lunes, mayo 28, 2007

Con jet lag y cuesta arriba

Eso es lo que pasa cuando uno regresa de viajes largos, que tiene que hacer frente a un doble desafío. Luchar para mantener los ojos abiertos y no dormirse a cada paso. Y recuperar la normalidad. Lleva su tiempo y no sirve de nada querer apurar los plazos. La cosa es que uno cuenta los días del viaje tomando en consideración desde que sale hasta que regresa pero habría que incluir estos otros del despabile, que no está uno para nada. Bueno lo del para nada, es un decir. Pero para poquita cosa.
Casi 10 días en Brasil no puede ser analizado más que como un premio. Más aún si uno va al Noroeste, a Fortaleza y a Sao Luis. La gente suele ir allí pagando sus vacaciones. Que te lleven para trabajar un poco y te atiendan a cuerpo de rey, es una plusvalía importante. Y lo he pasado bien. Esta vez, no tengo excusas. Han sido unos días de ruptura con todo el estrés que venía soportando desde hace varias semanas (ya se ve en el blog, que ni tiempo he tenido para ir contando cosas). Y aunque tenía razón aquella amiga que decía “qué dura es la vida del turista”, no me ha importado nada madrugar y viajar a lugares paradisíacos. Casi ni me molesta haberme quemado como un camarón. Lindos lugares que solo son posibles en Brasil: playas infinitas de aguas blancas, fallas increíbles sobre tierra arcillosa creadas por el efecto de la lluvia; dunas inmensas que recorres en jeep haciendo piruetas llenas de emoción y chutes de adrenalina; dunas que dan al mar en descensos en picado y por los que te deslizas hasta el agua con una tabla frotada de vaselina para que corra a tope; enormes dunas de arena purísima con un corte casi artístico (como en las estatuas que se hacen en la playa en estos movimientos de arte efímero) y en cuyos intermedios la lluvia han ido formando lagunas de un agua purísima. Todo ha sido de una belleza tan fuerte, tan impactante que será difícil de olvidar. Yo creía que se me estaba acabando el encantamiento que siempre ha ejercido sobre mí Brasil. Pero ya he visto que no. He regresado mucho más enamorado de aquella tierra y de las emociones que es capaz de provocar. Estoy feliz. Si no fuera por este maldito sueño…

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