domingo, enero 12, 2025

LA LUZ QUE IMAGINAMOS

 

Pues la verdad, no sé muy bien qué decir de esta película, lo cual no es muy buen comienzo, lo sé. La verdad es que esperaba otra cosa: una de esas películas luminosas y alegres, llenas de vida y bailes con que suele hacernos pasar buenos momentos la factoría india. Pero esta vez no iba de eso y te encuentras con un par de muchachas que llevan una vida sobrecargada de trabajo y ruidos en Bombay.

Se trata de una película del 2024, con bandera india pero que está coproducida por marcas cinematográficas de 6 países. La dirige Rayal Kapadia, una muy joven directora (nacida en 1986), que hasta ahora solo había presentado documentales y cortos. Ella misma escribe el guión. La música corre a cargo de Dhritiman Das y la fotografía es de Renabir Das. Las actrices protagonistas (sobre ellas y su relación va la película) son Dluya Prabha, una experimentada actriz que ya fue premiada como mejor actriz en el festival de Locarno 2022; y le acompaña Kani Kusruti que hace de miembro joven de la pareja protagonista de la historia.

La historia, más que de sucesos y eventos llamativos, va de sentimientos y condiciones de vida. La película tiene dos líneas de desarrollo: por un lado, es la historia de la pareja de protagonistas que ve cómo su relación (la mayor, enfermera y mujer casada cuyo marido trabaja en Alemania y del que no sabe nada desde que se fue; la joven, una chica que inicia su juventud y se ve en el dilema de orientar su vida, bien siguiendo las tradiciones y esperar que sus padres decidan con quién debe casarse, bien siguiendo su propio deseo) va evolucionando y reconfigurándose. El otro eje sobre el que se construye la historia de este film es el ambiente en que la pareja vive: primero la ciudad ruidosa y dinámica de Bombay y el espacio oscuro y cutre en el que viven; después el entorno bucólico al que se desplazan para acompañar a la amiga que regresa a su casa rural. Así que la directora nos va metiendo de forma lenta y progresiva en ambas temáticas.

La narración va siguiendo su ritmo lento y basado en los permanentes contrastes entre vida interior y ambiente externo; entre la música minimalista y el ruido externo; entre imágenes desvaídas de fondo y primeros planos nítidos; entre las contradicciones culturales con reglas fijas (estar casada es para siempre; te casarás con quien tus padres elijan para ti) y la complejidad y liquidez de los sentimientos personales. Es un contraste que se mantiene y da sentido a toda la historia. Una historia que a veces da saltos injustificados en el vacío como cuando aparece milagrosamente el marido arrojado por el mar.

 Lo que más llama la atención de la película es la lentitud.  Salvo el ritmo de la ciudad todo va lento, muy lento: las acciones, la conversación, las reacciones de los personajes, la historia en sí. Y para hacer más notable y penetrante esa sensación, la directora incluye permanentemente momentos de enfocar la cámara a la ventana de los vehículos para ver pasar desvaídos los paisajes externos. Y esas imágenes se amplifican aún más con el ruido permanente del tráfico, de los trenes, de los comercios, de las empresas. Un agobio. Es una película con una música minimalista, pero con un ruido ambiental enorme.

Con todo, la historia es bonita puesto que nos presenta la evolución de esa especial relación entre las dos mujeres protagonistas.  Cada una de ellas vive aprisionada en sus propios dilemas personales y, además, en esa relación indefinida que mantienen entre ambas. Es decir, como señala el título de la película, ambas viven un intenso proceso de búsqueda de luz.

Desde esa perspectiva es una película alineada en las muchas historias sobre lo femenino que de manos de directoras (y, también, de directores) van teniendo presencia en las carteleras y en los listados de premios. Esa dimensión feminista de este film la destacan casi todas las críticas y sobre esa dimensión se han proyectado, también, los premios recibidos: Gran Premio del Jurado en Cannes; Premio a “Otra mirada” en S. Sebastián.

 

sábado, enero 11, 2025

LAS VIDAS DE SING SING

 

Oí hablar de ella en algún programa de la radio (que es como un “boca a boca” pero radiofónico) y el comentarista ponía bastante entusiasmo al valorarla, sobre todo por el enorme papel que desempeña Colman Domingo, el protagonista. Eso y el que se hiciera cine del teatro como estrategia terapéutica fue suficiente para animarnos. Y, la verdad, mereció la pena.

