domingo, octubre 28, 2012

Nunca pasará un día...

Nunca pasará un día... sin que aprendas algo nuevo. O, al menos, eso era lo que decía el dicho. Y algo de eso hay. Cuando menos lo esperas te encuentras con una sorpresa de esas que te golpean y hacen pensar.
 
A mí me pasó en Brasil a donde viajé la semana pasada. Un viaje rápido, de jueves a sábado. Tan rápido que aún no había superado con el jet lag de la ida y ya estaba metido en el de la vuelta.El viaje, en cualquier caso, fue estupendo porque los anfitriones fueron magnífico. Es difícil encontrarse con gente así en los tiempos que corren: por su generosidad, por su amabilidad, por el aprecio que te demuestran a cada paso. Ellos son HOPER, una consultoría de temas educativos que asesora y desarrolla iniciativas pedagógicas en instituciones de Educación Superior. En esta ocasión presentaban un proyecto destinado a la mejora del aprendizaje de los estudiantes de carreras de Derecho y de Dirección de Empresas: Hoper Solución de aprendizaje, le denominaron al asunto. Se trata de una especie de tutoría institucional en la que ofrecen a las instituciones asociadas (contaban con trabajar con un entorno de 200.000 estudiantes) un pack de libros de autores relevantes (para eso se asociaron con la editorial Saraiva, una de las más conocidas y potentes de Brasil) cada uno de los cuales serviría de libro de texto para una disciplina. Y junto a ese pack sistemas virtuales de apoyo al aprendizaje, pruebas de autocorrección, programaciones de casos para el profesorado, etc.
 
Aunque, obviamente, toda la propuesta se movía en la lógica del "mercado educativo" (al final ellos son una empresa con treinta y pico empleados), a mí me resultó difícil ver dónde estaba el negocio. Se nota que quienes trabajamos en instituciones públicas nos sentimos un poco fuera de lugar ante planteamientos empresariales que afectan a la educación. Se habló de que el coste de esa "solución de aprendizaje", rondaría los 40 reales por alumno (unos 15€). Pero lo que yo pude ver es que cualquiera de los libros que formaban parte del pack semestral valían más de ese precio. Lo preguntéy me dijeron que se podían lograr esos precios porque se trabajaba en una economía de escala (cuantos más alumnos,más posibilidades de ajustar el precio: vamos eso de llegar a los doscientos mil estudiantes). Pero no acabé de entenderlo.
 
Asistieron a la reunión unos 100 responsables de universidades privadas. Supongo que, al final, habría de todo, unos más interesados y otros menos. Por lo que después me dijeron, ellos habían quedado contentos.
 
Cabría preguntarse qué hacía yo en ese escenario. Yo me lo estuve preguntando a medida que se sucedían las intervenciones (muy interesantes, por lo chocantes para mí). Allí me enteré de experiencias de Educación Superior que yo no conocía: cómo algunas grandes editoriales están comprando universidades; cómo van apareciendo universidades donde los alumnos van rotando por distintas partes del mundo sin una sede propia (Think Global School); cómo hay instituciones cuyos estudiantes tienen el derecho a llevar consigo su ordenador conectado a Internet en todas las actividades, incluidos los exámenes; cómo hay instituciones que van a cobrar unos 8.000 reales al mes (sobre 3.000€) y ya tienen lista de espera. En fin, una serie de cosas que te hacen alucinar porque te sacan absolutamente de  nuestro estilo convencional de pensar y hacer en las instituciones públicas.
 
Me tocó hablar de la figura y rol delprofesorado universitario en la actualidad. Se me da bien ese tema. Con los años he ido aprendiendo a incorporar matices. Es importante saber mucho y hacer las cosas bien, pero nada de eso resulta previsible si los docentes no son felices o si sienten que cada vez se valora menos lo que hacen. Así que sin negar la importancia de la Pedagogía y la Didáctica, sin olvidarse de lo importante que es el dominio de los contenidos, cada vez me cuesta menos hablar de contextos amigables, de cultura colaborativa, de reconocimiento institucional, o de felicidad. Uno no está seguro del todo en estos casos (menos aún cuando el público es brasileño pues su amabilidad puede más que cualquier valoración técnica), pero creo que les gustó.O eso quisieron hacerme sentir. Y se lo agradecí.
Una gente estupenda, la de Hoper.

No hay comentarios: