lunes, noviembre 06, 2023

LA VIDA ERA ESO, de Carmen Amoraga

 



 

Ya me había gustado mucho la primera vez que lo leí. Por su originalidad, porque habla de cosas que te hacen reflexionar sobre tu propia vida, porque está bien escrito, porque te emociona a la vez que te hace reír y te sorprende. Porque los personajes de la historia son tan normales que enseguida te identificas con ellos y comienzas a formar parte de su mundo.

Carmen Amoraga es una periodista valenciana que, tras pasar por diversos medios de comunicación, fue asesora de comunicación del rectorado de la Universidad de Valencia y, posteriormente, Directora General de Cultura y Patrimonio en la Generalitat Valenciana. Asidua de las convocatorias de premios literarios posee una buena cosecha de ellos. En concreto, La vida era eso se llevó el Premio Nadal de novela del año 2014.

Un hermoso libro. Si uno cuenta que se trata de una mujer que ha perdido a su marido por una enfermedad de cáncer, lo que le deja sola con sus dos hijas, aún pequeñas, la idea que nos haríamos es que se trata de una historia luctuosa y poco apetecible. Pero no es verdad. Cierto es que no faltan los problemas y las angustias por reconstruir la propia vida y hacerlo sin destrozar en exceso la de las hijas, pero no es una novela triste. De hecho, tengo que confesar que, aunque también he llorado, me ha hecho reír y disfrutar mucho del humor argentino de los protagonistas.

Ese es, justamente, uno de los aciertos de la novela, que está en argentino. Y no solo por el lenguaje, sino por toda la historia, por la forma de vivir la vida, de actuar, de reaccionar ante los conflictos, de conversar, de convertirlo todo en palabra aguda... Ese humor argentino, inteligente, sinuoso, eufónico… Hechas en argentino, las broncas se convierten en juegos florales llenos de adjetivos que tienen tanto de insulto como de ciclogénesis semántica. Y no sabes sin sonreír ante la creatividad sonora del insultante o cabrearte por lo que te dice. Sobre todo los diálogos son fantásticos. Ignoro si la obra fue llevada al teatro, aunque su estructura y concepción lo harían fácil. Sería algo parecido a aquellas “5 horas con Mario” de Delibes, que tan magistralmente representó durante tantos años Lola Herrera. Pero en este caso, en argentino, lo que le daría, de partida una forma muy diferente de intentar llenar la ausencia con recuerdos y nostalgias.

El esposo ya murió, pero ella lo lleva en su recuerdo, le escribe posts en su blog, reconstruye lo que fue su vida de pareja, desarrolla un duelo alargado pero suave. Es un avanzar trabajoso desde las expectativas que habían generado como pareja a la vida real de una familia monoparental con una madre que ha de reconstruir su propia vida y atender a las dos niñas que quedan bajo su tutela. En el caso de Giulana, la protagonista que lo cuenta en primera persona, es un proceso complejo que ella va recorriendo en un diálogo permanente entre pasado (lo que fue su vida en pareja) y futuro (siempre frente al espejo de esa ausencia presente de su compañero). 

 Lo más interesante de la novela es sin duda la forma en que Amoraga trata los claroscuros de la vida en pareja. Para un psicólogo como yo y un marido con 50 años de casado, el curiosear sobre vidas ajenas, aunque sean ficticias, resulta un ejercicio de voyerismo muy apetecible. ¿Cómo son las otras parejas, cómo gestionan sus encuentros y desencuentros, cómo resuelven sus conflictos, qué se dicen, cómo evolucionan a medida que pasan los años, vienen los hijos, se van haciendo mayores? La vida era eso va contando muchas cosas y lo hace muy bien, mezclando alegrías y llanto, como en la vida misma; describiendo las diversas capas superpuestas de grandes verdades y pequeñas mentiras sobre las que se va construyendo la relación de pareja. Pero vista en su conjunto, la novela es un gran canto de amor… con acento argentino.

