Esta semana inicial del año ha sido propicia en posibilidades de ir al cine. Estamos apurando los últimos días de las vacaciones navideñas, hay una estupenda oferta de películas en cartelera y, como es tiempo de premios y globos, las tertulias radiofónicas no dejan de presentar sus preferencias o de comentar los premios concedidos. Ya vimos Emilia Pérez, así que hoy nos toca otra de las candidatas: CONCLAVE.
Si ya las religiones y las iglesias son entidades llenas de misterio, dentro de la Iglesia católica, los conclaves (cum clave: cerrados a cal y canto) son una concentración masiva de rutinas destinadas a proteger ese misterio y a ocultar lo que pueda suceder intra muros. El cónclave es milagroso por antonomasia (la doctrina oficial señala que es el propio Espíritu Santo quien ha de iluminar a los cardenales para elegir al papa). Como no sabemos lo que allí sucede, el cónclave es un territorio propicio a cualquier ficción. Y eso es lo que hizo Robert Harris, imaginarse un cónclave y convertirlo en una novela cuasi policíaca (Cónclave: Edit. Debolsillo, 2018).
Basada en esa novela y manteniendo el mismo título, Edward Berger ha rodado la película. El guión (adaptación fiel de la novela: de hecho ha recibido el Globo de Oro a la mejor adaptación cinematográfica) ha correspondido a Peter Straughan. Berger es un director alemán bien conocido en el ámbito de las series (The terror, Patrick Melrose) y, últimamente con grandes éxitos en largometrajes como Sin novedad en el frente (Oscar 2023 a la mejor película internacional y al mejor guión; BAFTA 2023 a la mejor película y mejor guión). Conclave va a seguir, creo yo, ese mismo camino (Globo de Oro al mejor guión).
Cónclave cuenta con un elenco de actores fantástico. Casi todos son hombres, claro, pues se trata de cardenales, aunque entre ellos se cuela Isabella Rosellini, con una monja con un papel discreto en un mundo de clérigos. Destacan Ralph Fiennes (La lista de Schindler, El paciente inglés) como dean cardenalicio y sobre quien recae la responsabilidad de gestionar el cónclave y Stanley Tucci (La terminal, El diablo se viste de Prada), pero todos los que van teniendo algún protagonismo son muy buenos y resultan absolutamente creíbles en sus gestos, en su parsimonia o sus conversaciones. A mí me encantó Sergio Castellito (Las crónicas de Narnia, Bella Martha) porque compuso su papel de cardenal italiano conservador de forma magistral.
La música se debe a Volker Bertelmann que, sin estridencias, acompaña bien la dinámica del proceso deliberativo y las condiciones rituales y sacras del escenario. Y la fotografía se la debemos a Stéphane Fontaine. Tengo que reconocer que para mí es lo mejor de la película: de una perfección formal y de una plenitud artística insuperable. Las imágines cenitales de los cardenales en grupitos de 3-4, las filas cardenalicias avanzando, los cardenales con sus paraguas cruzando la plaza son imágenes cromáticamente preciosas, perfectas. Tanto los primeros planos, como los planos generales del grupo están logradísimos, de una belleza coral que yo no había visto nunca. Se parece un poco a lo que hace Sorrentino creando cuadros formal y cromáticamente perfectas.
Y sobre la historia que se nos cuenta, una especie de thriller vaticano, pues qué decir. Es ingenioso y está bien construido (de hecho, logra mantenerte en vilo durante las casi dos horas de la película). Contraponiendo la necesidad de nueva información que aclare hechos (necesidad que se incrementa con la mezcla de idiomas que supone que la mitad de los cardenales no se enteran de todo) con la opacidad de un conclave va manteniendo la tensión. Y, por otro lado, urgando en la doble moral que suele atribuirse al clero en lo sexual (frente a la castidad proclamada), en lo económico (frente a la pobreza), en la autosuficiencia y egocentrismo (frente a la humildad), etc. la película logra relativizar la supuesta bonhomía y santidad de la cúpula eclesial. Sin embargo, hay que reconocer que no es una película anticlerical sino que, en su conjunto, el film respeta la dignidad de lo que supone el cónclave para la Iglesia Católica y se mantiene en un nivel de iconoclastia y crítica correcto.
Desde mi punto de vista, lo peor es el final al que se llega. Habiendo logrado un alto nivel de credibilidad y mérito en la representación del ambiente, en la relación entre los cardenales, en los diálogos y discusiones en torno a la fe, la iglesia, la condición humana, etc. el final de la historia decae en verosimilitud y lógica (al menos, pensando en la curia romana y las características del poder religioso). Parece un final demasiado fácil después de ver lo que se ha visto a lo largo de la historia. Vamos, me lo parece a mí.
En resumen, Cónclave es estéticamente preciosa; conceptualmente relevante por algunas de las reflexiones que se van haciendo al hilo de las discusiones; técnicamente bien concebida como un thriller que te va manteniendo en suspense porque a cada paso va apareciendo información que requiere de mayores comprobaciones y en un ambiente cerrado que lo hace imposible, o casi. En fin, una película muy recomendable.