Las vidas de Sing Sing es una película estadounidense del 2023 (ha llegado un poco tarde a España). Esta dirigida por Greg Kwedar, un director novato del que se conoce solamente una película anterior “Transpecos”. Es, por tanto su segundo trabajo. En lo que sí posee una amplia experiencia es como guionista. Lo ha sido en películas dirigidas por Clint Bentley (Jockey, 2021 y Trian Dreams, 2025).  En esta ocasión han cambiado los papeles, Greg dirige la película y Clint Bentley, con el propio Greg Kwedar y John Richardson construyen el guión, que está basado en la historia real de uno de los actores Clarence MacClin que fue condenado por un asesinato y vivió esa experiencia de cárcel y teatro. Y la mayor parte de los actores son también expresos que vivieron igualmente largos periodos de prisión y participaron en la experiencia de rehabilitación a través del arte que desarrollaban en Sing Sing.

Música y fotografía pasan un poco desapercibidas (o fui yo que estuve poco atento a esos aspectos). El ambiente cerrado parecía coherente con el contenido del film que es el teatro. Y aunque se hable de Sing Sing, una prisión temible y de alta seguridad, y uno espere ver los espacios especialmente duros y carcelarios de otros films, en esta película no se tiene la impresión de estar en una cárcel, salvo quizás las dos o tres escenas del patio y alguna imagen externa de la prisión. Y los personajes, aunque duros al inicio acaban manteniendo perfiles suaves y afectivos.

La mayor parte de los personajes que actúan lo hacen representándose a sí mismos, lo que significa que no son actores y eso aporta un especial mérito al film. Sí lo son, por supuesto, los 3 o 4 protagonistas principales sobre los que pivota la historia. El principal, sin duda, es Colman Domingo que hace un trabajo excepcional y mantiene el ritmo y la tensión emocional de la historia. También está muy bien Paul Raci en su tarea de medio terapeuta, medio director de escena. Clarence Maclin, que sí fue preso en otro tiempo, en su papel de malo y Sean Blackman como bueno, también lo hacen bien. Y, como decía, es muy de destacar el papel digno que desarrollan todos los demás. Hasta que vimos los créditos finales, nadie hubiera dicho que no son actores profesionales.

 La historia que se nos cuenta es interesante. Lo es para mí por razones personales y profesionales. Hacer teatro en la cárcel es una síntesis perfecta de mi formación como psicólogo, pedagogo y criminólogo. Y he de reconocer que siempre me ha parecido que el teatro es una herramienta fundamental para el autoconocimiento y la autorregulación. De hecho, estoy convencido y así lo he propuesto repetidamente que tanto psicólogos como pedagogos (y educadores) deberíamos tener el teatro como un componente de nuestra formación.

Eso es lo que hace este grupo en la cárcel, buscan una historia (en realidad da un poco lo mismo el tipo de historia que sea pues en todas va a aflorar la situación personal de quien actúa), y la van construyendo a la vez que se organizan como grupo. Que el teatro va más allá del teatro se ve bien en las tareas que el coach les va proponiendo. Me recordaron mucho las sesiones de dinámica de grupo que yo mismo dirigía en los inicios en los años 80.

Y así, la experiencia de convertirse en otro, de convertirte en personaje permite a cada preso afrontar su propia forma de ser. Les permite comprobar que el comportamiento se construye y, por tanto, se puede autoregular. La sensación de que uno es como es y no puede ser de otra manera, deja de ser tan oprimente y cada actor constata que puede alterar la forma de ser y actuar de su personaje. Y quizás, poco a poco, puede hacer lo mismo consigo mismo.

Y así, frente al frío de la soledad del patio, frente a la rudeza de las relaciones basadas en la fuerza y la amenaza, el teatro les permite descubrir otros códigos de comunicación y relación entre ellos. Aparece la empatía, se hace necesaria la colaboración y sincronía en el grupo, se buscan metas comunes, se valora la aportación individual de cada uno al grupo, se aprende a afrontar juntos las dificultades. Y todo eso en el terreno psicológico y relacional; a lo que cabe añadir todo lo que el teatro tiene de adquisición de otras capacidades y competencias: la lectura, la memorización, la expresividad, la modulación tonal, el movimiento…

En fin, es una película notable. Hasta ahora lo que más se ha valorado de ella es el gran papel del protagonista Colman Domingo (multinominado para mejor actor) y el guión (premio de la crítica al mejor guión adaptado). Pero es seguro que el largo listado de nominaciones y premios se incrementará este año.

 

martes, enero 07, 2025

CONCLAVE

 

Esta semana inicial del año ha sido propicia en posibilidades de ir al cine. Estamos apurando los últimos días de las vacaciones navideñas, hay una estupenda oferta de películas en cartelera y, como es tiempo de premios y globos, las tertulias radiofónicas no dejan de presentar sus preferencias o de comentar los premios concedidos. Ya vimos Emilia Pérez, así que hoy nos toca otra de las candidatas: CONCLAVE.

