Se hace raro comentar una serie, pero calculo que tendremos que ir acostumbrándonos a ello, pues cada vez las conversaciones con los amigos giran más sobre series que sobre películas. Y hay que reconocer que las características de las series como productos cinematográficos las hace muy atractivas. El tiempo se hace mucho más largo y eso permite construir historias más complejas, con más matices, con idas y venidas. Resultan, desde luego, menos espectaculares en lo que a efectos especiales se refiere, pero, por el contrario, ese menor escándalo de estímulos hace que goces más de lo esencial de la trama, de la historia que te están contando.
Claro que, también entre las series, las hay mejores y peores. Por todo lo dicho antes en su favor (tiempo, matices, continuidad), cuando una serie sale mala o no te gusta, se convierte en un suplicio insufrible, sobre todo para quienes somos incapaces de dejar a medias algo, aunque no nos guste demasiado.
La cosa es que esta vez caímos al azar en DÍAS MEJORES y, la verdad, nos atrapó enseguida. Siendo nosotros psicólogos, que se tratara de una terapia grupal para personas que están pasando por un duelo, tuvo mucho que ver en ello. Que en el elenco estuviera Blanca Portillo y otros actores que nos sonaban, también. Y que fuera una miniserie (dos temporadas con 18 episodios en total), también tuvo su influencia. El caso es que nos enganchó enseguida y que la hemos disfrutado mucho.
Desde el punto de vista cinematográfico hay que reconocerle muchos méritos. En primer lugar, la propia idea y construcción del guión. ¡Qué pena que sea tan difícil conocer a directores y guionistas de las series! Todo su mérito queda diluido en el nombre de la empresa que la produce. Saber que es una serie de Amazon y TV5 está bien, pero el mérito creativo y de realización está en los profesionales que la han pensado y construido. Debería haber una ficha técnica de las series, como la hay de las películas. En este caso, ese mérito corresponde a Cristóbal Garrido y Adolfo Valor, (Wikipedia dixit), que han hecho un trabajo fantástico. E igual mérito hay que atribuir a quienes llevaron a cabo el casting porque los actores y actrices seleccionados son magníficos y se han metido en su papel de una manera insuperable. Algo que no era fácil pues sus personajes tienen características muy marcadas y oscilantes a lo largo de la historia. No se trata solo de lo que hacen o dicen, sino de lo que siente, de la forma de expresar y gestionar emociones complejas. Algún momento de sobreactuación aparece, pero todos ellos hacen que la persona que encarnan se haga creíble, que te meta en su historia y te haga emocionarte con ella; que la vivas como si fuera tu compañera de trabajo o tu amiga, o alguien a quien conoces y aprecias.
También es perfecta la sintaxis que logra la serie encadenando pasado y presente de las historias que van desgranando los sujetos durante la terapia. No hace falta que lo cuenten todo porque el film te lo ofrece tal como sucedió. Y de esa manera quien lo ve puede contrastar la realidad con el relato que de ese momento hace el sujeto en terapia (al final, ése es el secreto de una terapia psicológica, la forma en que cada sujeto construye el relato del conflicto que desea afrontar). Esa superposición entre pasado y presente, entre realidad y relato hace que no puedas aburrirte. Los relatos alargados, sobre todo cuando se refieren a emociones o vivencias personales, acaban haciéndose pesados. Todos lo hemos vivido con esos amigos que vuelven y vuelven a contarte cómo se sienten. Afortunadamente, eso lo evita la serie con el recurso a los flashback permanentes, que por otra parte, tampoco te confunden porque se identifican muy bien.
Finalmente, la historia (las historias) es magnífica. 5 personas que han vivido pérdidas graves y que tienen grandes problemas (unos visibles y otros no tanto) para reconstruir su vida. Visto así podría parecer una historia muy dramática y, de hecho lo es, pero está desarrollada de tal manera que se va conjugando con todos los matices que tiene la vida tanto en su versión drama como en su versión comedia. Lloras y te ríes, sufres por el dolor del personaje, pero disfrutas con él o ella de toda su capacidad de resiliencia, con sus ganas de vivir, de pelear por salir adelante. La terapia los convierte en amigos. Amigos de una amistad sincera, propia de sobrevivientes. Han compartido sus dolores, pero también sus alegrías, sus dudas, su afecto, su singularidad como personas. Esa sinergia grupal acaba transfiriéndose, también, a quienes seguimos su proceso como espectadores. Te encariñas con el grupo y acabas sintiéndote uno de ellos. Quizás, ni te importaría sumarte a su grupo y compartir con ellos tus propios agobios personales con la seguridad de que entre todos podríais mejorar tu estilo de afrontamiento.
Supongo que mi propia condición de psicólogo ha tenido algo que ver en que haya disfrutado tanto con la serie. Me ha gustado mucho el papel que desempeñaba Blanca Portillo. No tanto porque estuviera siempre de acuerdo con las cosas que decía o hacía como terapeuta (supongo que la serie ha contado con asesores externos que han velado por la validez psicológica del guión), sino por el acierto (al menos, acierto cinematográfico, que no lo es tanto si de una terapia real se tratase) de incluirla en la historia con sus propios problemas. Ella trata, igual que sus pacientes, de sobrevivir en medio de movimientos sísmicos en su propio espacio vital. Y así genera empatía, también ella, en quienes la vemos más allá de nuestras pantallas.
En fin, una gran serie. Seria técnicamente y muy humana en su contenido. Una reflexión sobre la vida menos fácil que las personas debemos ir afrontando en nuestra vida. 5 historias (incluida la de la propia terapeuta) que han sufrido pérdidas importantes en su vida, pero que están dispuestas a luchar por sobrevivir. Durante la pandemia (que, por cierto, está bien recogida en algunos de los episodios) cantábamos entre aplausos al atardecer aquello del “resistiré”: “soy como el junco que se dobla, pero siempre sigue en pie. Resistiré, para seguir viviendo”, decía la canción. Y eso mismo es lo que se aprende en “Días mejores”.
Muy recomendable. De veras.
No hay comentarios:
Publicar un comentario