel un regalito en la habitación: un plato lleno de una fruta muy bien envuelto en celofán.
Pero lo de hoy ha sido infinitamente mejor. Más próximo, más visceral. Uno no deja nunca de ser navarro. Y aunque reconozcas que a veces da pena verlos jugar, es imposible sentirte indiferente. Así que, aunque lo de hoy me va a costar una ración doble de medicamentos anti hipertensión, ha merecido la pena. Otro año más. Otro premio gordo del destino.
Me acordé mucho de ti, Javier. Aquella foto con tu hija Nerea celebrando feliz y entusiasta un gol del Osasuna, es el recuerdo con que me gusta recordarte. Y supongo que ella estaría hoy allí en el campo, echándote mucho de menos. Espero que hoy hayas sentido algo especial y que hayan llegado hasta ti los gritos y las lágrimas de alegría de los aficionados del campo y los de fuera. Incluso los que anden por ese otro mundo contigo. Pero no quiero ponerme triste, sólo celebrar contigo y con tus recuerdos la remontada de nuestro Osasuna. Y eso que tengo claro que esta alegría de hoy es sólo el inicio de otra serie de malos tragos que seguirán durante la próxima temporada. Pero qué vamos a hacerle. Es el Osasuna.En todo caso, ronco hasta más no poder, ahí va mi grito de guerra un año más: ¡OSASUNA, OÈ, OÈ, OÈ!

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