domingo, septiembre 02, 2012

El café de Flore





Pues sí, lo que parecía una película costumbrista italiana (el café di fiore nos repetíamos al planear verla), ha resultado otra cosa bien distinta. Lo cierto es que ayer todo estaba especialmente conectado con esa primera posibilidad: los telediarios nos trajeron noticias italianas en las que se decía que van a permitir poner publicidad en los monumentos históricos para conseguir mecenazgos que ayuden en su mantenimiento; en los trailer previos a la película presentaron la última de Woody Allen que esta vez se la ha dedicado a Roma y, para concluir por la noche pasaban una película argentina titulada Roma que aunque no tiene nada que ver con Italia (Roma es la madre de un escritor argentino que intenta reconstruir su biografía). Pero al final no era el café di Fiore, ni tenía que ver con Italia. El café de Flore, a parte del famoso café parisino, es una canción que suena en la película una y otra vez como elemento que lleva el recuerdo a una situación de enamoramiento total. Quizás es ese encanto con la música (por algo el protagonista era diskjockey y su hija una adolescente tocapelotas que mandaba sus misiles a través de canciones seleccionadas para hacer daño) lo que da a la película un toque dulzón y amable, lo que la convierte en una película de amor. Un amor extraordinario, exagerado.
La película es del año pasado, 2011, aunque en España lleva estrenada sólo unas semanas. Dirigida por Jean-Marc Vallée, que es también autor del guión, nos cuenta una historia compleja. En realidad dos historias superpuestas que te llevan por vericuetos complicados a través de la trama, mitad real mitad onírica. Supongo que gustará poco a los amantes de las historias lineales y sencillas, pero dejará contentos a los que buscan en el cine un cierto desafío intelectual.

Yo prefiero las historias sencillas, pero esta película me ha gustado porque en el fondo es un canto al amor, al enamoramiento, a las contradicciones a las que esos sentimientos primarios nos pueden arrastrar. Ser puede ser feliz y desgraciado a la vez; se puede amar y al final destruir la pareja, se puede amar tanto la vida y estar dispuesta a darla enteramente a favor de alguien y convertir esa desmesura en algo trágico. Es la vida misma, aunque vivida con exceso.
La historia introduce ingredientes peligrosos. Comencé a ponerme nervioso cuando casi al inicio, mientras el protagonista (Kevin Parent) sale de viaje se cruza en el aeropuerto con un grupo de jóvenes con síndrome de Down que salen en aquel momento. Uff!, pensé sin saber a qué venía a cuento aquel despliegue, pero luego resultó que era el punto de inicio de las dos historias.
En una de ellas comienzas viendo una familia feliz, así, sin matices. “Lo tenían todo”, te explica el guión pera que no pierdas detalle: están muy enamorados los padres, tienen dos hijas preciosas, viven los abuelos, tienen una casa con piscina, un trabajo que les gusta. Un full. Él era Disk Jockey famoso y viajaba bastante a fiestas y espectáculos. Esa vida feliz no tenía por qué cambiar pero lo hizo. Quizás porque él bebía. La cosa es que conoció a otra chica y, aunque civilizadamente, se separó de su esposa e inició otra nueva historia  intensa y llena de amor y sexo.
La otra historia paralela es un poco más compleja. Una pareja tiene un hijo que nace con el síndrome de Down. El marido desea deshacerse de él pero la madre no quiere ni oír hablar de ello y es ella la que se deshace del marido y se dedica en cuerpo y alma a sacar adelante su hijo. Es una entrega total que la llevará a luchar con él y por él en todas las esferas de la vida. Una auténtica militante de la integración de estos niños en la vida normal. Eso le cuesta no pocas peleas con personas e instituciones menos convencidas pero lo va consiguiendo. Muy interesante su discusión con la directora de la escuela pública cuando ésta le sugiere que su hijo estaría mejor en un centro especializado. Un alegato a favor de las escuelas inclusivas que bien se hubiera merecido un aplauso de la sala. Y en esto, su hijo descubre a otra niña, también con síndrome de Down, de la que se enamora y con la que se obsesiona. Ambos entran en un estado de trance de simbiosis mutua y no quieren separarse ni un segundo. La situación que inicialmente resulta graciosa se va convirtiendo en patética. Los niños se descontrolan y el apego entre ambos comienza a preocupar tanto a la escuela como a sus padres. Deciden separarlos pero eso les llena de angustia a los pequeños que se sumen en un estado melancólico y de conductas disruptivas. La historia de amor y entrega de la madre empieza también a naufragar y ambos madre e hijo comienzan a actuar descontroladamente como náufragos que se están ahogando y que en su manoteo desesperado acaban destrozándose.
Llegados a este punto, las dos historias (una pareja que inicia su historia feliz pero se separa  y una madre que se entrega en cuerpo y alma a que su hijo sobreviva en un mundo complicado para él) vuelven a encontrarse. De una manera un tanto artificial pero efectiva. La ex esposa de la primera historia acude a una medium y ella le explica que en realidad las dos historias forman parte de su propia historia, aunque en vidas diferentes.
En fin, el final es espectacular e imprevisible, así que no lo contaré. Pero, probablemente, es lo menos creíble de toda la historia. Y lo menos aprovechable para quien, como es mi caso, hace del cine una escuela de vida. Lo más interesante, sin duda son las historias de amor. Hay muchas historias de amor en la película, todas con muchos vaivenes: entre las parejas, de los padres con los hijos, de los abuelos con los padres y con los hijos, de la ex esposa con la pareja actual. Todas son historias vivas, intensas y variables. Con picos y valles profundos. Todas honestas, pese a todo. Con momentos de ternura, de pasión y sexo excelentes que te sulibeyan; con otros de tensión y conflicto que te dejan agarrotado. Pero una buena película de amor tiene que ser así, ¿no? Sentí lástima por la madre del niño Down. Era mucha cosa para poder llevarla sola. Incluso para ella.
































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