Por otro lado, Carmen Amoraga es una buena escritora. Se nota que le gusta escribir y que disfruta haciéndolo bien. Y que conoce el valor terapéutico de la escritura. En mis trabajos sobre los diarios he insistido mucho en ese carácter sanador de la escritura. Y ese es uno de los motivos por los que sigo escribiendo en este blog: escribir me ayuda a ahuyentar mis propios demonios, ilumina los momentos de tristeza o melancolía, te ayuda a dar sentido a sensaciones y emociones confusas. Giuliana lo describe muy bien en un  comentario que hizo su marido (escritor él) en una anotación al libro El Mundo de Juan José Millás: “Comprendí que la escritura, como el bisturí de mi padre, cicatrizaba las heridas en el instante de abrirlas, e intuí por qué era escritor” (p.65).

Interesante resultan, también, otros pasajes de la novela. Por ejemplo, cuando se refiere a la necesidad de contar las cosas, de hablar con la gente aunque no te apetezca. “Hace poco leí, (le dice Giulana a su madre que le recomendaba justo eso, que hablara con amigos), que si decís que estás bien cuando te preguntan, enviás ese mensaje a tu cerebro, y el mensaje va calando, y poco a poco estás mejor, y además, así te ahorrás el trago de tener que explicar a la gente por qué estás mal…” Y poco después, su madre remacha esa idea con una frase que atribuye a Frida Kahlo ”amurallar el propio sentimiento es arriesgarte a que te devore desde el interior (p. 80).

Hay otras muchas frases que da gusto recordar (espero no estar haciendo spoiler de la novela, al contrario, lo que quisiera es hacer publicidad de ella y animar a las escasas personas que puedan llegar a leer este post a buscarla y disfrutarla):

o   Los milagros: Hay dos formas de ver la vida: una es no creer en los milagros y la otra es creer que todo es un milagro. Se lo atribuye a Albert Einstein (p. 103)

o   -La vida: Will (su marido muerto) decía que los amigos son como los anillos, o te entran o no te entran. En realidad, lo decía de las relaciones en general, de los afectos, o te entran o no te entran; si los fuerzas, la cagas, lo único que logras en lastimarte el dedo. (p. 122)

o   -La muerte de los amigos (su amiga Marie convoca al entierro de su esposo a los amigos de éste con una frase de Unamuno): “ Cuando se muere alguien que nos sueña, se muere una parte de nosotros mismos” (p. 161)

o   -La vida (un día tomando ellos dos un café frente al colegio de sus hijas, los azucarillos que les pusieron traían frases; el de él decía una frase de Confucio): “Todos tenemos dos vidas. La segunda comienza cuando nos damos cuenta de que solo tenemos una” (p.192)

o   -Un Haiku, (leído cuando ya no estaba bien y como queriendo señalar que la vida debe seguir pase lo que pase) “Y aunque nada brote en primavera ni se marchite en otoño, todo está bien” (p.280)

o   -Poema de Benedetti: “Más que besarla, más que acostarnos juntos, más que ninguna otra cosa, ella me daba la mano y eso era amor”. (p. 295)

o   -Los abrazos (escribe Giuliana en uno de sus post ya al final de su periplo de recuerdos): “Miren lo que he leído: la duración media de un abrazo entre dos personas es de 3 segundos, pero los investigadores han descubierto que, cuando dura un poco más, solo unos segundos más, se produce un efecto terapéutico sobre el cuerpo y la mente. Dicen los científicos que un abrazo sincero produce oxitocina, ya saben, la hormona del amor y, por eso, abrazar nos relaja, nos hace sentir seguros y calma nuestros temores. Leo que esto sucede cada vez que tenemos a una persona en nuestros brazos… (p. 311)

Ganó merecidamente el Nadal del 2014. Han pasado 10 años, pero sigue siendo una lectura muy recomendable.

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