sábado, noviembre 23, 2019

IMSERSO



En la vida pasa algo parecido a lo que pasa con Hacienda, a medida que vas superando los sucesivos rangos de ingresos vas entrado en categorías diferentes de contribuyentes. También pasa eso con la edad, a medida que vas cruzando determinadas líneas, cada una de ellas de color más ocre hasta llegar al casi negro, vas entrando en categorías sociales y en grupos de referencia diferentes a los que estabas acostumbrado. La verdad es que miras a tu alrededor y el paisaje de tu vida social cambia mucho. Y si has sido profesor universitario el cambio es terrible. Es como pasar de la primavera al otoño.
En ese contexto vital de cambio de status, nosotros estamos estrenando nuestra pertenencia al grupo de los usuarios del IMSERSO. No sé si es algo de lo que uno deba alegrarse, probablemente sí porque empiezas a beneficiarte de algunos cariños sociales: la tarjeta dorada para el tren, los descuentos simbólicos para el cine, la condescendencia ocasional de alguna gente a la hora de poderte sentar… y, sobre todo, el IMSERSO. Ya entras en el grupo de los afortunados que pueden disfrutar del veraneo en pleno invierno y salir de vacaciones cuando los demás tienen que trabajar.
La cosa comienza a moverse en el verano porque ya vas mayor y debes estar preparado para cuando salga la convocatoria. Este año, el parto ha sido difícil pues los hoteles protestaban porque las macroagencias que organizan el tinglado les conceden tarifas poco interesantes. Hasta temimos, en algún momento, que el programa de vacaciones para la tercera edad podría desaparecer. Pero, afortunadamente, no fue así y todo se arregló aunque a trancas y barrancas. Y anunciaron la publicitación de la oferta para este año. Con fechas muy concretas para poder hacer la solicitud correspondiente. Y desde entonces todo fue un estrés.
Primero salió la convocatoria de los balnearios. Espera ansiosa de que salga la lista con la oferta de lugares y fechas, mira dónde están los balnearios y busca sus ventajas y desventajas (es como un máster y te exige todo un plan de documentación y descartes sucesivos hasta llegar a los dos o tres finalistas), escoge tres opciones (sobreviviendo a las discusiones correspondientes sin mandarlo todo al carajo) y haz tu solicitud. Y si eres novato en eso, pon una vela al santo de tu devoción para que al final te concedan alguna de ellas. Tengo que decir que todo salió bien y nos dieron el que pedíamos en primer lugar: FITERO. Confieso que ahí salí ganando yo porque volvía a mi tierra, aunque fura a una esquina y eso me acercaba a la familia de Pamplona y Tafalla.
Y aquí estamos preparando las maletas para viajar mañana a los Baños de Fitero. Nos esperan 9 días de encharque entre aguas frías y calientes. Primera experiencia. Crucemos los dedos.

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