Si ya las religiones y las iglesias son entidades llenas de misterio, dentro de la Iglesia católica, los conclaves (cum clave: cerrados a cal y canto) son una concentración masiva de rutinas destinadas a proteger ese misterio y a ocultar lo que pueda suceder intra muros. El cónclave es misterioso y mágico por antonomasia (la doctrina oficial señala que es el propio Espíritu Santo quien ha de iluminar a los cardenales para elegir al papa). Como no sabemos lo que allí sucede, el cónclave  es un territorio propicio a cualquier ficción. Y eso es lo que hizo Robert Harris, imaginarse un cónclave y convertirlo en una novela cuasi policíaca (Cónclave: Edit. Debolsillo, 2018).

Basada en esa novela y manteniendo el mismo título, Edward Berger ha rodado la película. El guión (adaptación fiel de la novela: de hecho ha recibido el Globo de Oro a la mejor adaptación cinematográfica) ha correspondido a Peter Straughan.  Berger es un  director alemán bien conocido en el ámbito de las series (The terror, Patrick Melrose) y, últimamente con grandes éxitos en largometrajes como Sin novedad en el frente (Oscar 2023 a la mejor película internacional y al  mejor guión; BAFTA 2023 a la mejor película y mejor guión). Conclave va a seguir, creo yo, ese mismo camino (Globo de Oro al mejor guión).

 Cónclave cuenta con un elenco de actores fantástico. Casi todos son hombres, claro, pues se trata de cardenales, aunque entre ellos se cuela Isabella Rosellini,  como monja con un papel discreto en un mundo de clérigos. Destacan Ralph Fiennes (La lista de Schindler, El paciente inglés) como dean cardenalicio y sobre quien recae la responsabilidad de gestionar el cónclave y Stanley Tucci (La terminal, El diablo se viste de Prada), pero todos los que van teniendo algún protagonismo son muy buenos y resultan absolutamente creíbles en sus gestos, en su parsimonia o sus conversaciones. A mí me encantó Sergio Castellito (Las crónicas de Narnia, Bella Martha) porque compuso su papel de cardenal italiano conservador de forma magistral.

La música se debe a Volker Bertelmann que, sin estridencias, acompaña bien la dinámica del proceso deliberativo y las condiciones rituales y sacras del escenario. Y la fotografía se la debemos a Stéphane Fontaine. Tengo que reconocer que para mí es lo mejor de la película: de una perfección formal y de una plenitud artística insuperables. Las imágenes cenitales de los cardenales en grupitos de 3-4, las filas cardenalicias avanzando, los cardenales con sus paraguas cruzando la plaza, etc. son imágenes cromáticamente preciosas, perfectas. Tanto  los primeros planos, como los planos generales del grupo están logradísimos, de una belleza coral que yo no había visto nunca. Se parece un poco a lo que hace Sorrentino creando cuadros formal y cromáticamente perfectos.

 Y sobre la historia que se nos cuenta, una especie de thriller vaticano, pues qué decir. Es ingenioso y está bien construido (de hecho, logra mantenerte en vilo durante las casi dos horas de la película). Contraponiendo la necesidad de nueva información que aclare hechos (necesidad que se incrementa con la mezcla de idiomas que supone que la mitad de los cardenales no se enteran de todo) con la opacidad de un conclave, la historia va manteniendo la tensión y el suspense. Y, por otro lado, urgando en la doble moral que suele atribuirse al clero en lo sexual (frente a la castidad proclamada), en lo económico (frente a la pobreza), en la autosuficiencia y egocentrismo (frente a la humildad), etc. la película logra relativizar la supuesta bonhomía y santidad de la cúpula eclesial. Sin embargo, hay que reconocer que no es una película anticlerical sino que, en su conjunto, el film respeta la dignidad de lo que supone el cónclave para la Iglesia Católica y se mantiene en un nivel de iconoclastia y crítica correcto.

Desde mi punto de vista, lo peor es el final al que se llega. Habiendo logrado un alto nivel de credibilidad y mérito en la representación del ambiente, en la relación entre los cardenales, en los diálogos y discusiones en torno a la fe, la iglesia, la condición humana, etc. el final de la historia decae en verosimilitud y lógica (al menos, pensando en la curia romana y las características del poder religioso). Parece un final demasiado fácil después de ver lo que se ha visto a lo largo de la historia. Vamos, me lo parece a mí.

En resumen, Cónclave es estéticamente preciosa; conceptualmente relevante por algunas de las reflexiones que se van haciendo al hilo de las discusiones; técnicamente bien concebida como un thriller que te va manteniendo en suspense. Y aunque todo sucede en el interior de un palacio vaticano (en realidad, no, pues se rodó en los míticos estudios Cinecittà), la amplitud y variedad de espacios y la hermosura de estos es tal que nunca sientes el agobio de una historia de interiores.  En fin, una película muy recomendable.